Por José Luis Llera Gil
Hace unos días, como es habitual en mí, veía con nostalgia imágenes de una Ciudad española donde las gentes que por ella caminaban iban correctamente vestidas, es decir, tanto hombres y mujeres portaban ropas muy correctas y diría hasta elegantes para la época a la que me refiero, alrededor del 1970.
Si bien se dice, aun cuando yo no lo comparto, que el hábito no hace al monje, es un dicho muy tonto pero que, hoy en día, tiene una gran validez para muchos y lo contrario para otros.
Hoy en día, aun teniendo mayores opciones muchos de nosotros, tanto hombres como mujeres, de adquirir ropas a un bajo precio en ciertos establecimientos aun cuando tengan una duración solamente de temporada, el vestir, especialmente de la gente joven, es ciertamente impresentable en muchos casos, teniendo que sumar a ello la haraposa y premeditada vestimenta tipo uniforme que llevan determinados políticos que nos hacen sentir vergüenza y que, precisamente, por esa rebuscada premeditación deben vestir así.
En muchos lugares de Europa las gentes van bien ataviadas y por supuesto con aspecto limpio, salvo aquellas personas con graves carencias que no forman parte de la llamada clase media nativa cuyos miembros , tanto hombres como mujeres y niños, son quienes contribuyen a ofrecer la imagen de un país próspero, educado y con dosis de urbanidad.
Muy distinto a España donde, aquí no sé por qué, encuentras parejas de jóvenes, ella bien vestida con ropas que aun cuando no siempre sean caras son de cierta elegancia y modernidad, y ellos ataviados de una forma que ofrecen un contraste ciertamente llamativo y lamentable. ¡ Por ello siento pena ya nunca se da el caso al revés.¡
Hace unos meses, asistí por razones familiares a una ceremonia religiosa, de Confirmación, donde un grupo de 40 jóvenes, chicos y chicas, recibían este Sacramento. No pude dejar de sentir emoción al ver como actuaban, después sin duda de varios ensayos, contribuyendo a realizar una función católica emocionante para muchos de nosotros.
¿Sabes por qué amable lector?. Porque todos ellos, chicos y chicas, iban además vestidos con trajes oscuros, aun cuando no de lujo, con sus camisas y corbatas ellos y zapatos no deportivos, y ellas con sus vestidos también oscuros, zapatos con algo de tacón, maquilladas como corresponde a chicas de 17 años y ofreciendo TODOS un conjunto elegantísimo.
¿Quién de esos 40 chicos y chicas pensaría que el hábito no hace al monje?.
Hace escasos meses asistí a un acto, en la puerta del Ayuntamiento de Zaragoza, donde alguno de los que lo presidían iban ataviados de forma un tanto pordiosera, salvo escasas excepciones , que lejos de sentirme orgulloso de los dirigentes del Municipio me hicieron percibir todo lo contrario.
Con segundas, pregunté a un periodista que cubría el evento ¿Quién es esa persona que está ahí enfrente vestido con un roído pantalón vaquero, zapatillas deportivas peladas, jersey y camisa oscuros y con aspecto sucio y cabellos largos y escasamente cuidados?
Y me respondió: “ No lo sé ”. Pero él si lo sabía y yo también. Quizás me respondió así porque sentía vergüenza ajena como yo.
Ay Zaragoza , ¿ quien te ha visto y quién te ve?.