Por Manuel Medrano
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En un año y poco más, tendremos elecciones municipales y autonómicas. Que se acercan es evidente, hay partidos políticos y grupos del “tejido social” que ya hacen ruido moviéndose. Pero las tácticas son distintas, según cada cual y dónde.
Zaragoza es una ciudad difícil, políticamente hablando. Lo pienso de siempre y lo contrasté con Juan Alberto Belloch cuando era alcalde, en el transcurso de una larga y franca conversación después de una cena de celebración. Difícil por demasiado diversa, por descreída, por el desequilibrio entre los urbanitas y los habitantes más tradicionales vinculados a la cultura rural.
Y, en Zaragoza, se desarrollará una de las dos principales batallas. PSOE, PP, Podemos, Ciudadanos, CHA, PAR, IU, ZeC, etc. Cada cual con sus tácticas y sus asuntos por perfilar, aunque el tiempo se acaba y el primero que tenga el “armamento” a punto marcará el comienzo de esa confrontación, que se adivina sin cuartel. Ahí tenemos al PSOE con el dilema del candidato a la Alcaldía (Carmen Dueso sería una opción que daría juego), al PP supongo que diseñando listas y equipos (teniendo especial cuidado a la hora de la selección con las cualificaciones, trayectorias e historias de candidatos y asesores), Podemos que sí que no con el magma ZeC, y ZeC que desde el ayuntamiento de la capital, mientras se montan broncas con las sociedades municipales y circos en los plenos, empieza a multiplicar presencias políticas en actos y a “mover sociedad” de su entorno… y de otros. Con el asunto curioso del enfado de algunos de los históricos al verse desplazados paulatinamente por las nuevas incorporaciones.
IU sobrevive, que no es poco, y procura mantener sus opciones solos o en compañía de otros. El PAR, intentando con denuedo recuperar presencia en la capital, cosa complicada. Y Ciudadanos recibiendo afiliados como consecuencia de las asonadas continuas en Cataluña y de su acertada gestión allí, en opinión de muchos. Es decir, creciendo en Aragón gracias a Albert Rivera e Inés Arrimadas, y acercándose aquí en este momento a Lambán, pactado a su vez con Podemos.
En cuanto a CHA, está haciendo partido, como debe ser. Relativamente cómodos en el Ayuntamiento de Zaragoza, integrados en el Gobierno de Aragón, extendiendo sus estructuras asociativas con éxito callado, más dedicados a ocupar espacios sociales que a salir continuamente en los medios de comunicación.
En el ámbito de Aragón las posiciones, si bien las trabajará cada cual para no perderlas, puede que no den demasiadas sorpresas en Huesca (donde la provincia suele decantarse mayoritariamente por la izquierda) ni en Teruel (aquí las preferencias son por el centro derecha). Otra cosa es, dentro de esas tendencias, a qué partido se apoye dentro del espectro, que ahora la oferta es tan variada como la de una gran superficie comercial.
Y en la provincia de Zaragoza, como es costumbre, amplia división por territorios, con la incógnita importantísima de la capital que, sin embargo, con frecuencia no es determinante para el gobierno autonómico (Luisa Fernanda Rudi gobernó sin que el PP lo hiciese en Zaragoza, y Javier Lambán gobierna con el PSOE bajo mínimos en la ciudad).
Incógnitas, muchas. Por ejemplo, ver el efecto de la situación nacional, política y económica, en los resultados de por aquí. Es decir, cuánto ganan o pierden los partidos por influencia de lo que pasa en España a nivel general. Cuánto pesan en la balanza los valores de las candidaturas y fiabilidades de cumplimiento programático de los contendientes en Zaragoza y Aragón. Cuál es el peso relativo de los valores añadidos de los candidatos a la hora de obtener resultados en esta tierra (valores añadidos personales cuya existencia niegan algunos aparatos políticos). Cuánto influirán la frescura e innovación o el acartonamiento de partidos (“nuevos” o “viejos”), y sus propuestas y bagajes.
Y más incógnitas. ¿Influyen más los sucesos habidos en un pleno municipal o autonómico, o los posicionamientos proactivos sobre el ICA, Sucesiones y otros impuestos? ¿Cuál es la repercusión real, en la opinión pública, de los debates en la Cortes de Aragón, o sólo se perciben superficialmente y como teatro político? ¿Qué votarán los jóvenes de la treintena para abajo, cuya forma de adquirir información y de construir su opinión se parece a la tradicional como un huevo a una castaña?
¡Hagan juego señores!
P.D.: Me pide un amigo que hable de “Etopía”, el antiguo CAT (Centro de Arte y Tecnología) de Zaragoza, porque no llega a entender muy bien qué pasa allí. Será en otra ocasión, pero un somero análisis demuestra que hay material, sin duda, y bastante “materia oscura”, como dirían los astrofísicos.