Oxitocina: La hormona del amor.

143oxitocina
Por Jesús Sáinz

        La oxitocina es una hormona sintetizada por células nerviosas cuyo nombre viene de las palabras griegas «rápido» y «nacimiento» y que también es conocida como la «molécula del amor» o «la molécula afrodisíaca».    Es una hormona relacionada con los patrones sexuales y con la conducta maternal y paternal que actúa también como neurotransmisor en el cerebro.

     Se asocia generalmente con rasgos positivos como la confianza, la cooperación y la empatía, pero se ha descubierto recientemente que también puede hacer a la gente más deshonesta cuando sus mentiras sirven a los intereses de su grupo. Un estudio de investigadores israelitas y holandeses publicado en marzo del 2014 en Proceedings of the National Academy of Sciences de EE.UU. así lo ha demostrado.

     Según uno de los directores del estudio “esta molécula no hace a la gente más moral o inmoral. Lo que hace es cambiar el interés de la persona hacia sí misma y enfocarlo en el interés por el grupo (o tribu) al que pertenece.” Estos hallazgos que demuestran nuevas implicaciones de la hormona con el comportamiento son consistentes con numerosas investigaciones que muestran que los efectos de la oxitocina son complejos. Dichos efectos pueden ser sociales o asociales, dependiendo de la situación y de las diferencias individuales.

     Durante décadas los estudios en animales han demostrado que la oxitocina está implicada en el comportamiento social. Por ejemplo, consolidando los vínculos de relaciones monógamas en los ratones, en la ovejas o en los corderos. Algunos experimentos preliminares en humanos han vinculado a la hormona con comportamientos como la confianza y la sensibilidad emocional, lo cual le ha generado el apodo de “hormona del amor».

     Sin embargo, estudios recientes han demostrado que la oxitocina tiene su lado oscuro. Dependiendo del contexto, puede disminuir la confianza en los demás, reducir la cooperación, o desencadenar sentimientos negativos como la envidia y el deseo del mal ajeno. En 2011, se encontró que la hormona podría generar la tendencia a considerar el grupo étnico o cultural al que el individuo pertenece como más importante y superior a los demás grupos.

     El estudio mencionado al principio de este texto, consistió en un doble ciego, es decir un estudio donde los individuos no saben si pertenecen al grupo experimental o si son parte del grupo al que se les suministra un placebo. Se realizó en 60 voluntarios que participaron en un juego simple, después de inhalar oxitocina o un placebo.

     Se trabajó en equipos de tres y se pidió a los voluntarios adivinar si iba a salir cara o cruz antes del lanzamiento de una moneda. Una vez que vieron el resultado, se les pidió informar de si habían adivinado correctamente. Las respuestas correctas les proporcionaban dinero y las incorrectas equivalían a pérdida de dinero. Las ganancias o pérdidas se dividían en partes iguales entre los tres compañeros del grupo.

     Se encontró que los voluntarios mintieron en el número de adivinanzas correctas con la intención de ganar dinero. En promedio, los individuos que tomaron placebo mintieron menos que los individuos que tomaron oxitocina. Aunque ambos grupos afirmaron haber acertado más de lo esperable por azar. Los grupos que tomaron placebo afirmaron haber adivinado correctamente el 67 por ciento de las veces, mientras que los que tomaron oxitocina dijeron haber acertado el 80 por ciento de las veces y, además, respondieron más rápidamente, es decir les costó menos mentir.

    Lo interesante del experimento, es que cuando se repitió, pero en lugar de hacerlo en grupos se hizo individualmente, las respuestas fueron honestas en general. La diferencia fundamental del experimento era que las ganancias o pérdidas de dinero afectaban al individuo no al grupo.

    Estos resultados indican que la oxitocina podría impulsar un comportamiento deshonesto, pero sólo cuando este comportamiento beneficia al grupo y no al individuo. Es decir, la oxitocina sería también la hormona de la deshonestidad, aunque sólo cuando se trata de los intereses del grupo o tribu.

     Estos resultados concuerdan con la idea de que la oxitocina es un producto que influye en las relaciones sociales y que puede ejercer influencias sobre el comportamiento humano y generar respuestas diferentes según el contexto. Según como se mire, se podría seguir considerando a la oxitocina como la «hormona del amor», ya que la deshonestidad podría ser por amor al grupo o a la tribu.

