Por Jesús Soria Caro
Morfosintaxis humana es el estudio de la forma de lo introspectivo, pero desde la sintaxis, lo que nos conecta con los otros en la gramática de lo vital. Cada una de las secciones es un elemento del lenguaje en sus diferentes niveles gramaticales.
“Complemento agente” es una sección en la que la voz lírica habla de los elementos de la realidad que delimitan nuestra “sintaxis” existencial. Son los agentes que nos hacen pasivos, que impiden nuestra voluntad de acción. Hay vidas marcadas por esta pasividad ya que su lugar de origen, las situaciones trágicas en lo vital, son todos ellos agentes que componen una escritura de lo real en la que el yo es paciente y sufriente de dichas difíciles circunstancias:
Fui modelada
por el error de dos personas
por la aceptación de una
por la inexperiencia del atrevimiento
por la casualidad del destino
por la inconsistencia del ser
por la ausencia de presente
hasta que fui aire sobre tierra
Nada. (Benítez, 2018: 53).
El tiempo que se ordena en la sección verbos, asume la acción del sujeto omitido que es el que da título de forma homónima a dicha sección. Él es quien nos lleva en su lomo como el jinete que cree dominar a un caballo salvaje que raudo y fugaz se dirige a su destino final. Es la gota que erosiona el edificio de nuestra eternidad, lenta, poco a poco, perfora las oquedades de su ilusión que es realmente fuga de sí misma:
La lluvia de barro
golpea en pretérito indefinido
las gotas del tiempo
mientras la luna de agua
mantiene el presente
en el interior de la casa
A medianoche
cesan las largas horas
en primera persona
dentro de la estancia
Solo la lluvia
gota a gota
sigue marcando en el patio
la vida pasada
en un tiempo simple
sin verbo auxiliar (Benítez, 2018: 32)
“Reflexividad” es otra de las partes del poemario, es aquella que nos sugiere que quien ama debe tratar de dar sentido al proceso por el que amó, entendiendo que tal vez dejó de amarse algo para estar con quien no respondía a su afecto y vulneraba cualquier atisbo incluso lejano de correspondencia:
Tu amor se columpia
en el aire de la ventana
y rasga la niebla
y raya el cristal
CORRES LA CORTINA DEL TIEMPO
Tu amor esnifaba mi ser
destilaba mi esencia
reducía mi yo
CORRO LA CORTINA DEL TIEMPO
Tu amor hiela la noche
de estrellas sin eco
y llora en el vacío
y llama sin nombre
Tu amor (Benítez, 2018: 48)
“Adjetivos determinantes” son los que cubrirán aquello que no se dijo, que determinarán lo que quedó fuera de la sustantividad de lo real, que serán cuantificadores, demostrativos de la cercanía del deseo, de la belleza del silencio que quedó fuera de lo dicho:
Me gustaría conocer entonces
lo poseído
en cada mí y en cada ti
Lo escondido
tras bastantes algunos
en función adjetiva
Lo señalado
con este y con aquel
lo cuantificado
entre cero y mil (Benítez, 2018: 60)
“Pronombre” es una sección dedicada a lo que sustituye, en este caso lo que ocupará el lugar de lo que el final sustituirá. Dicha idea se representa con la imagen del “invierno”, lo que dejará de ser y en su lugar tendrá como sustituto el pronombre, el vacío de sí, la nada, el paso del tiempo que ocupará su nombre, su significado, su sentido:
Pasó el otoño por el árbol
y dejó de él
solo
una leve referencia pronominal
un esqueleto de ramas
una sombra de hojas calladas
Se posó el invierno sobre el árbol
y sustituyó su nombre
solo
por el suyo
La primavera no lo pisó
El verano tampoco
Il y a lonngtemps (Benítez, 2018: 71)
“Yuxtaposición” es una de las secciones, aquí se une lo que la realidad separa, sin nexo lógico que una sus sentidos. Son la vinculación de los deseos que unen lo que la gramática de la realidad y sus normas de lo imposible separa. Así la vida puede unir, sin separar por la lógica de los nexos de lo posible, la belleza y las palabras, los espacios perdidos en el tiempo del Tú y Yo, y en una segunda interpretación (casi tipográfica) en el tiempo Tuyo. Todo el poema es una fusión textual en la que las palabras se unen sin el espacio en blanco que las separa desde las normas de la escritura:
Disuelvo la distancia que separa la belleza de las palabras
Construyendo pirámides de rosa lunas sobre el hielo de mi alma
Borro el abismo desde el que contempla la vida a la muerte
Abricerrandose sepulturas de caracoles en la cal del deseo
Enlazo espacios perdidos en el tiempo Tu Yo (Benítez, 2018: 97)
“Transitividad” alude a la necesidad de ser exigido como complemento directo, hay un verbo que rige tu significado. Aquí el verbo que obliga su control es el otro, el que exige y dirige, un amor que domina y anula, así el yo lírico ansía su intransitividad, no ser objeto directo regido por nada ni nadie:
Pero prefiero repetir
los varios cientos de intentos de alejarme de tu sueño
y dibujar mi ausencia en tu despertar
hasta conseguir
la intransitividad de mi propio cuerpo. (Benítez, 2018: 109).
Las “preposiciones” deberían unir lo que el sentido debería conectar, pero la realidad tiene sus oquedades vitales que carecen de respuesta. Nada hay que las una a estas a un significado de lo que es, fue o será, todo se vacía de relación, de conexión de sentido:
Puedo parecer
simple preposición sin significado alguno
Pero a veces el agua de la mañana adquiere valor
En
el cristal de mis sueños
la hoja en blanco
entre
el aire de mis dedos (Benítez, 2018: 113).
El orden convencional es ver la realidad y nombrarla desde el lenguaje y su lógica limitante con sus cárceles de significado que no pueden representar todo lo que recorre nuestra oquedad introspectiva y el vacío de respuestas vitales. Pilar Benítez ha hecho lo que Gil de Biedma enunció como praxis vital deseada: ser el poema, convertirse en el lenguaje que desde el otro lado, desde la conciencia animada de sus límites mira el mundo y comprende al que vive, piensa y enuncia, asomándose a la ventana del ser desde dentro, desde la perspectiva desconocida del logos. Ser el lenguaje y desde allí observar al ser. Hay una búsqueda de un lenguaje universal que nos une más allá de todas las culturas, la africana es transversal y las referencias antropológicas a esta son continuas: aludiendo a costumbres, derechos, tradiciones, valores culturales. El lenguaje es el mar de la igualdad que las pateras de la identidad cultural siempre nos traerán con sus aguas libres, puras, acercando el sentido universal de un sentir desde un supralenguaje que está por encima de todos idiomas: la capacidad de pensar, aceptar y entender esos otros mundos que fueron arrojados desde la colonización de nuestra Historia y su único lenguaje de la Verdad.
BIBLIOGRAFÍA
Benítez, María Pilar: Morfosintaxis humana, Zaragoza, Gobierno de Aragón.