¿Qué es el capitalismo?


Por Manuel Sogas Cotano

Desconocer la ley de la relatividad no anula ni su existencia ni sus efectos. Ni por cambiar el nombre de los elementos que la componen cambia la naturaleza de la ley. Tal ocurre con el modo de producción capitalista, que no importa en absoluto desconocer sus leyes y su dinámica interna de funcionamiento para que su esencia (acrecentar sus capitales) desaparezca ni que sus efectos (explotación de muchos a manos de pocos) dejen de existir.

 

 

Da exactamente igual como quiera que denominemos al capitalismo y absolutamente igual como lo pintemos para hacerlo aparecer (con rostro humano le llaman algunos) de una u otra manera, porque su esencia y objeto principal de acrecentar los capitales mediante la explotación de la inmensa mayoría de la sociedad a manos de una exigua minoría de capitalistas, no tiene que ver nada con las palabras ni con estados de ánimo personales.
El modo de producción capitalista, el capitalismo, al que algunos llaman liberalismo o neoliberalismo, y otros con algunas variantes “socialdemocracia,” funciona atendiendo a unas leyes internas propias y objetivas, y es a estas leyes de funcionamiento objetivas del capitalismo a las que hay que acudir para entender su funcionamiento y en consecuencia poder entender esto que denominan crisis y la salida de la misma, que irremisiblemente pasa por la superación de las relaciones de producción inherentes al capitalismo, y no por su afianzamiento y agudización como pretenden y a donde están encaminadas todas las acciones emprendidas por los diferentes gobiernos e instituciones, incluidas las políticas, desde eso que llaman la “recuperación” de la banca, que en realidad no es sino aportaciones de dineros públicos que hacen los gobiernos (dineros de los trabajadores) a un negocio privado que ni los propios especialistas en ese negocio, los banqueros, pueden hacerlo ya rentable, según sus necesidades e intereses; las denominadas “privatizaciones”, que en realidad no son otra cosa que las propias fuentes de ingresos de que dispone el Estado (Endesa, Telefónica, RENFE, Correos, Banco de Crédito a la Construcción, Banco hipotecario de España, Banco Exterior de España, Instituto de Crédito Oficial, Banco Industrial; Aeropuertos, Lotería Nacional, etc.) ponerlas a disposición de los mismos banqueros que ya no pueden hacer rentable el negocio bancario siguiendo las pautas tradicionales, o los denominados recortes sociales con la anuencia, cuando no acuerdo expreso, con los denominados grandes sindicatos en España: UGT y CC.OO, que en definitiva no es otra cosa que incrementar y agudizar la explotación de las clases trabajadoras, o lo que es lo mismo, volver a dar más dinero a los bancos de los servicios que el Estado quita a los trabajadores a través del gobierno (servicios que han sido pagado previamente por los propios trabajadores), por ejemplo, “liberalizando” los fondos de pensiones.
Con posicionamientos ideológicos únicamente se puede ocultar y deformar al realidad, pero no explicarla, porque la ideología, cualquier ideología, la de izquierdas y la de derechas, en el sentido que es una percepción de la realidad en función de la “historia” e intereses personales propios, tiende precisamente a deformar la realidad en función de la experiencia e intereses personales, por tanto, ni el capitalismo ni cualquier otro acontecimiento puede ser explicado objetivamente en función de posturas ideológicas. Y si el capitalismo no puede ser explicado de esta manera subjetiva mucho menos puede ser hallada la “solución” para salir de la crisis reconocida oficialmente por todas las instancias oficiales a partir de 2.008.

(2)

Vicent Navarro en su artículo “Por qué Grecia (y España) no se recuperarán” mantiene que la crisis que llaman económica y/o financiera no es tal, sino política, y además señala las tres causas por las que todas las medidas que están tomando los diferentes gobiernos para salir de la recesión no tendrán esos declarados efectos de salir de la crisis.

Esas razones señaladas por Vicent Navarro son las siguientes:

Que los Estados que se han incorporado al euro han perdido el control sobre sus respectivas monedas, y por tanto, en momentos de crisis o recesión no la pueden devaluar para poder exportar sus productos abaratando sus precios a fin de activar la economía y poder así recuperarse de la recesión. Estados como Suecia y Noruega por no pertenecer a la zona euro han podido devaluar sus respectivas monedas y mediante ese mecanismo económico-financiero se han podido recuperar de la crisis.

