Por María Dubón
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La libertad de movimiento posibilita recorrer el mundo y se asocia con la libertad individual, que permite un pensamiento libre y sin cortapisas.
Hannah Arendt amplía el concepto con el de isegoría, la igualdad en la toma de la palabra en espacios públicos, y la vincula a la parresía, que no solo es libertad de expresión sino la obligación de hablar con la verdad en aras del bien común. La crítica resulta imprescindible para impedir que prospere la tiranía y esta crítica fortalece la libertad. Quien dice lo que piensa libremente, es capaz de manifestar sus reservas.
En una sociedad democrática es fundamental poder decir sin miedo a represalias y poder ser escuchados. La libertad de expresión enriquece.
Demasiados estados restringen y cercenan la libertad de movimiento de los ciudadanos. También se ataca la libre expresión, y, por ende, el pensamiento.
En España, la reforma en 2015 de la Ley de Protección y Seguridad Ciudadana y del Código Penal ha propiciado que en 2016 se contabilizasen 34.000 las sanciones, según datos de Amnistía Internacional. Sanciones por ejercer el derecho de reunión, expresión y manifestación. Todo gracias a la denominada Ley Mordaza. En los dos últimos años, 70 personas han sido condenadas por el delito de enaltecimiento del terrorismo. Pero hay más condenados por delitos similares: ofensas a los sentimientos religiosos; injurias a la Corona; a España, sus símbolos e instituciones; odio… Condenas de cárcel, inhabilitación para cargos públicos, imposibilidad de acceder a becas, antecedentes, el estigma social, etc. propician que buena parte de la ciudadanía opte por la autocensura para evitar males mayores.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenaba el 13 de marzo al Estado Español por violar el artículo 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos al condenar a dos personas que quemaron una foto de los reyes en 2007. Este ejemplo evidencia la necesidad urgente de una reforma legislativa.
La merma de libertad se ha instalado en nuestro país: organizaciones políticas, empresas, universidades, medios de comunicación…, están afectados por ella. La variedad en las ideas, la discrepancia, la crítica deben existir para que la libertad exista.