Por Antón Castro
Los libros dan muchas vueltas. Empiezan de una forma, avanzan, en un momento zozobran o cambian de rumbo y acaban de un modo inesperado.
Algo así le ha sucedido a Elena Pallarés (Zaragoza, 1947), poeta y profesora, que presentaba ayer en la FNAC su libro más ambicioso: el poemario Mala estrella (Olifante, 2019) sobre el amor, la vida y la muerte. «No es un libro de 112 poemas sino un poema único de 112 fragmentos sobre la ausencia y la pérdida del amado. Se lo dedico a mi amiga Helena Santolaya, artista y una persona muy especial para mí que perdió a su amante, a su amigo, de cáncer».
Canto y llanto por el amado
Dice Elena Pallarés, especialmente inspirada, honda y trascendente, que todo el libro es para ella, para Helena «eso está claro. Para ella y para su amor desaparecido», dice, y sin embargo está dedicado al catedrático y exdirector de la RAE Darío Villanueva. «Tiene sentido. Él ha sido muy importante en este libro. Me ha ayudado mucho. A mejorar, a corregir dudas, a ajustar comas. Como responsable de la RAE y amigo, se implicó en la redacción», señala, y recuerda que en Mala estrella, que alude a una famosa copla, «cada texto está dedicado a personas que han sido muy importantes para mí».
Confiesa la autora que empezó Mala estrella hace doce años, y que «este árbol de palabras, que no otra cosa es el libro, empezó siendo una elegía y acabó siendo un canto al amor que vence a la muerte y quizá una forma de resurrección. Hay un proceso, una evolución y un simbolismo. Me gusta decir queen Mala estrella la palabra vence a la muerte».
La poeta analiza las diversas partes del libro, y le gusta fijarse en lo que llama las fusiones míticas y el parentesco con otras heroínas. «Aquí me he fijado en Venus y Adonis, que poseen mucha fuerza, en Orfeo y Eurídice, en La Dolorosa, que habla de esa subida al calvario y de la pasión, pero también hay la mujer de un torero o la mujer de un marino que se ha muerto en el océano, y ella lo espera en vano, en la costa. Son las viudas del mar», explica. Al fin y al cabo, dice en un poema, «las historias de amor son interminables».
Con toda la impregnación de la muerte y el desgarro, Elena Pallarés, cuyo último libro fue Ella guarda secretos (Olifante, 2006), cree que su obra no es trágica ni oscura. «No. Aspiro a la la luz, a la claridad. Mala estrella es un libro sobre el otoño, como símbolo de la decadencia, sí, sobre la nieve, tan importante. Es curioso. Aunque la noche está muy presente, y también la tinieblas, es un poemario muy blanco, un libro sobre el amanecer, sobre el despertar», insiste. Elena Pallarés ha trabajado mucho en el texto. Alterna los fragmentos breves con los largos, el suspiro de imágenes o el poema casi aforístico con el poema dramático, y hay una investigación en la forma, en el fondo, en la expresión y en la imaginación metafórica.
La gravedad es nítida: «Lo que dicen los muertos: ya solo soy mi miedo, un puñado de polvo / y mi carnet de condenado». También la trascendencia: «La eternidad, el tiempo y el espacio, / los dioses inmortales son solo un pensamiento. / Pero el amor, la flor, el pájaro, la muerte / se tocan con la mano, se ven, se huelen, se oyen, / no necesitan ser pensados». Y deja temblando una sospecha en el último poema: «¿La invención de la muerte es quizá / un juego de palabras de los vivos?».
La poesía, la pasión y el sexo
Para Elena Pallarés la poesía ha sido capital. Determinante. Materia de la vida y sueño de la materia, puerta al placer y al conocimiento. «La poesía ha sido para mí igual de importante que mi relación amorosa y sexual con mi marido Túa Blesa. Ha ejercido la misma atracción. Leyendo y escribiendo poesía creo que puedo experimentar un orgasmo. Túa lo ha sido y lo es todo para mí: escribo para él, y si a él le gustan mis versos, soy feliz; si no le gustan, los abandono. Sé que este confesión va contra el espíritu feminista del momento, que podemos parecer una pareja trasnochada o romántica, pero yo lo vivo así. Él es para mí como el oráculo de Delfos. Y, en cierto modo, este libro es para Helena Santolaya y para su amor muerto, pero también para Túa», confiesa Elena Pallarés.
La poeta ensaya otro matiz, vinculado quizá al miedo y al paso del tiempo: «El otro gran tema es el tiempo. Ha pasado casi medio siglo entre la Elena de la postal del libro y la de hoy. Yo aquí hablo del transcurso inexorable y cruel del tiempo. Pese a todo, el libro también deslíe, insisto, la esperanza del futuro, el sueño de una resurrección lírica».
POEMAS
VEO TU MUERTO AZUL, SU TRANSPARENCIA
cayendo vertical como un crepúsculo
sobre la línea horizontal
de tu sueño y mi verso
mientras la noche herida por tu ausencia
en pétalos de tinta se deshoja.
***
YO ASISTÍ A LA TRAGEDIA
más terrible de los teatros:
rebanaba su cuello, falso acero,
el grito del cuchillo.
***
MIENTAS ESCRIBO -O TRATO DE ESCRIBIR-
este poema
doy fe de que se desbordó aquí dentro
-toco mi corazón-
un alud de suspiros que arrastran a su paso
hojas y letras:
Letras con letras forman palabras
que al golpearse contra palabras
se hacen rodados cantos de amor.
***
Y DURANTE UN INSTANTE TÚ,
el para siempre ido, regresaste
como fugaz aparición de un dios
diciendo muy bajito qué palabras
que ya no sabré nunca.
Luego el instante reventó de luz.
LA FICHA
‘Mala estrella’. Elena Pallarés. Solapa de Pere Gimferrer. Olifante. Ediciones de Poesía. Zaragoza, 2019. 175 páginas.