LE FREAK C’EST CHIC: Una nueva visión del arte in the ghetto.

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Por José Luis Lomillos

        Cuando hablamos de arte urbano la mayor parte de la gente pensamos en alguna de las múltiples paredes que vemos pintadas a diario en las calles de nuestras urbes. A estas alturas todos conocemos ya los grafiti y sus diferentes técnicas: sprays, plantillas, posters, pegatinas, murales…  pero el caminante observador también puede descubrir otras pequeñas-grandes obras de arte si presta un poco de atención en sus paseos por la ciudad.

   Las nuevas tecnologías aplicadas a ese teléfono móvil que prácticamente todos llevamos en el bolsillo consiguen que las personas que caminan con los ojos bien abiertos dispongan de una herramienta de creación muy potente e inmediata.

  Para comenzar esta nueva sección quiero presentaros a FX WallCat. Su principal expresión artística es fotografiar con sutileza carteles publicitarios arrancados.

    Ya en 1954 Mimmo Rotella afirmaba en su Manifesti lacerati: “Arrancar carteles de las paredes es el único recurso, la única protesta contra una sociedad que ha perdido su gusto por el cambio y las transformaciones traumáticas”.

    FX WallCat también dedica su tiempo libre a rebuscar por las basuras intentando encontrar pequeños tesoros (debí imaginármelo el día que me mostró instaladas en su móvil todas las APP Linterna que existían en el Play Store…  por no hablar de su palo de selfie doblado a modo de gancho). Pero esto ya es otra historia que quizá os cuente más adelante.

     Sin querer tomar un protagonismo que no me pertenece, prefiero que sean sus propias palabras las que justifiquen sus obras y viceversa.

JLO

    FX WallCat dixit: A principios del siglo pasado las vanguardias artísticas (Dadaísmo, Surrealismo y demás ismos) comenzaron a usar la técnica del collage. Años más tarde artistas como Francois Dufrene, Jacques Villeglé, Mimmo Rotella y Raymond Hains introdujeron en sus obras lo que técnicamente sería lo opuesto al collage, o sea el decollage. 

     A mí, que poco tengo de artista y mucho de compañero del metal, esto, la verdad, me importa más bien poco.

   Los que vivimos en las ciudades y estamos expuestos a un constante bombardeo de estímulos visuales, hemos perdido un poco la capacidad de ver, miramos pero no vemos. No vemos, pero somos observados por cientos de ojos que desde las paredes, muros y vallas publicitarias que nos acompañan en nuestro devenir diario por la ciudad nos observan impasibles, ajados por el paso del tiempo y los elementos, regalándonos una belleza extraña y gratuita que sólo requiere de nosotros un poco de tiempo y sensibilidad. Pararnos ante ellas y mirar, mirar y ver. Ver con la mirada curiosa de un niño o ahora que pronto llegará la primavera con la mirada oblicua de Doisneau.

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