Que los Estados han dejado de tener la potestad de emitir papel moneda y de fijar sus tipos de intereses que habría servido para abaratar los intereses del dinero para permitir que tanto empresarios como ciudadanos tuvieran un acceso más fácil al crédito para activar las inversiones y el consumo de bienes y servicios con lo que poder producir empleo y estimular la economía, y

Que los Estados por el acuerdo de Mastrich se obligaron a no tener un déficit público superior al 3% ni una deuda pública superior al 60% del correspondiente Producto Interior Bruto (PIB) con lo que se ataban de pies y manos para en momentos de recesión poder salir de la misma mediante esos dos mecanismos del gasto y deuda pública.

Con ser ciertas las razones que arguye Vicent Navarro para informar de la situación de crisis reconocida oficialmente en 2.008  por los mismos que la crearon en algunos casos (grandes capitales e instituciones económicas a su servicio), o la propiciaron en otros (gobiernos y Unión Europea), no son suficientes, sin embargo, ni para explicar la actual coyuntura de crisis (que si no es ya se convertirá en estructural) del capitalismo internacional (y no sólo es España) ni para vislumbrar su posible salida, entre otras razones, porque el capitalismo no necesita ser recuperado de ninguna crisis, puesto que no se ha producido ningún “error” de funcionamiento en ninguno de sus elementos que le mantienen en pie, sino que es su agotamiento histórico por haber cumplido la función histórica que tenía encomendada: el desarrollo de las fuerzas productivas que ya ha sido alcanzado, y por tanto, determina y reclama históricamente es que la coyuntura actual de crisis del capitalismo (aunque por motivos político, ideológicos y psicológicos no lo estemos reconociendo) sea  sustituido por el modo de producción socialista. Y afirmado esto hay que apresurarse a señalar que ese nuevo modo de producción socialista no tiene absolutamente nada que ver con el PSOE, por la sencilla razón de que ni es Socialista en su práctica ni es Socialista en su teoría: la emancipación social de todas las clases sociales, que nadie explote a nadie.

Las razones expuestas por Vicent Navarro, desde luego objetivamente ciertas y presentes en la “crisis” capitalista, solamente son válidas para la exposición del problema pero no para su resolución. Por tanto, este aspecto hay que tenerlo presente.

La crisis del capitalismo de los años 70 del siglo pasado, como consecuencia (lo mismo que ahora) del desarrollo de sus propias contradicciones que son inherentes al propio desarrollo de las fuerzas productivas, que el capitalismo se ve inexorablemente obligado a desarrollar cada día más, pudo ser resuelta (la crisis actual no tiene solución) gracias precisamente a los tres nuevos instrumentos que se vio obligado  a introducir en su funcionamiento, para en definitiva agudizar la explotación de los trabajadores y recortar sus derechos, cuyos tres elementos son precisamente las tres razones señaladas por Vicent Navarro, por tanto, ya lo hemos señalado, esas tres razones no están en la esencia del capitalismo, sino que se derivan de ella como instrumentos necesarios, imprescindibles, para su funcionamiento en un momento determinado, y en definitiva no vienen más que para agudizar la explotación de los trabajadores, que es como el capitalismo resuelve sus crisis: empeorando paulatinamente la vida de la inmensa mayoría de la sociedad, y no por maldad personal de los capitalistas (que tampoco es que sean unas Ursulinas de la caridad), sino porque la dinámica del funcionamiento del capitalismo impone esa condición.

(3)

El capitalismo es una forma de producir bienes materiales e inmateriales, un modo de producción, lo mismo que ya lo fueron en la historia el modo de producción del comunismo primitivo; el esclavismo o la servidumbre de la Edad Media que cae bajo el empuje del capitalismo.

Cada uno de estos modos de producción se caracterizan y se diferencian unos de otros por la forma como se organizan y se combinan los diferentes agentes de la producción que intervienen en el proceso de producción hasta transformar la materia bruta que proporciona la naturaleza en un producto acabado con un valor de uso apto para el consumo.

