Haití y las tinieblas informativas.


Por Agustín Gavín

Hace un par de meses hablábamos de los patios traseros de los países ricos o al menos donde viven los más ricos. Rusia ha invadido uno de sus patios, Ucrania.


Agustín Gavin

Corresponsal Internacional del Pollo Urbano y Presidente de www.arapaz.org    

     La lista de ejemplos donde Rusia ha lanzado sus zarpas imperialistas empezó cuando todavía era la URSS.  Primero en los años sesenta -setenta el Pacto de Varsovia invadió Hungría y Checoslovaquia. Que fácil resultó colocar un gobierno títere, no como ahora en Ucrania, luego vino su desastre particular de Afganistán y ya en tiempos más recientes Chechenia, Georgia, Azerbaiyán, Armenia, hace un año Kazajistán y últimamente el pulpo belicista se estableció en Siria, seguro que nos dejamos alguno.

       Esta vez el latrocinio fronterizo le ha tocado a Europa y han desaparecido de momento de la mayoría de los medios de comunicación el resto de los conflictos bélicos y de las crisis humanitarias. La usurpación de soberanía a través la invasión ha relegado otras informaciones también muy preocupantes. La memoria colectiva tendrá que ponerse al día de situaciones de desamparo en distintos lugares del planeta por catástrofes relacionadas con los desastres naturales o por graves crisis económicas.

    Tendremos que habituarnos al dilema de elegir entre lo urgente o lo importante, difícil paradigma para el día a día. El estado de necesidad campa a sus anchas en regiones como el desierto del Sahel que lo componen una decena de países en África como consecuencia del cambio climático, u otros donde también millones de personas han sido abandonadas a su suerte, a su mala suerte como es el caso de Haití. Se habla poco habla del patio trasero de Arabia Saudí, una democracia anacrónica donde las mujeres por ejemplo están tutorizadas por un estado teocrático mientras la conjunción de emires y petróleo sigue sojuzgando a su vecino Yemen con una prolongada guerra de baja intensidad que se está llevando cientos de víctimas por hambre y epidemias.  No se habla de Etiopía ni de los refugiados por la guerrilla entre Mozambique y Tanzania. En el Líbano, casi está peor la mayoría de los ciudadanos libaneses por la grave crisis económica que el millón y medio de refugiados de la guerra de Siria que acogen en su territorio. Se están extendiendo los problemas xenófobos, hay colectivos políticos perfectamente sintonizados, aunque hablen distintos idiomas, a los que les viene muy bien utilizar la mezquindad del enfrentamiento de pobres contra pobres para azuzar el odio en las redes sociales y extrapolarlos a la política nacional de casi todos los países europeos, utilizando la desesperación de la migración como programa máximo en las campañas electorales.

    Mientras tanto. Siria entra en estas fechas en el onceavo año de guerra y sigue siendo un banco de pruebas de la diplomacia agresiva rusa. Podríamos aburrirnos hablando de muchos más desajustes irracionales provocados por la condición humana.

    También contamos en el Pollo Urbano hace más de un año la situación en Haití, quizá el país más pobre del mundo, un auténtico estado fallido de manual, donde la comunidad internacional ha arrojado la toalla.

    No hay petróleo como en Irak, no hay minas de oro y de diamantes como en algunos países africanos, tampoco hay litio y tierras raras para abastecer la tecnología moderna como las que hay en el Mar Negro, la obsesión de Putin y sus amigos de la oligarquía rusa para explotarlas es lo que ha llevado a la sinrazón bélica.

    Desde el último proyecto que hicimos en Haití de distribución de ayuda humanitaria hace cuatro años la situación ha empeorado. Después de ese tiempo hemos vuelto a hablar con Oswaldo, un cooperante caribeño con el que estuvimos distribuyendo ayuda humanitaria en Thiotte, cerca de la frontera con la Republica Dominicana y lo que nos dice corrobora el callejón sin salida en el que se encuentra Haití.

    Nos cuenta Oswaldo que la abrumadora situación de deforestación tiene su origen en el estado de precariedad que vive la población, terremotos, huracanes, epidemias la última la COVID, que en los últimos años han llevado a muchas comunidades a talar árboles para hacer leña como elemento de subsistencia incluso para alumbrarse.

    La población rural de Haití, continua su relato, no tiene acceso a servicios básicos como la nombrada electricidad, agua potable, educación, salud. Las posibilidades económicas de la población están deteriorándose día a día, la falta de iniciativa económica y la no intervención del estado les obliga a ejercer una presión continúa sobre los ya escasos recursos leñosos para convertirlos en carbón vegetal. Muchas instituciones y organizaciones han intentado poner en marcha proyectos de reforestación sin éxito porque se han abordado de forma deficiente. La deforestación aumenta día a día y las consecuencias son imaginables porque tampoco existe una política pública para proteger el medio ambiente.

   Todo esto nos cuenta Oswaldo que domina tres idiomas, el español, el francés y el otro idioma oficial haitiano , el criollo, el más necesario para su trabajo en las comunidades semi aisladas en las montañas. Ahora está trabajando como ingeniero agrícola en una ONG de EE. UU.  enseñando a niños capacitación agraria. Muchas asociaciones han desistido de formar adultos y han decidido apostar para el futuro.

     Las bandas armadas sobre todo en Puerto Príncipe, Departamento Oeste de Haití, campan a sus anchas y los secuestros son el pan de cada día. Secuestraron médicos dominicanos que iban a ayudar con la pandemia y misioneros franceses un mes después. Los extranjeros es el plato preferido, al maletero y llamada a la embajada correspondiente, secuestro exprés. Esto hace muy complicado el trabajo solidario, sería conveniente que alguna policía internacional activara la seguridad, aunque ya estuvo la ONU y cayó en el descrédito por sus malas prácticas.

    La información que recibimos de Oswaldo y de Nacho, cooperante dominicano en la zona, así como de algunos medios de comunicación locales como Le Nouvelliste o Haití Libre es puntual. Un tupido telón informativo por la prioridad de la invasión rusa de Ucrania obliga a buscar datos con contactos y en redes sociales y lo peor de todo es que ya está acuñado el término conflictos olvidados.

  Las tinieblas informativas son producto de la hiperinformación bajo el criterio de las grandes redes de comunicación que les preocupa más la audiencia que profundizar en los orígenes de los conflictos, siempre ha sido así. Difícilmente se encuentran análisis de calado que pudieran llevar a evitar futuros enfrentamientos para que la sociedad civil deje de ser quien soporte las consecuencias de torticeros intereses geoestratégicos. El lado positivo, que lo hay, es la capacidad que tienen los medios de mover la solidaridad en corto espacio de tiempo y es lo que ha pasado con la guerra en Ucrania, pero las crisis enquistadas continuarán, como continuará la desinformación en la mayoría de la opinión pública.

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