142discopSainz
RECUPERANDO MATERIALES

 

1. La Reina Roja

La Selección Sexual 
(Publicado en Octubre de 2004)

     El concepto de que todo progreso es relativo ha venido a conocerse en biología como «la reina roja», utilizando el nombre de una pieza de ajedrez del libro «Alicia a través del espejo».

      La Reina Roja corre perpetuamente sin llegar a ningún lado dado que el ambiente que la rodea se mueve con ella. El equilibrio es un concepto central en las teorías evolutivas: Cambios rápidos en cualquier tipo de ser vivo se corresponden con cambios similares en su entorno. Las especies compiten entre ellas y se adaptan para sobrevivir pero también se necesitan unas a otras. Digamos que si los osos polares comen focas, sobrevivirán mientras las haya y ambas especies alcancen equilibrio evolutivo de la reina roja. Pero la presión selectiva más importante no se da entre las especies sino dentro de la misma especie. Una vieja historia cuenta que un filósofo y su amigo fueron atacados por un león, y cuando el filósofo echó a correr, su amigo le dijo con lógica, «no vale la pena correr, el león corre más que nosotros.» El filósofo le contesto a su amigo, «no necesito correr más que el león, sino más que tú.» Correr más que los demás puede ayudar a sobrevivir pero hay un rasgo más importante que la velocidad para la selección de los individuos. El sexo.

     Una oscura teoría de Darwin mantiene que los animales se comportan igual que los ganaderos de toros bravos. Eligen preferentemente cierto tipo de parejas y de esta forma cambian la raza favoreciendo los rasgos elegidos. Esta teoría recibe el nombre de selección sexual y fue ignorada durante muchos años, aunque hoy es comúnmente aceptada. La finalidad fundamental de un animal no es sobrevivir sino tener descendencia. Es más, si supervivencia y procreación entran en conflicto, prevalece la procreación. La reproducción sería entonces la finalidad fundamental para la cual los seres humanos hemos sido diseñados, el resto es accesorio. Aquellos que tienen descendencia pasan sus rasgos, los demás no lo hacen. Uno se siente tentado de hacer el chiste de que Mozart o Goya estaban motivados sólo por el sexo. Sin embargo, no hay otro argumento que pueda explicar mejor el desarrollo de la naturaleza que la evolución mediante la selección sexual. Todo se hereda excepto la infertilidad. Aquellos rasgos que se reproducen sobreviven, los demás desaparecen, y por tanto la competencia entre los individuos es fundamentalmente sexual.

     Los descubrimientos en genética molecular apoyan las teorías de selección sexual. Dado que los genes se replican  y se transmiten pero el cuerpo no, es lógico pensar que en la evolución el cuerpo actúa como un vehículo para transmitir genes. Y los genes son egoístas. Aquellos que se transmiten (los que favorecen tener descendencia) sobreviven, y los demás desaparecen. El egoísmo de los genes se ve reflejado en el altruismo de los individuos. El sacrificio de un padre o una madre por sus hijos sirve para que los genes que les han transmitido sobrevivan. El altruismo que los individuos sienten por la familia, por la nación, o por el ser humano, tiene un grado que refleja la fracción de genes comunes con dichos grupos. El egoísmo de los genes favorece en primer lugar su propia supervivencia no la del cuerpo que los cobija.

     La selección sexual es tan importante para la vida que ha influenciado el diseño no solo del cuerpo sino también de la mente. La inteligencia y las facultades humanas han sido moldeadas pare que tengamos más éxito en la reproducción. Cierto que la competición sexual se manifiesta de forma diferente entre las especies ya que cada especie tiene una naturaleza diferente. Los  chimpancés (nuestros parientes zoológicos más cercanos) viven en sociedades promiscuas en las que las hembras tienen el máximo número posible de parejas sexuales y los machos matan a los hijos de las hembras con las que no se han apareado. No creo que haya ninguna sociedad humana similar. El ser humano tiene rasgos diferentes que se reflejan en diferentes estrategias de competición sexual. El estudio de los rasgos y estrategias sexuales específicamente humanos es esencial para entender el arte, la política y la economía. Pero la estrategia sexual humana merece un capítulo aparte.