Cada uno de los modos de producción conocidos hasta la fecha se han dado en unas condiciones concretas que han sido determinadas por el momento histórico en  que se dieron, o lo que es lo mismo, ningún modo de producción se ha dado ni puede darse de una forma abstracta, sino de forma concreta.

Por otra parte, ningún modo de producción es única y exclusivamente una forma concreta de producir, sino que para que esta pueda tener lugar es necesario que junto a ella exista también una forma concreta de distribución de los bienes producidos, dado que estos si se producen es para ser consumidos, y además, que esa determinada manera distribución sea aceptada socialmente de forma generalizada

Por tanto, la producción de bienes no se circunscribe única y exclusivamente al hecho concreto de la producción, sino que se relaciona con la distribución y con la idea que de esta se hace la sociedad, todo lo cual es regulado mediante leyes.

De lo dicho ya pueden ser extraídas algunas conclusiones:

1ª) La forma productiva de los bienes se corresponde con la estructura económica de la sociedad de la que se trate, en este caso, la sociedad capitalista.

2ª) La regulación legal, tanto de la distribución como de la producción misma se corresponde con la estructura política de la sociedad que se trate, en este caso, la capitalista, y,

3ª) La idea que socialmente se tiene tanto de la organización productiva como de la distribución de los bienes producidos se corresponde con la estructura ideológica de la sociedad que se trate, en este caso, de la sociedad capitalista.

Tratar un problema económico (estructura económica) sin considerar lo que este tiene de político (estructura política) y sin reparar en su contenido ideológico (estructura ideológica) es la mejor manera de no entenderlo y por tanto, la mejor manera de no resolverlo, que es lo que se hace intencionadamente desde todas las instancias políticas y económicas oficiales, sindicatos, fundamentalmente las cúpulas directivas de la Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CC.OO.) y las organizaciones representativas de los empresarios con respecto del capitalismo en general, y en concreto con la crisis del mismo reconocida en 2.008, incluyendo a los grandes medios de comunicación, puesto que  lo más alejado de sus respectivas practicas socio-políticas es la superación del modo de producción capitalista, y por otra parte, es lo mismo que hace el Movimiento Social Democracia Real Ya (DRY) a pesar de su sincera declaración de la superación del modo de producción capitalista y su correspondiente sustitución por otro orden socio-económico mas justo.

El modo de producción capitalista (m.p.c.) no tiene más objetivo que la obtención de un beneficio económico para agrandar sus capitales tanto como pueda y sin ningún reparo ni límite. La fórmula que representa el mecanismo del m.p.c. para agrandar sus capitales es la siguiente:

D – M … P … M´ —  D´   [1]

D = al dinero que inicialmente invierte el capitalista en la explotación de su negocio.

M = a la compra de la materia prima que el capitalista necesita para transformarla en el producto P mediante la acción transformadora del trabajo (al que también considera mercancía) que convierte en la nueva mercancía M´ que llevada y vendida en el mercado proporcionará el dinero D´.

Así, pues, con el dinero inicial D el capitalista compra todas las mercancías que necesita transformar hasta conseguir el producto P, paga todos los gastos que le origina el proceso de producción que realiza: maquinas, naves, electricidad, transportes, etc., y los salarios de la mano de obra que necesita.

Evidentemente, la suma de dinero D´ que recibe del mercado por la venta en el mismo de la mercancía M´ ha de ser mayor que la suma de dinero D invertida inicialmente, dado que tiene que volver a repetir el proceso productivo para seguir ganando dinero y además llevarse el dinero que necesita para su propia subsistencia y  la de su familia.

Supongamos que un empresario hace muebles de madera y gasta para fabricar los muebles que hace:

100 en madera.

20 en gastos de fabricación.

50 en salarios de los trabajadores.

