Por Javier Barreiro
Con motivo de la presentación en la Biblioteca de Aragón (martes 22 de septiembre 2015, 19.30 h.) del libro de Miguel Ángel Buil Pueyo citado en el título, publico aquí el prólogo que, bajo el título “Fernando Mora, cronista-testigo del alma y la lengua del viejo Madrid” escribí para el mismo.
«Aparte del gusto con que siempre leí sus narraciones, Fernando Mora trae a mi memoria un rimero de nombres vinculados a los encuentros con su obra, que han punteado mis últimos lustros con una continuidad casi sorprendente. La primera de sus novelas que leí fue Los hombres de presa, comprada por 800 pesetas en la librería de Inocencio Ruiz de la zaragozana calle 4 de agosto. Don Ino, al que tantas cosas tengo que agradecer, desde los ojillos reidores que ponía en cuanto empujaba la puerta -sabedor de que nos íbamos a divertir hablando bien de los tangos, del flamenco, de los anarquistas y, sobre todo, mal de los curas-, hasta los muchos libros que me vendió a precio otras décadas, llegó a ser el decano de los libreros de viejo españoles.
Fui después comprando otras novelas de Mora, cortas y largas, hasta que la casualidad, en forma de otro amigo, Carlos Menéndez de la Cuesta, gran coleccionista de la revista musical y que cuando yo pasaba por Madrid, se mudaba a casa de un amigo para dejarme la suya en el Paseo de Las Delicias. Él me presentó a Enrique Avilés, autor de la introducción a una breve antología de Mora preparada por él mismo y publicada por el ayuntamiento de Madrid. Era la primera persona con la que pude conversar acerca del novelista.
Fue después la aparición, a principios de los noventa, de Claire-Nicolle Robin, profesora en la universidad de Besançon del Franco-Condado, apasionadísima de la novela corta y a la que enseguida fiché para que escribiera un artículo acerca de Vidal y Planas en la revista El Bosque, con la que tuve el privilegio de hacer lo que me gustaba. Muy apasionada, medio locuela, curiosísima y siempre convencida de sus razones y argumentos , su entusiasmo por todos los personajes del pintoresco mundo de las colecciones de novela corta y su fogosidad investigadora hizo que entrara en relación con una de las hijas del escritor, Raquel Mora, con la tuvimos gratas e ilustrativas conversaciones. Ella nos contó la tristeza de una niña que hubo de conocer las humillaciones y el fusilamiento sufridos por su padre, un hombre sin relevancia política pero republicano y masón.
En el número 10-11 de la citada revista El Bosque, dedicado a la España del primer tercio de siglo, publiqué un manuscrito inédito de Fernando Mora acerca de Joaquín Dicenta, al que tanto admiró, y una bibliografía*, únicos y magros méritos que puedo exhibir para componer este prólogo.
Casi todos los personajes que he citado hasta ahora –y les cuadra la connotación positiva que conlleva el sustantivo- han muerto. Pero he aquí que, hace tres años, me topé con una biografía del librero Pueyo -patrón y alma benéfica de muchos de estos autores de las dos primeras décadas del siglo XX- excelentemente editada, ilustrada amorosamente y con muchas estimulantes noticias acerca de este mundo**. El autor resultó ser un bisnieto del librero-editor con raíces aragonesas, por tanto, sin los orígenes filológicos que solemos tener quienes nos dedicamos a estas cosas y, aunque ya no se le podía considerar un jovencito, éste era su primer libro aunque no lo pareciera. Y era tanto su entusiasmo por este mundo, tan ferviente y constante su pasión investigadora y tan atrayente su simpatía, que enseguida surgió una amistad que, entre muchos bienes, deparó el más dudoso de que prologase este trabajo.
