Diálogos poéticos


Por Julio Gracia Lana

    En El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana), Max plantea un diálogo directo con la obra de El Bosco. Se inspira en el cuadro Extracción de la piedra de la locura, en Las tentaciones de San Antonio Abad o en el característico El jardín de las delicias, pero mantiene su huella como autor.

   Crea un relato que, tanto a nivel narrativo como desde el prisma visual, resulta único e independiente. Dos artistas de diferentes siglos comparten sus estilos para que surja algo distinto.

   La obra se editó en 2016 y fue la primera de las novelas gráficas publicadas por el Museo del Prado. A ella siguieron en 2017 El perdón y la furia, en la que Altarriba y Keko partían de José de Ribera, e Idilio, inspirada en Fortuny y firmada por Javier Montesol. El riesgo de la colección era muy claro: fácilmente los libros podían no constituir un diálogo entre artistas al mismo nivel, sino configurarse como una suerte de guía didáctica para comprender mejor las exposiciones del museo. No fue así en absoluto: las historietas eran obras autónomas con respecto a sus referencias pictóricas. El mismo riesgo y la misma brillante solución se da en Espectral cómic.

  La relación entre la poesía de Ángel Guinda y las viñetas de Josema Carrasco crea una obra nueva y auténtica, que muestra la capacidad del cómic para transmitir ideas, emociones y sentimientos complejos. El propio historietista e ilustrador lo destacó durante la presentación del libro en el ambigú del Teatro Principal: se trata de un diálogo entre autores, no de una mera ilustración de un texto poético. Y ahí radica la gran potencia de la propuesta.

   Un «vómito del alma y de la inteligencia», en palabras de Antón Castro en el prólogo. Catábasis o descenso a los infiernos gracias a unos textos cargados de metáforas. Rebelión e intentos de huida mediante unas imágenes poderosas, alegorías en sí mismas. Espectral cómic engancha por sus giros textuales y gráficos. Seduce por la empatía que sentimos hacia el personaje principal. El propio poeta situado «en el epicentro del drama y del acoso», como destaca Manuel Martínez-Forega. Impacta por el bitono blanco y negro, acompañado de un morado que unifica toda la edición de Olifante.

    Publicar en la decana editorial turiasonense supone un hecho importante: abre nuevos públicos al medio, a la historieta. Y viceversa: ofrece otros prismas a los lectores tradicionales de poesía. El libro se posiciona así tanto en la creciente tendencia de poesía gráfica, de experiencias que buscan puntos de relación entre ambos medios, como en la cercanía que se da entre el cómic y la literatura. Cada vez son más los escritores que actúan como guionistas de historieta y las editoriales interesadas en el tebeo. Y, en general, se inserta en la línea que busca vincular al cómic con otras manifestaciones artísticas. Entre ellas la pintura, comentada líneas arriba. Se busca de esta forma generar un producto distinto, que al mismo tiempo redunde en el potencial del medio para cautivar al lector. Espectral cómic es por lo tanto algo único. Júzguenlo por ustedes mismos. 

Reseña de Ángel Guinda y Josema Carrasco, Espectral cómic, Tarazona (Zaragoza), Editorial Olifante, 2018.

 

 

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