Creando dioses menores por decreto o engaño / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

O somos serios, rigurosos y exigentes con los méritos y títulos académicos, con los saberes y experiencias de nuestros gestores públicos, o convertimos nuestra sociedad en un circo, pero sin diversión y sin gracia. Hartos ya de lo que vemos y leemos en los currículos de ciertas personas, que parecen justificar los altos cargos y encomiendas que se les otorgan, llega la hora de darnos cuenta de que parte de la crisis actual es culpa de esas fraudulentas prácticas.

 

La frase más utilizada para encubrir esta mentira en el curriculum de alguien es la de «estudios de…». Pueden ser desde Sociología a Ingeniería, y pretenden engañar al público con algo obvio: no se titularon en nada. Igual no pasaron de primero de carrera, y con asignaturas colgando. Y, a veces, mucho menos que eso ¿Qué saben hacer, de qué han vivido toda su vida?

Así se producen casos curiosos, como pueden verse unos cuantos en Linkedin, donde alguien cuyo trabajo ha sido hacer llamadas telefónicas y recibirlas, sin más responsabilidad, llega a decir que es «Profesional de Organización Política». Lo mismo podría haber dicho que tiene un master en telecomunicaciones. Otro truco consiste en hacer constar que se poseen títulos académicos que, sonar, suenan muy bien, pero que no existen en ninguna universidad pública o privada del mundo. Son papelicos que avalan estudios cursados en centros no reglados, muchos de ellos se obtienen en cuatro días, pero parecen por el nombre que se les da que se han obtenido en Oxford. A esto se suman las cortinas de humo, cuando un señor o señora bendecido por el Decreto de Divinidad argumenta que lo que en realidad sabe hacer es esto o lo otro, pero nunca conseguiréis que lo demuestre, sencillamente, porque es falso.

Hay más versiones de esta falta total de veracidad y respeto a los ciudadanos. La más bonita y fina es haber obtenido un título (de lo que sea) a base de estudiar 10 ó 12 años (cuando lo normal son 4 ó 6) y no tener ejercicio profesional de ningún tipo. Eso queda mejor, pero viene a producir similares resultados.

Lo que resulta peor es cuando a alguien le declaran maravilloso para ejercer una función de responsabilidad «por decreto». Es decir que, sin experiencia, ni conocimiento, ni bagaje laboral… milagrosamente es el más adecuado para todo. Con tal de que lo diga alguien con credibilidad o que nadie se fije en la farsa, cualquiera queda optimizado para hacer lo que haga falta. Hay veces en que se llega al exceso y esto queda grabado por las cámaras, cuando de unos estudios de bajo nivel y una corta experiencia laboral se hace, en la glosa del divinizado por decreto, un Premio Nobel con experiencia incontestable y abrumadora. Esto nos lleva a la última reflexión.

La crisis actual es económica, pero quizá tanto o más es política y de valores. El valor de la Verdad, de la Capacidad, es uno de los más corrompidos. O se ataja esto o es imposible remontar una situación crítica. Porque el principal capital con el que contamos es el capital humano. Si se sustituye la aportación a la Cosa Pública de quien está preparado para ello por mentiras y engaños, por Divinizados por Decreto (falsos dioses y falsos gestores), obtenemos desastre y parasitismo. Nadie debería avergonzarse de lo que sabe o no sabe hacer, sobre todo si sabe hacer algo. Pero los casos de responsables institucionales que han manipulado su curriculum de preparación y capacidades, y se lo han consentido, pesan como losas aquí y en el resto de España. Eso no nos ayuda nada a salir de la crisis, todo lo contrario. Suma a ella una profunda crisis de confianza

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