Por José Joaquín Beeme
Torre-de-BBabbelle. Mi tocayo GG Belli, poeta dialectal romano, llamaba así a las manadas de gente que fluyen, como un río con muchos guijos, por las calles de su ciudad.
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia
Nada ha cambiado; la belleza sigue intacta, el implacable asedio de Turistán, también, sólo que ahora despliega mayores insolencias plebeyas. En ese dédalo de palacios, obeliscos, iglesias y catacumbas, paseante en parque augusteo o vaticano, esta primavera se estrena una nueva edición del mujerío internacional: nínfulas de todas las provincias de aquende y allende el imperio, Evas irradiadas del epicentro de la Sixtina, Erotikones que para sí Goethe quisiera, lozanas ciumachelle que son —estamos con Trilussa— las auténticas estrellas de Roma, todo es guayabería irruente y exhibicionismo en flor. Más que para ver monumentos ilustres del pasado, aquí se viene a verlos perfilarse en vivo por entre milenarias piedras, calzadas rebutidas, museos superpoblados.
Nada, en ese desparrame multicolor y ocioso, hace pensar en los oscuros, primitivos orígenes de la Urbs, cuando apenas un puñado de fieros pastores se arrancaban a dentelladas cachos de viejo Lacio. Los ha imaginado Matteo Rovere en El primer rey, protagonizando los gemelos capitolinos salvajadas ajenas a cualquier épica bajo el dictado del ardor guerrero (Remo) o del temor sacro (Rómulo) para sentar el cuadrado fundacional. En esa reconstrucción para RAI Cinema las mujeres, pocas y reducidas al silencio o al verbo profético, aparecen como vestales anuladas por el vendaval macho. Menos hijos de loba que de mignotta, expandirán sus reales por el mundo conocido y crecerán en número hasta ser legión.
A cebarse en los despojos de esa latinidad conquistadora vienen ahora ciudadanas de todo el universo low cost, reeditando las vacaciones en moto de Audrey Hepburn, el baño olímpico de Anita Ekberg, la ciudad-cine de Anna Magnani, las noches peripatéticas de Giulietta Masina, el signo de Venus de Sophia Loren, la metafísica EUR de Monica Vitti.
“Feminae notitiam habere!” (César, De bello Gallico, 6, 21).
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