Miguel Ángel Buil Pueyo, también fascinado por este mosaico literario del primer tercio de siglo al que ha dedicado varios textos en diferentes publicaciones, ya se había ocupado del narrador madrileño en un artículo, “Fernando Mora (1878-1936) o el olvido de una libre silueta”, publicado en La Cueva de Zaratustra, una muy interesante revista digital. Ahora amplía dicho estudio con un acercamiento más extenso al personaje y, sobre todo, con una exhaustiva información bibliográfica, que enriquece sustancialmente la existente y aporta un amplísimo caudal hemerográfico – casi un millar de entradas- que demuestra fehacientemente como Fernando Mora fue un escritor a tiempo completo, tanto en la vertiente narrativa como en la periodística.
Fernando Mora es hoy un autor desconocido excepto para coleccionistas y estudiosos, al que sólo la nostalgia, la curiosidad o la erudición hacen rescatable. Su mundo, fundamentalmente, el Madrid de las dos primeras décadas del siglo XX, es un espacio y un tiempo perdido, lo mismo que las editoriales y colecciones en las que publicó. Entre 1909 y 1926 sacó a la luz 18 novelas, es decir, a una por año y, entre 1909 y 1932, alrededor de 60 narraciones cortas más un libro de cuentos, Nieve, y una obra teatral, a despecho de que pueda aparecer alguna otra, en olvidadas colecciones de novela corta. Es decir, una notable producción que lo convierte en el autor que con más profusión retrató en sus obras el Madrid castizo y barriobajero del primer cuarto del siglo XX y a los personajes que lo poblaban. Él mismo, aunque vivió en varias ciudades diferentes, con las que en seguida empatizaba, era un característico gato, casi siempre ataviado con su capa española y que, incluso en su lenguaje narrativo, exhibía vicios como el laísmo, propios de la gente de la capital. Mora se alinearía, así, con el elenco de escritores que tomaron Madrid como centro de su obra. Si en teatro, el nombre fundamental fue el de Arniches y en poesía, el de López Silva, en narrativa hubo más competencia: Antonio Casero, Emiliano Ramírez Ángel, Pedro de Répide o un grande como Gómez de la Serna pero, en cuanto al número de obras dedicadas a la capital, ninguno excede al escritor estudiado por Buil Pueyo.
No es Madrid, sin embargo, el único tema del novelista. Precisamente, en la mentada Los hombres de presa, aparecen unas prácticas bancarias que recuerdan muy de cerca a las que han provocado la última gran crisis económica. Mora conocía bien a los buitres financieros, pues había trabajado muchos años como contable en la sucursal madrileña del Banco del Río de la Plata. Igualmente atractiva resulta La peliculera, novela en la que Mora demostraba conocer los entresijos del precario mundo cinematográfico español y que parece extraño no haya sido analizada por ningún estudioso, dado el poder de convocatoria de todo lo que tiene que ver con el arte del siglo XX. Aparece, por supuesto, el mundo del teatro y de las varietés, tan habitual en la vida cotidiana del periodo y, por tanto, omnipresente en las narraciones de su tiempo. Pero también las nuevas formas de sociabilidad, como en su visión irónico-crítica del fútbol en ¡Soy del Racing!
La relación podría ser muy larga, dada la profusa producción del narrador, pero, si hay que escoger, Mora sería ante todo el novelista de las calles de Madrid, cuando en ellas ocurrían cosas y no eran un simple lugar de tránsito. Si Pedro de Répide las descubrió desde el punto de vista erudito, Mora puso a la gente a hablar y pulular por ellas. Las conocía bien, pues fue hombre que gustó de los demás, a los que, con alguna ingenuidad y no poca inocencia, suponía siempre buenos, procuraba ayudar y les tenía fe, como nos recordaba su hija Raquel, que lo tildaba de amable, afectuoso y quijotesco.
