Alberto Gómez Ascaso expone en la Lonja


Por Miguel Ángel Yus

Nace en Zaragoza en 1963. Escultor y doctor en Filosofía. Como profesional de la Escultura ha realizado numerosas exposiciones dentro y fuera de España y cuenta con abundante obra pública.

Como teórico, especializado en Filosofía del arte, ha trabajado como profesor en la Universidad de Zaragoza y publicado artículos y hace pocos meses nos prestaba su libro “el Arte como voluntad de Suerte”.


Como nos recuerda Rafael Ordóñez “Alberto ha llegado a ser en la actualidad el único escultor auténticamente profesional con taller abierto y activo todos los días del año, en la ciudad de Zaragoza, y tal vez en toda la comunidad aragonesa”.


En la actual exposición de la Lonja nos muestra una amplia obra de muchos años de trabajo y búsqueda. Sin duda, la voluntad de su arte, le lleva desde temprana edad a sus temas vitales, la escultura y la filosofía, influenciándose mutuamente los dos. Que mejor para ir comprendiendo a Alberto Ascaso que utilizar sus propias tesis y sus propias palabras.


Vamos a extraer textos de su último libro “el Arte como voluntad de Suerte”, una reflexión sobre “George Batalle”. Que nos explican certeramente, las obsesiones, búsquedas y aciertos que Alberto Gómez nos ofrece.

*****La experiencia de la creación artística, por una parte, busca una manera de abordar la pregunta por el arte desde una perspectiva hasta ahora poco estudiada, la experiencia interior de la persona que se acerca a una obra de arte precisamente en el instante mismo de la creación, en el momento justo de traspasar esa puerta.


Habitualmente el arte suele abordarse desde perspectivas históricas, sociológicas, e incluso psicológicas, suele tratarse la obra una vez terminada o a veces antes de ser comenzada, pero creo que hay un pequeño hueco sin explorar, precisamente el de la obra de arte mientras se está haciendo. Es esta perspectiva la que he tratado de plantear como una manera diferente de entender lo que es una obra de arte.


Durante mucho tiempo la dedicación profesional a la actividad artística y el estudio de la Filosofía siguieron caminos paralelos. A veces se entrecruzaban, pero en general se mantuvieron siempre a una prudente distancia. Llegó un momento, sin embargo, en que me planteé una posibilidad de confluencia, quise saber hasta que punto era posible realizar una reflexión filosófica sobre la experiencia del arte.


¿Es posible entonces, compartir lo ocurrido durante el instante estático que hemos considerado experiencia de creación? ¿Es posible imaginar esa amistad cómplice entre quien realiza la obra y quien la contempla después? Sólo si esto fuera posible, si pudiéramos vivir esa experiencia, si fuera posible tal comunidad, entonces seria posible pensar en el arte como transgresión del limite, y solo así podríamos considerar artística una obra en función de la experiencia creativa.

Siguiendo el rastro de unas huellas, sin duda podríamos haber seguido otras. Pero este itinerario nos ha conducido hasta descubrir las posibilidades que entraña dejarse guiar por la experiencia intima de cada uno, la experiencia de la entrega incondicional a la vida, la del si mas rotundo, sincero y arriesgado. Es esta misma aceptación la que nos pone en juego en la vida, la que nos da la posibilidad de no ser meros espectadores, e implicarnos en los laberintos más oscuros y en la cegadora luz del azul del cielo.

Esta puesta en juego de uno mismo, sin reservas, sin dioses ni probabilidades, es la aceptación total de la suerte como única guía, no con resignación pasiva y decepcionada, sino con la pasión de quien desea vivir la vida, jugarla, de quien quiere verdaderamente la suerte, sin invocarla ni traicionarla, de quien en su experiencia interior muerde y escupe la cabeza de la serpiente, de quien realiza un intimo viaje hasta el limite de lo imposible, con sincera voluntad de suerte. Tan solo algunos filósofos y artistas han seguido el camino de la experiencia, solo algunos han buscado en sus propios limites el origen mismo de su pensar, los que se han aventurado hasta los confines, hasta el éxtasis, la poesía, la “petite mort” en toda sus posibilidades. Y tal vez, como nos recordaba Morey, son solo unos pocos de estos los que han sobrevivido para contarlo, los que no han caído en el horror sin retorno de la muerte o la locura.

He querido centrar la mirada en uno de los caminos que más claramente, desde el principio de los tiempos, el ser humano ha seguido para ejercer su soberanía, su libertad: el camino del arte, una de las formas de experiencia extática, que muestran un mundo, por el que viajar hasta más allá de los límites de la consciencia. Uno de los caminos en los que el homo sapiens, como el homo ludens, ha podido transgredir los limites que el mismo ha fijado, por el que puede salir del proyecto, mediante un proyecto.

Esta manera de acercarnos al hecho artístico, es ajena a lo que tradicionalmente se ha clasificado como estilos artísticos, y también a los planteamientos teóricos que han pretendido definir el deber ser del arte. Atiende exclusivamente al proceso mismo de la creación artística, al momento mismo, como instante eterno, de crear: la creación artística como voluntad de suerte.*****

Como queda claro, las reflexiones de Alberto, son el mejor discurso que se puede dar para explicar su trayectoria vital y su obra artística y filosófica. Ofrécenos durante mucho tiempo tu búsqueda.

Un abrazo Alberto.

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