Contrato de la luz: Precio fijo o variable indexado a mercado. Reflexión sobre el precio del mercado.


Por José Luis Cester

      Por si puede arrojar algo de luz a esta locura de precios de la subasta diaria, ahí van dos noticias con origen en la misma gran empresa eléctrica  en las que por un lado se dice que el precio del mercado no afecta a los clientes, pues…

…tienen un precio fijo contratado, y por otro se ve claramente como rompe esos contratos porque el precio del mercado está caro. La eterna pregunta: ¿es mejor un contrato a precio fijo o uno a precio variable indexado al mercado?

Deia 16/7/2021

Ignacio Galán dice que el alto precio de la luz afecta solo al 10% del consumo y pide alternativas – Deia

     Galán participó ayer jueves de manera telemática en un encuentro empresarial organizado por la sociedad de garantía recíproca Elkargi en Donostia, durante el que recordó que el 90% del consumo energético, en el que se incluye la gran industria, las pymes y una buena parte de clientes residenciales, no se ve afectado por la tendencia alcista del precio de la electricidad, ya que suele funcionar con un precio fijado con anterioridad por un plazo determinado.

El Confidencial 10/8/2021

Iberdrola y otras firmas rompen con grandes clientes en plena escalada récord de la luz (elconfidencial.com)

COMIENZA LA SANGRÍA EN EL MERCADO ELÉCTRICO

     Iberdrola y otras firmas rompen con grandes clientes en plena escalada récord de la luz

   La eléctrica cuenta con una cláusula de salida para contratos firmados antes del aumento de precios. Ha roto con Decathlon o Cirsa, entre otras. Comercializadoras más pequeñas como Visalia también están cambiando condiciones

   Estas son las dos noticias en las que basamos el siguiente razonamiento.

    Hay dos formas de entender la comercialización. Una es realizar un servicio transparente que se presta al consumidor por el que se realizan todas las gestiones de compra de la energía, se elabora la factura donde se incorporan todos los costes reales que la componen, se facilita la relación con la distribuidora y se da toda la atención necesaria al cliente. Por todo ello la comercializadora cobra unos honorarios de gestión que se detallan en la factura, con los que obtiene un lícito beneficio. La otra forma de comercializar es proponiendo un “todo revuelto” donde se contrata un precio fijo, que muchas veces incorpora servicios “premium” extraños, incluso se vende gas y telefonía o seguros si hace falta, y por ello se cobra un precio que nadie sabe qué incluye y que mantiene confundido al cliente.

    En las noticias anteriormente referidas se ve como se intenta tranquilizar al cliente para que no se alarme pues tiene un precio fijo contratado. Y en la segunda, puesto que el precio sigue subiendo y se les genera una gran pérdida, rescinden el contrato porque el precio fijo que firmaron está superado por la subasta diaria. Si ese precio fijo acordado hubiera quedado por encima del mercado, el contrato lo mantendrían vigente.

    La conclusión es que, en los contratos a precio fijo, éste se rescinde si el mercado sube por encima de lo que la comercializadora ha previsto. Y si el mercado baja, el margen es para la comercializadora. En el fondo, un contrato a precio fijo, se convierte en un contrato variable indexado a mercado donde al cliente solo se le deja la parte que le perjudica.

   Analicemos esto mismo en un contrato variable indexado a mercado. La comercializadora traslada los costes reales horarios, tanto de la energía como los regulados y, al resultado que arroje la fórmula pactada, se le suma unos honorarios razonables de gestión. Sin entrar en la complicación del control de la factura, hay muchos métodos para conseguirlo, este modelo le quita todo el carácter especulativo al servicio de suministro de la energía. En este caso la comercializadora realiza la labor de prestador de un servicio, está aliada con los intereses del cliente y, juntos, trabajan operando frente a un sistema complicado para conseguir el mejor coste posible de la factura. Por supuesto hay que elegir una comercializadora que trabaje de forma transparente, rigurosa y honesta.

   En la historia reciente hay muchas comercializadoras que se han “arruinado” porque dieron un precio fijo muy barato: CR, Orus, Alcanzia, etc. En esos casos hicieron una apuesta a que el precio del mercado bajase y sucedió lo contrario. Si hubieran acertado se habrían “forrado”. Con su quiebra el sistema reparte entre todo el sistema los costes que dichas comercializadoras no han atendido. Muchos de esos directivos y empresarios que intervinieron en esa decisión especulativa han reaparecido con otras nuevas marcas.

   Para especular con los precios está el mercado de futuros o la contratación de energía a largo plazo u otras formas de compra. Pero ligar ese papel especulador al servicio de la comercialización no es bueno.

