Animada Resistencia

Por José Joaquín Beeme 
http://blunotes.blogspot.it/

    Ahí va uno de los míos. Simone Massi, valeroso animador marquesano, que con sus carboncillos, ceras, pasteles, tintas, excava miles de dibujos para, fotografiados uno a uno, sugerir el movimiento en el arco de 2-4 minutos (una vez llegó a los once: un exceso).

     Acaba de salir una compilación con las películas que ha realizado hasta la fecha, casi una por año hasta un total de veinte, y, naturalmente, las he devorado: alquerías, animales, campesinos, emigrantes, partisanos; la universalidad de su piccolo mondo antico. Trae también un documental sobre su vida en el campo, voluntariamente alejado de los focos y el dinero que los muchos premios podrían haberle procurado, querencioso de terruño y sus humildes historias, vegetariano que creció entre animales. Vive, con Julia Gromskaya, animadora ucraniana, y el pequeño Achille, hijo de ambos, en una granja de Pérgola, su pueblo natal, en las colinas de Pésaro y Urbino, y en su manifiesto personal confiesa su soledad elegida («ni jefes ni padrinos»), su búsqueda incansable de una animación nada fácil, laboriosa («tiene sentido si nunca antes se ha hecho»), su rechazo al mercado («no sé venderme») y su prevención contra la fama («lejos de sinvergüenzas, cortesanos, charlatanes y pillos»), así que no es extraño que se autoproduzca y que, cuando ha llegado alguna financiación, haya sido no de su país sino de Arte-Francia. No todos le ningunean, a pesar de rehuir los cenáculos: el festival de Venecia se presenta con sus esgrafiados entre Fellini y Tarkovski, sus dos grandes ídolos (en literatura su devoción va a Pavese, como él cantor de los númenes geórgicos). Dos caminos, de ida y vuelta, me lo hacen simpático, transitivo, hermano: transforma sus sueños en planos-secuencia; dibuja los sueños que le gustaría soñar.

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