El total de lo gastado por el empresario en la fabricación de los muebles que lleva al mercado para su venta es de 170 (D)

Si el empresario vendiera en el mercado los muebles fabricados por el mismo precio que a él le costaron, es decir, por 170, no ganaría nada, y por consiguiente no le interesaría seguir fabricando muebles, puesto que su capital no sólo no crece sino que además presta un servicio a otras personas del que el capitalista no se beneficia, en cuyo caso cerraría la empresa, y en consecuencia, para no tener que cerrarla; hacer crecer su capital mediante la repetición del ciclo productivo y poder vivir él y los suyos, los muebles que le costaron 170 los tiene que vender, por ejemplo a 200 (D´)

En este último caso, que es lo que normalmente acontece en el ciclo productivo, se ve que se cumple la condición de que D´ (dinero obtenido en el mercado por el empresario al vender el producto P) es mayor que D (suma total de dinero que el empresario invirtió para producir el producto P)

La diferencia entre D´ y D es lo que se llama la plusvalía o beneficio del capitalista.

D´ –  D = Pv

Que en el ejemplo que se ha puesto la plusvalía es:

200 – 170  = 30

Es decir, que al empresario después de vender en el mercado la mercancía producida le queda dinero (170) para volver a repetir su ciclo productivo  particular y poder seguir acrecentando su capital, además de 30 para vivir. Y de aquí ya se pueden extraer dos conclusiones que son incuestionables:

Una, que el incremento del valor de la mercancía M que se convierte en el producto P que el empresario lleva al mercado para su venta se debe al trabajo que los trabajadores hacen sobre la materia prima.

Otra, que el empresario vive de la plusvalía, es decir, del trabajo que realizan otros: los trabajadores, de los que se apropia una parte del valor creado por ellos.

(4)

En el caso de que el empresario realizará alguna función relacionada con el proceso productivo tendría asignada una cantidad como sueldo por esa función, y desde este punto de vista sería un agente productivo más, por lo que recibiría su correspondiente salario, y esta cantidad ya estaría incluida como cualquier otro gasto en la mano de obra que tiene que realizar el empresario para realizar su negocio.

De lo acabado de mencionar se podría concluir que la función del capitalista en el proceso productivo no es necesaria, a diferencia de la función de dirección que es imprescindible, y que la podría realizar cualquiera sin tener que ser necesariamente capitalista.

Si se relaciona la plusvalía obtenida por el capitalista con la cantidad total de dinero que ha tenido que invertir para obtenerla, se tiene la tasa de ganancia del capitalista g´ es:

g´  =   Pv / D     [ 2 ]

En el ejemplo numérico puesto la tasa de ganancia g´ del capitalista es:

30 / 170 =  0,176

Ahora bien, la suma total de dinero (D) que el capitalista invierte en la explotación de su empresa está compuesto de dos partes: lo pagado en salarios a los trabajadores que se llama capital variable (V),  y todos los demás gastos necesarios para la explotación de su negocio como son las instalaciones, maquinaria, materia prima, etc., que llamamos capital fijo y que representamos por C. Es decir:

D = C + V

Si en la fórmula [ 2 ]  sustituimos D por su valor, C + V, tenemos que la tasa de ganancia (g´ ) del capitalista puede ser representada por la fórmula:

g´ = Pv / C + V     [ 3]

Como puede observarse las fórmulas [ 2 ] y [ 3] son idénticas:

g´ = Pv / D = Pv / C + V

Si ahora a la formula [ 3 ] la dividimos por V (gastos en salarios a los que hemos denominado capital variable) tenemos que la tasa de ganancia g´ del capitalista es:

g´ = ( Pv/V) / [C/V + V/V]    [ 4 ]

Observando la expresión [4] vemos que:

1º) El numerador está formado por Pv / V , que es la tasa de plusvalía (relación entre la plusvalía obtenida y la cantidad de dinero pagada en salarios para poder obtenerla), es decir:

p´= Pv / V

2º ) El denominador de [4] lo forman la suma de C/ V y V / V, pero C / V representa la composición del capital orgánico (relación entre el capital fijo y el capital variable), es decir:

o´ = C / V

3º)  V / V = 1

Con lo que la expresión [4] queda reducida a la siguiente:

g´ =  p´ / o´ + 1     [5]

La interpretación literal de la expresión última [5] es la siguiente:

La tasa de ganancia g´ que el capitalista puede obtener de la explotación económica directa de los asalariados que trabajan para él, es igual a la tasa de plusvalía dividida por la composición del capital orgánico que utiliza más 1