El libro de Miguel Ángel Buil nos acerca al personaje y, sobre todo, nos proporciona instrumentos para penetrar en él con mayor extensión y profundidad. Quienes nos interesamos por esta fascinante España de la Restauración –poco más de medio siglo de acelerada renovación en pugna con una monarquía, un clero y una oligarquía aberrantes- reclamamos a menudo estudios como éste acerca de la multitud de escritores interesantes, cuyas obras se cubren de polvo olvidados en los anaqueles de las bibliotecas, que nos ayudarían a comprender más y mejor la vida cotidiana y la historia cultural de ese tiempo».
*Se recoge aquí, ligeramente ampliada.
** V. https://javierbarreiro.wordpress.com/2013/08/01/gregorio-pueyo-el-editor-de-la-bohemia/
OBRAS DE FERNANDO MORA
NOVELAS
–Venus rebelde (De las memorias de Conchita Pinares) (Novela pasional), Madrid, Biblioteca Hispano Americana, Pueyo, 1909.
–Los vecinos del héroe (Novela de Madrid), Madrid, Pueyo, 1911.
–El patio de Monipodio (Novela de costumbres madrileñas), Madrid, Pueyo, 1912.
–El misterio de la Encarna… (Novelas del barrio bajo), Contiene, además, de ésta, que en su anterior edición tituló “La guapa de Cabestreros”, “Muerte y Sepelio de Fernando el Santo”, “En la parada de Antón Martín” y “Por la ronda de Valencia”. Prólogo de Joaquín Dicenta, Imprenta Helénica, Madrid, 1915.
–El otro barrio, Madrid, Mateu, 1918.
–Los hijos de nadie (Novela del Hospicio), Madrid, Fortanet, 1919.
–La Magdalena en el Colonial, Madrid, Biblioteca Hispania, 1920.
En el tejar de Frascuelo, Madrid, Biblioteca Hispania, 1920.
–El ansia de ver mundo (Pintorescas andanzas de un monaguillo patriota), Madrid, Biblioteca Patria, 1921.
–Los hombres de presa, Madrid, Biblioteca Hispania, s. f. ¿1921? y Sucesores de Rivadeneyra, s. f.
–La peliculera, Madrid, Biblioteca Hispania, 1923.
–El amor pone cátedra, Madrid, Biblioteca Hispania, 1924.
–La maldita carne, Madrid, La Novela de Noche nº 15, 31 de Octubre de 1924. (Ilust. Rivero Gil). 125 páginas.
–Los cuervos manchan la nieve, Madrid, Atlántida, 1925.
–La cortesana de Vallecas, Madrid, La Novela de Noche nº 30, 15 de Junio de 1925. (Ilust. Baldrich o Varela de Seijas)- 115 pags.
–La mujer que se sintió águila, Madrid, La Novela de Noche nº 38, 15 de Octubre de 1925. (Ilust. Baldrich).
–Lobos y corderas o a la sombra de Mendizábal, Madrid, La Novela de Noche nº 47, 28 de Febrero de 1926. (Ilust. de Puig),
–La necesidad de pecar, Madrid, Atlántida, 1926.
–¡Viva el cieno!, Madrid, La Novela de Noche nº 57, 30 de Julio de 1926 (Ilust. Mihura).
NOVELAS CORTAS
-De telón adentro, (Novela de comediantes), Barcelona, Los Cuentistas nº 11, 1910.
-El portillo de San Dámaso, Madrid, Los Contemporáneos nº 187, 26 de Julio de 1912. (Ilust. de Robledano).
-A orillas del Manzanares, (Novela de lavanderas y chulapas), Madrid, Los Contemporáneos nº209, 27 de diciembre de 1912.
-Por la ronda de Valencia (Novela de una divette que fue corsetera), Madrid, El Cuento Galante nº 7, 22 de enero de 1913.
–En la parada de Antón Martín (Novela de un hombre engañado), Cartagena (Murcia), El Cuento Levantino nº 5, 12 de junio de 1913.
-La sibila de Juanelo. (Novela de echadoras de cartas), Madrid, La Novela de Bolsillo nº 14, 1913. (Ilust. de Izquierdo Durán).
