Italia: Franceschino


Por José Joaquín Beeme

     Días fueron ajetreados, pues partía el Giro y las calles en torno a San Petronio estaban colapsadas por la contrarreloj, muchedumbre y tenderetes tropezando bajo una lluvia fina.

Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia

     Suerte que Carla nos llevó a recorrer su Bolonia íntima: las tascas estudiantiles por la parte del Museo de la Resistencia, los restaurantes recoletos de San Esteban y sus siete iglesias (encastradas una en otra, por encima de un remoto culto a Isis), el mercadillo del usado en el claustro franciscano de los Glosadores, mientras el resto de la ciudad aparecía espectral, como si Amenábar estuviera a punto para otra escena pesadillesca. La Cineteca, claro, tenía que atraparnos con sus primorosas restauraciones: nos regaló ediciones críticas de Chaplin y Bellocchio, el testamento frágil de Agnès Varda. Y entre noches pintorescas, ya en el hotel Novecento, ya, merced a nuestros anfitriones, en una hospedería del círculo de oficiales, dentro del espartano cuartel Cialdini, recalamos finalmente en el Colegio de España. Recordaba a los bolonios de mis tiempos de Derecho, perfumados de glamur jurisprudente, pero nunca había puesto los pies en el caserón del cardenal Albornoz, que ocupa una manzana amurallada en el corazón de Bolonia. En su casa de Cervantes vivimos una velada, esmaltada de autoridades, en la que se promovía un (hasta ahora) desconocido autorretrato de Goya en sus veinte, cuando su viaje de aprendizaje a Italia y su concurso parmense. Abrió el mejicano Pedro Alcacer, hijo de republicanos catalanes en el exilio, que nos deleitó con una selección de maestros renacentistas del arte de la vihuela, y a continuación el rector y el presidente de la Libre Academia de Estudios Caravaggescos dieron paso a las conferencias: entre análisis de técnicas y pigmentos y reconstrucciones de itinerarios y frecuentaciones, del ambiente romano de fines del XVIII, supimos de las fatigas cisalpinas del bisoño Paco, paisano-espejo que aquí tanto admiran y que un empeñado grupo de coleccionistas está alistando para las próximas celebraciones de Parma como capital italiana de la cultura.

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