Si ahora tomamos los valores numéricos supuestamente reales que se han dado en el ejemplo y los sustituimos en las formulas expuestas, tenemos que:

Capital fijo C ( 100 en madera + 20 en gastos de fabricación = 120)

Capital variable V ( 50 valor pagado por salarios)

Plusvalía Pv = 30

Tendremos que la tasa de plusvalía p´ (Pv/V) es:

p´ = 30 / 50 =  0.6

y la composición del capital orgánico o´  ( C/V) es:

ó = 120 / 50 = 2,4

Llevando estos valores a la fórmula [2] (g´ = Pv/D) resulta:

g´= 30 / 170 = 0,176

y procediendo de igual manera sobre la fórmula [5] ( g´= p´/o´ + 1) tenemos:

g´= 0.6 / 2,4 + 1 = 0,6 / 3,4 = 0,176

Si ahora analizamos la última fórmula y la relacionamos con el ansia infinita que tiene el capitalista de obtener beneficios, lo que le lleva a sustituir constantemente maquinaria y tecnología para abaratar sus costos de producción, a fin de ganar la batalla encarnizada de la competitividad con otros capitalistas, se observará que en la misma medida que realiza esa sustitución de mano de obra por maquinaría y tecnología, el denominador de la fórmula tiende a crecer, y en esa misma medida tienden a bajar su tasa de ganancia g´, la cual llegado un momento se hace cero, y alcanzado este punto en que el capitalista no gana dinero será el primero en querer detener el proceso de producción puesto que no ganará nada.  Con lo dicho queda demostrada objetivamente la inviabilidad del sistema capitalista a partir de un cierto desarrollo de las fuerzas productivas, que es precisamente el momento histórico en el que nos encontramos, y es al mismo tiempo lo que está originando la serie de recortes sociales que se están llevando a cabo en todo el mundo capitalista.

(5)

El capitalismo no es, pues, una creación divina ni se ha generado espontáneamente por las fuerzas de la naturaleza, sino que es producto del desarrollo de la historia que promueven determinados grupos de personas en función de sus propios intereses, ni su funcionamiento obedece a leyes provenientes del más allá, sino que responde a sus propias leyes internas de funcionamiento.

En la historia encontramos diferentes modos de producción: la barbarie, el salvajismo, la esclavitud, la servidumbre y el capitalismo. Cada uno de estos modos de producción se han ido sustituyendo unos a otros, y la razón última que explica esos cambios habidos en los modos de producción a lo largo de la historia, es la no correspondencia entre las estructuras económicas y las estructuras políticas.

La especialización y la división social del trabajo han sido dos elementos fundamentales utilizados por el capitalismo para obtener la mayor explotación económica posible. Estos dos elementos que han sido los motores básicos que ha utilizado el capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas han determinado de una forma objetiva que la producción se haya hecho de forma socializada, en el sentido de que cualquier objeto producido hoy constituye la suma de muchas partes de trabajo de muchos trabajadores, y a veces de trabajadores de distintos puntos del globo terráqueo. Pero en cambio no ocurre lo mismo con las decisiones políticas que promueven y dirigen esa producción social, que como consecuencia de la creciente acumulación y concentración de capitales está cada vez en menos manos, produciéndose una evidente contradicción entre los que con su trabajo producen toda la riqueza existente que son cada vez más y ganando menos, en tanto que los que deciden qué producir, dónde, cuando y cómo, son cada vez menos. Contradicción que por otra parte es irresoluble.

A la demostración aritmética que se ha visto en los artículos anteriores, donde manifiestamente se ve la imposibilidad material de que el capitalismo llegado a un determinado nivel de desarrollo (ya alcanzado) no puede seguir funcionando, se une la contradicción política real y objetiva de que a partir de ese mismo nivel de desarrollo se hace absolutamente antidemocrático.

Estas dos razones (sin entrar en consideraciones morales y de justicia que también las hay) son suficientes para demostrar que cualquier intento de solución a la crisis que no pase por buscar la alternativa para sustituir al  modo de producción capitalista, no hará sino empeorar paulatinamente las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la sociedad para que unos cuantos sigan haciéndose más ricos y con más poder.

Zaragoza Noviembre 2011

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