-La guapa de Cabestreros (Novela de la Inclusa), Madrid, El Libro Popular nº 28, 15 de Julio de 1913. (Ilust. de Salvador Bartolozzi).
-Muerte y sepelio de Fernando el Santo (Novela de ladrones), Madrid, El Libro Popular nº 3, 20 de Enero de 1914.
–Puerta del Sol-Fuentecilla o Cómo murió la Charito, (Novela de una famosa cupletista), Madrid, El Cuento Popular, 22 de junio de 1914.
–La plaza de la Cebada (Novela de la fatalidad), Madrid, El Libro Popular nº 27, 7 de Julio de 1914. (Ilust. de Luis Blesa).
–Desde la Puerta al Portillo (Novela del Matadero y de la Fábrica de Tabacos), Madrid, Los Contemporáneos nº 294, 7 de Agosto de 1914. (Ilust. de Juan Francés).
–El hotel de la Moncloa (Novela de la cárcel), Madrid, La Novela de Bolsillo nº 69. 1914. (Ilust. Robledano). / Madrid, Los Contemporáneos nº 716, 12 de Diciembre de 1922.
–La noche del “Juan José”, Madrid, La novela de bolsillo nº 78, 1915. (Ilust. de Aguirre)
–Yo he besado a la Virgen, Madrid, La Novela de Bolsillo nº 96. 1915. (Ilust. Aguirre)
-Un rincón de la Florida, Valencia, La Novela con Regalo nº 3, 20 de Enero de 1917.
–La Cruz del Humilladero, Madrid, Los Contemporáneos nº 452, 24 de Enero de 1917. 12 (Ilust. Varela de Seijas).
–Las tres Marías, Madrid, Los Contemporáneos nº 427, 2 de Marzo de 1917.
–Todo a 0,65 junto a las novelas cortas de Armando Palacio Valdés, Los puritanos y Los amores de Clotilde, Madrid, Los contemporáneos nº 447, 20 de julio de 1917.
–La maja del Buen Retiro, Madrid, Los Contemporáneos nº 492, 6 de Junio de 1918. Portada de Izquierdo de Durán.
–El marido de la Cele, Madrid, El Cuento Nuevo nº 7, 2 de Enero de 1919.
–La maestra Sole, Madrid, Los Contemporáneos nº 526, 30 de Enero de 1919.
-Cómo se roba…, Madrid, El Cuento Nuevo, Rev. Semanal. Tomo II nº 6, 20 de Marzo de 1919.
-Mugre y vino, Madrid, El Cuento Nuevo, Rev. Semanal. Tomo III nº 3, 22 de Mayo de 1919.
-Bolita de añil, Madrid, Los Contemporáneos nº 547, 26 de Junio de 1919.
-El balcón de Pilatos, Madrid, Los Contemporáneos nº 581, 11 de Marzo de 1920.
-El parador de Luciente, Madrid, Los Contemporáneos nº 597, 1 de Julio de 1920.
–¡No adjetives, Pepa!, Madrid, Los Contemporáneos nº 629, 10 de Febrero de 1921.
–La corista de punta, Madrid, Los Contemporáneos nº 647. 16 de Junio de 1921.
Un disco del Mochuelo, Madrid, Los Contemporáneos nº 681, 9 de Febrero de 1922.
–El chico del funerario, Madrid, Los Contemporáneos nº 694, 11 de Mayo de 1922.
–La mocita del collar de cerezas, Madrid, La Novela de Hoy nº 10, 21 de Julio de 1922. (Ilust. A. Sánchez Felipe).
–El figón de Paca, la Tartanera, Madrid, La Novela Gráfica nº 5, Agosto, 1922.
–La vaqueriza de La Moncloa, Madrid, Los Contemporáneos nº 716, 12 de Octubre de 1922.