   Las administraciones públicas deberían potenciar el contrato indexado a mercado y no contribuir a esa fiebre especuladora de muchas comercializadoras. Es la propia administración la que ha creado el mercado y, por lo tanto, debe favorecerlo y hacerlo fuerte apoyándose en él como base para la contratación del suministro eléctrico. Hay ejemplos como la FEM o la DGA u otras, que siguen pensando que contratando a precio fijo y a una sola comercializadora, consiguen mejores condiciones. Con eso sólo consiguen reducir la concurrencia y fomentar las bajas temerarias. Sólo si el mercado se mantiene estable, los contratos arrojan un margen lógico. Si el mercado se desploma se generan grandes beneficios y si sube, como en esta ocasión, esos contratos provocarán pérdidas y rescisiones. La administración pública no debería contribuir a esos desequilibrios.

   Esto en cuanto a la gestión de los contratos de suministro de energía, sea cual sea su precio. Pero analicemos la situación actual del mercado.

   El precio en el mercado mayorista se fija diariamente en una subasta que organiza OMIE (Operador del Mercado Ibérico de la Energía). A ese mercado acuden los vendedores de energía, ya sea renovable o no, y los compradores de energía. En el primer grupo están los productores de energía nuclear, los de energía renovable (solar eólica, hidráulica, etc) y los de energía procedente de los combustibles fósiles (gas, petróleo, carbón…). Y en el grupo de los compradores están las comercializadoras en su mayor parte, aunque también hay consumidores directos al mercado. Esta subasta se organiza principalmente sobre la base de dos variables: demanda de energía y precio de compra venta. Eso se gestiona por medio de un algoritmo diseñado por OMIE que primero cruza oferta y demanda de las tecnologías más baratas y suelen ser aquellas que no tienen capacidad de ser gestionadas o almacenadas. La generación nuclear es muy rígida y entra siempre en el mercado a un precio bajo. Esa oferta de energía nuclear no cubre la demanda y entra a continuación una nueva tecnología más cara, que en general es la renovable, para seguir el proceso de atender la demanda. Si con toda esa oferta no se ha cubierto las necesidades de energía, las centrales de ciclo combinado, que son de gas, ofertan un precio más caro y casan también la energía que han ofertado. Si aun así no queda cubierta la demanda entran otras tecnologías gestionables que pueden decidir cuando producen y cuando no, y ofertan aun un precio mayor. Así sucesivamente hasta que el último kilowatio ofertado cubre todas las necesidades de energía demandada. Es entendible que el ciclo combinado oferte un precio caro porque el gas y los derechos de CO2 están caros. Pero lo que está sucediendo en esta larga etapa de precios caros es que la generación eléctrica de las centrales hidráulicas es la que cierra el precio de casación. Estamos asistiendo a los precios más altos de toda la historia del mercado eléctrico. Hay que decir que las centrales hidráulicas tienen el agua gratis, es decir el “combustible” no les cuesta, y solo tienen que cargar los costes de explotación y mantenimiento. El beneficio que están obteniendo los grandes grupos eléctricos con la generación es muy grande.

   Otra clave para que se entienda el mercado eléctrico diario es que las cuatro grandes compañías ofertan aproximadamente el 80 % de la energía que se genera. Y tienen todas las tecnologías: nuclear, ciclos combinados, renovables solar y eólica y, por supuesto, la joya de la corona: la hidráulica. Pero es que esos mismos grupos con compañías de diferente razón social, compran el 80 % del mercado. Es decir, blanco y en botella. Por supuesto dicen que no hay influencia en la toma de decisiones de unos consejos de administración a otros. Pero todos tienen un mismo jefe común en la presidencia. Quizá esto sea una guerra para cargarse el PVPC (Precio Voluntario del Pequeño Consumidor) indexado al mercado donde no ganan dinero, o a lo mejor el caso Villarejo también influye, o a lo mejor no, pero lo cierto es que tienen todas las herramientas para influir en el precio.

   Igual que Wall Street se suspende cuando hay un desplome, quizá la ministra debería hacer algo parecido: suspender el mercado durante unas semanas y fijar un precio razonable hasta que esto se calme. Y por supuesto, la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) podría limitar la participación hasta una determinada proporción en el mercado de casación de precios de grupos compradores y vendedores simultáneos.

  El mercado de la comercialización con estas turbulencias ya no será igual. Cierto es que está demasiado atomizado y no es lógico que haya tantas comercializadoras. Quizá este también sea uno de los objetivos perseguidos por las grandes compañías eléctricas: recuperación de mercado y defenderse de las petroleras que quieren entrar sin contemplación en el mercado eléctrico.

  Y mientras tanto, llueve en España y caen los millones en Italia.

  ¡Viva el libre mercado!

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