La Ilíada de Clásicos Luna en Sagunto

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Por Manuel Hernández y Silvia Ferrer
Fotografías: Julia Monzón, Manuel Hernández y Esther López

    En esta pequeña crónica, dos profesores del Departamento de Lengua Castellana y Literatura del IES Pedro de Luna hacemos un alternancia de impresiones sobre la experiencia de acompañar a la compañía “Clásicos Luna” a Sagunto, a la representación de “La Ilíada”.

   Ya se había estrenado en Zaragoza en el Teatro de las Esquinas, pero el estreno en Sagunto –en un escenario como Sagunto siempre es un estreno la obra- era especialmente emotivo, por el lugar, por la incorporación de alumnos que aún no habían actuado, por la distancia, el viaje… En esta crónica de dos profesores observadores y participantes, queremos rendir homenaje, con mucho cariño, no se puede ocultar, a este proyecto colectivo escolar, del que nos sentimos, es evidente, muy orgullosos.

    I ¿Qué hace un profe como tú en un sitio como éste?

    Manuel: Compromiso: “Dije que sí, que cogería la furgoneta de la escenografía…”. Compañerismo y amistad: “Me siento muy a gusto con los organizadores y directores artísticos”. Responsabilidad: “Me siento útil supervisando la intendencia de los alumnos mientras no actúan o cuando lo hacen”. Satisfacción: “Es muy grato ver el espectáculo, a nuestros alumnos hechos unos actores, y al público, tan variado, tan desconocido, encandilado invariablemente por ellos”. Formación: “Ver en primera línea -o varias, si hago fotografías- la representación; asistir a la dirección; visitar espacios escénicos tan memorables; compartir con el alumnado su experiencia de crecimiento…”.¿Cómo puedes negarte a acudir a la llamada de José Ángel Alegre, de Clásicos Luna.

    Silvia: Cuando me ofrecieron la oportunidad de acompañar a Clásicos Luna en una de sus actuaciones, no me lo pensé. Era una oportunidad única para conocer cómo se vive una representación entre bambalinas rodeada, además, de una compañía de lujo. No me imaginaba entonces el trabajo que hay detrás de la puesta en escena de una obra de teatro de estas características pero sí que quería empaparme de esa nueva experiencia.

    II ¡Madrugamos para vencer! ¿Espartanos?

    M: Una salida como otra cualquiera de Clásicos Luna, especialmente fuera de la ciudad, es un “sacrificio” profesional, personal y familiar. Exige reorganizar todo el tiempo que vas a estar fuera. Independientemente de lo que dejes de hacer en casa, con tu familia, también en las clases se resiente tu ausencia. Es de agradecer la infraestructura que facilita la salida, y que el profesorado de guardia esté al tanto de la ausencia. Aún con todo, por mucho que dejes todo preparado, el regreso te coge un poco con el “talón herido” y regresas despistado, pues has estado en “otro mundo”, otros ritmos, otros horarios…

 

   S: La salida de madrugada supone un esfuerzo que, poco después, tiene su merecida recompensa. Ya en el autobús los nervios previos se dejan notar y la adrenalina se siente entre los alumnos, profesores y directores artísticos. Estos momentos sirven para repasar el texto, ultimar detalles de escena y aclarar dudas para que todo esté en su punto al llegar a nuestro destino.

    III Llegada… Aterrizaje… Preparativos… ¿Y hasta que empieza…?

    M: Si todo va bien en el viaje -por fortuna, las musas y dioses suelen ser favorables-, llegamos con tiempo suficiente para desmontar de la furgoneta la escenografía, montarla en el escenario, maquillaje y vestimenta de actores, repaso y ensayo de movimientos… Increíble, has llegado a tiempo, pero siempre falta tiempo. En Sagunto era la tercera representación, aunque para algunos alumnos, los más nóveles y jovencitos, la primera. Y era la primera en un escenario tan grande. ¡La primera a la luz del día! Sin el encanto y el secreto que propician las luces y los espacios cerrados: “A pelo”. ¡Uy qué lío! En ese preciso instante de dos horas parecía que no iba a funcionar el engranaje cuando llegaran los centenares de espectadores…

S: Al llegar se hace patente la necesidad de trabajar en equipo para que todo salga según lo previsto. La capacidad de trabajo en grupo es excepcional entre todos. Descargamos la furgoneta con toda la tramoya necesaria, ayudamos a peinar, maquillar, vestir, colocar el escenario… En esas pocas horas entre la llegada y la función se suceden los momentos de mayor nerviosismo pero, incluso en esos momentos, la complicidad y apoyo entre los miembros que conforman la compañía es admirable.

    IV Tus alumnos en el escenario. ¿Proceso de enseñanza / aprendizaje en el escenario?

 M: Pero sí, todo funciona, gracias a la Fortuna y, sobre todo, al trabajo previo, a dos años de preparativos y ensayos, a la ilusión y energía que ponen los más novatos y a la experiencia y apoyo de los más veteranos. Se me ocurre comparar la sensación a la que tengo cuando elaboramos un guion para un corto y lo grabamos y montan los estudiantes: nos transformamos en un equipo compenetrado de personas. En cada ocasión que he participado en una representación con ellos, aunque mi misión es muy escueta y durante la actuación prácticamente nula –como mucho los veo tras un objetivo para que luego les sirvan esas imágenes para verse y mejorar-, me siento parte del equipo, y lo soy. Y siento los nervios, y lamento los fallos, y experimento una gran satisfacción al ver cómo los resuelven, y el orgullo de los aplausos, que me salpican, porque formo parte del grupo. Cada año que pasa, mis exalumnos cobran más funciones, sustituyen incluso labores de maquillaje, grabación, asistencia. Un gozo para ellos, una gozada para mí, verlos crecer y practicar su vocación artística, quizá su futuro laboral. Y ver a los compañeros, los jubilados, actuando al lado… Otra envidiable satisfacción, un orgullo -¿Corporativo? No, ¡un orgullo personal y de amistad!-.

    S: Cuando llega el momento de salir a escena la obra va tomando la forma adecuada. El trabajo detrás del escenario es intenso pero se vive con la ilusión que requiere la situación; las entradas y salidas, los cambios de vestuario, las entregas de micrófonos, la compenetración entre alumnos y profesores… Lo que más satisface es ver a tus alumnos implicados en un proyecto tan bonito, sintiendo las emociones que trasmite la interpretación ante el público. Te hace ser parte de un equipo en el que cada cual es importante sea cual sea su misión. Y el momento final, sentir al público, sus aplausos, es verdaderamente reconfortante. En ese momento todo ha merecido la pena.

    V ¿Repetiríamos?

    M: Sí, volvería a repetir por compromiso –además que no se ofrece nadie, al parecer, para llevar la dichosa furgoneta de los trastos (cariñosamente le digo yo, reciclados, reinterpretados, realzados continuamente)-… Y por compañerismo y por lo bien que lo paso. Me siento muy a gusto en ese equipo, en estas experiencias. Merece la pena, aunque sólo compensan los sacrificios del viaje estas dos cosas: pasarlo bien –sinceramente, se pasa muy bien-, y comprobar cómo los alumnos trabajan, se esfuerzan, conviven, y aprenden sobre la vida a través del teatro.

    S: Si tuviera la oportunidad de volver a vivir una experiencia como esta junto a Clásicos Luna repetiría con los ojos cerrados. No solo es una experiencia el poder compartir con tus alumnos esos momentos de unión que no vives en el día a día del centro, sino que disfrutas del mundo del teatro con una perspectiva nueva que te enriquece en todos los niveles.

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