La que besaba con los ojos, Madrid, La Novela del Domingo nº 2, 17-XII-1922.
Los hijos no son una propiedad, Madrid, La Novela Semanal nº 82, 3 de Febrero de 1923. (Ilust. Pedrero).
Caco va en tren, Madrid, Los Contemporáneos nº 733, 8 de Febrero de 1923.
–Cosas feas de Felipe, el Hermoso, Madrid, La Novela del Domingo nº 13, 4 de marzo de 1923.
-La tristeza de sentirse gorda, Madrid, La Novela de Hoy nº 57, 15 de Junio de 1923. (Ilust. M. Ramos).
–La dulzura de sus besos, Madrid, La Novela Selecta nº 11, s. f. (1923).
–¡Soy del “Racing”!, Madrid, La Novela de Hoy nº 75, 19 de Octubre de 1923. (Ilust. Ramos).
–La adúltera sin saberlo, Madrid, La Novela de hoy nº 102, 25 de Abril de 1924. (Ilust. Varela de Seijas)
–Venus fue a galeras, Madrid, La Novela de Hoy nº 121, 5 de Septiembre de 1924. (Ilust. Varela de Seijas).
-Huelga de golfos, Madrid, La Novela de Hoy nº 143, 6 de Febrero de 1925. (Ilust. Varela de Seijas).
-La escoria del amor, Madrid, La Novela de hoy nº 159, 29 de mayo de 1925. (Ilust. Puig).
-También en el fango hay rosas, Madrid, La Novela de hoy nº 185, 27 de Noviembre de 1925. (Ilust. Picó).
–¡Sácate la caretita!, Madrid, Los Contemporáneos nº 890, 11 de febrero de 1926.
-El amor no admite leyes, Madrid, La Novela de Hoy nº 210, 21 de Mayo de 1926. (Ilust. Varela de Seijas).
-La piel de Paca, Madrid, La Novela de Hoy nº 241, 24 de Diciembre de 1926. (Ilust. Riquer).
-La diablo, Madrid, La Novela de Hoy nº 274, 12 de Agosto de 1927. (Ilust. Pomareda).
-Judas en la Bombi, Madrid, La Novela de Hoy, 15 de Diciembre de 1927.
-Socorro, la Samaritana, Madrid, La Novela de Hoy nº 307, 30 de Marzo de 1928. (Ilust. Vázquez Calleja).
-Cómo odian las feas, Madrid, La Novela de Hoy nº 318, 15 de Junio de 1928. (Ilust. Varela de Seijas).
…y ellas, morenos, Madrid, La Novela de Hoy nº 323, 20 de Julio de 1928. (Ilust. Quintanilla).
El ferial de las locas, La Novela de Hoy nº 333, 28 de Septiembre de 1928. (Ilustraciones Pomareda)
El palacio de arena, Los Novelistas nº 82, 3 de Octubre de 1929. (Ilustraciones Orbegozo).
La fotogénica de Villaumbrosa o Igual que besa la Bertini, Madrid, La Novela de Hoy nº 523, 1932.
La guapa de cabestreros y otros relatos, (Contiene, además, “La plaza de la Cebada” y “¡Viva el cieno!”, Ayuntamiento de Madrid, 1987.
Cuentos
Nieve (Cuentos naturalistas), Prólogo de Alberto Insúa, Madrid, Pueyo, 1910.
Obras teatrales
El quinqué de Petronilo (Sainete lírico o Humorada en un acto, en colaboración con Adolfo Sánchez Carrere y música de Manuel Quislant y Modesto Romero estrenada en el Teatro Martín el 24-11-1914) (V. Iglesias Souza)
Obra crítica
Rafael López de Haro y sus obra, Madrid, Pueyo, 1910 (14 pp.).
–Opiniones de un lector sobre las novelas de Valcárcel y Martín de Salazar, Madrid, Librería de Pueyo, 1913.
El blog del autor: https://javierbarreiro.wordpress.com