Por JL Llera
Siempre que llegan unas elecciones políticas nos surge la inevitable pregunta ¿ A quién voto? ¡ No se a quien votar ¡
Desde el inicio de la democracia hasta nuestros días se ha acentuado la indecisión de los ciudadanos ante tanta corrupción, amiguismo, desempleo, mentiras, abusos, prohibiciones, subidas de impuestos y todo lo más que podamos pensar.
Todo esto desaparecería si existieran las listas abiertas por lo que podríamos elegir las personas de nuestra confianza por su capacidad y honradez, muy alejado de la realidad hoy en día.
Ahora no hay nada en que basarnos para votar una lista que nos ofrezca seguridad y confianza, de que el Programa del Partido va a ser cumplido y de que se mantenga la ideología del mismo y no cambie por interés y egoísmo de los propios políticos.
A fin de poder contribuir a aclarar algunos temas diría que hemos de desechar las listas en las que figuren personas que hayan sido tildados de corruptos, que hayan cumplido ocho años en sus cargos, o que sepamos que su preparación para el cargo sea escasa. No digamos otros casos que no deseo recordar.
La intuición del votante debe ser suficiente para tomar una medida. No debemos hacer caso a lo que nos digan si no a lo que pensamos personalmente.
No es verdad lo que nos dicen los políticos de que si no votas ¿Qué vas a exigir después?
No es verdad tampoco que lo importante sea votar.
En este tema está simplemente el interés de los políticos que por cada voto contabilizado reciben una cantidad de dinero (sus respectivos Partidos) que al final es importante.
Si después de seguir pensando ¿a quién votar? No encuentras respuesta complaciente lo mejor es NO VOTAR. Al fin y al cabo es la única decisión que los ciudadanos podemos adoptar al menos como castigo ante todo lo mal hecho. ¿Es tanto exigir?
Al fin y al cabo podríamos recordar que según dijo Churchill unas elecciones las pierde un Partido que ostenta el poder, a cualquier nivel, porque quiere perderlas o porque sus dirigentes son tontos.
Finalmente una máxima de no se quien: El bienestar de los ciudadanos se consigue con ideas y no con ideologías.