El traje nuevo del emperador / Christian G. Toledo

 
Por Christian G. Toledo

   Durante el juicio a Camps por el asunto de los trajes, diríase que el cuento de Andersen ha dado un giro curioso. Del fallo del jurado popular se deduce que todas las pruebas aportadas en la causa no son más que un cúmulo de remiendos sin ninguna credibilidad y que el Señor Camps, en contra de lo que muchos creían, no sólo no estaba desnudo ante las pruebas, sino bien abrigado, de pies a cabeza.

 

     Resulta algo chocante que dos de los imputados por el mismo delito de cohecho impropio, el exvicepresidente de la Generalitat Víctor Campos y el exjefe de gabinete en Turismo Rafael Betoret, admitieran los cargos y fueran condenados o que el propio abogado de Camps llegara a presentar un escrito inculpatorio.

    Pero como el fallo es recurrible, la duda de si Camps está desnudo o vestido jurídicamente se resolverá finalmente en las altas estancias del Tribunal Supremo.

   Mientras, los ciudadanos deberíamos reflexionar sobre nuestro nivel de tolerancia frente al chanchullo, el mangoneo y el nepotismo, no sólo de los políticos que elegimos, sino también de los príncipes consortes que no elegimos o los banqueros que dicen guardar nuestro dinero.

   De esta crisis interminable que nos golpea y nos golpea, deberíamos aprender a ser más exigentes. A cortar de raíz el fraude y a exigir mayor transparencia a quienes nos gobiernan.

   Y ya puestos, señor Camps, la verdad es que lo suyo parece mentira.

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