Por Martín Ballonga
¡Un éxito sin igual del Pollo Urbano!. Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores…
Autorizados por el ministerio de Exteriores, por fin ya podemos descubrir uno de los secretos mejor guardados en nuestra redacción. El pasado 11 de Noviembre de 2014, nuestro corresponsal internacional Guillermo di Paolo Casanova, estuvo acreditado e invitado en Pekin al mayor evento internacional desde los Juegos Olímpicos de 2008. Se trataba de la cumbre de jefes de Estado del foro de Cooperación Económica de Asia y Pacífico (APEC). Entre sus 21 países miembros, donde destacan Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Corea del Sur, Indonesia, Australia, México y Chile, suman más de la mitad del PIB global, el 44 por ciento del comercio mundial y el 40 por ciento de la población del planeta. Por eso, a veces, en el Pollo Urbano no entendemos el comportamiento tan cateto hacia nosotros del chico ese, apellidado Dauden, que se encarga de envolver los bocadillos de espigas en la capilla de prensa la DGA y que esperamos que pronto sea fumigado por los nuevos vientos. Seguro que ya tiene plaza de monaguillo en Torreciudad.
‘El Periódico de Aragón’ dará nombre a la plaza situada entre la estación de las Delicias y la avenida de Navarra. Con esta iniciativa, el ayuntamiento zaragozano quiere reconocer la labor realizada por el diario, que este año cumple veinticinco desde que salió a la venta el primer número. Al contento director del rotativo, Jaime Armengol, se le vio levitar, se elevó más de un metro sobre el suelo y estuvo hablando con los ángeles, en la mejor tradición de santa Teresita de Jesús. “Mi imaginación”, dijo en un guiño, “es un monasterio y yo soy su monja”. La redacción lo celebró con jamón (de Teruel). Ya saben aquello de monjamonjamonjamonjamonjamonjamon…
Como casi todos los medios de comunicación aragoneses cuentan con una calle o plaza, fuentes de toda solvencia nos han confirmado que nuestra revista de ‘El Pollo Urbano’ dará nombre a la actual plaza de los Sitios, en un inaudito requiebro consistorial. Esto es, tras la ‘cincomarzada’, exactamente veintisiete días después, la plaza de los Sitios pasará a llamarse plaza del Pollo Urbano. Para celebrarlo, Dionisio Sánchez, director de la revista más antigua de la ciudad, invitó a la redacción a una perolada de pollo al chilindrón en el mítico restaurante Casa Emilio. Como Buda, Dionisio dijo estas palabra antes de sentarnos a la mesa: “Hay tres cosas que no pueden ocultarse mucho tiempo: el sol, la luna y la verdad”. Al pagar, dijimos que veníamos de parte del pequeño Nicolás, pero no coló. Entre todos, apoquinamos la cuenta. Todo sea por la plaza sitiada.
Más cambios. La avenida de Ranillas dejará de llamarse así y será bautizada por avenida del alcalde José Atarés. La calle de las Cortesías pasará a llamarse calle de Antón Castro. La calle de la Universidad será la de Gonzalo Borrás. La plaza Justicia será la de Juan Alberto Belloch. El paseo de Ruiseñores será el de Manolo Kabezabolo. La calle del Heroísmo será la de Perico Fernández. La calle de la Estrella será la de Luis Alegre. La calle de las Vírgenes será la de Magdalena Lasala. La calle del Trovador será la de Luis Felipe Alegre. La calle del Gallo será la de Fernando Gimeno. La calle del Órgano será la de Agapito Iglesias. La calle de los Viejos será la de José Luis Melero. La calle de la Luz será la de Pepe Cerdá. La calle del Cerezo será la de Ángel Guinda. La calle del Embarcadero será la de Luis Calavia. La calle del Arpa será la de Miguel Ángel Tapia. La calle Aguadores será la de Sergio del Molino. Y la calle del Olmo será la de Miguel Mena. Ante tanto cambio del nomenclátor zaragozano, el gremio de los taxistas ha anunciado una huelga indefinida. El consistorio recomienda coger el tranvía.
El representante del sector crítico y europarlamentario maño Pablo Echenique ha barrido a la candidata apadrinada por el máximo mandatario de Podemos, Pablo Iglesias, quien incluso se desplazó desde Bruselas a Zaragoza para apoyarla. Entre Pablos andará el juego, pero la imagen es la de una familia mal avenida. “¿Cuántos espermatozoides puede haber en una eyaculación quinceañera en un tic-tac?”, preguntó otro Pablo, brillante hijo de la casta a la que tanto desprecian. Así es Pablo Bistunday, la mano derecha de Pablo Iglesias en política internacional. Hijo de la exministra de sanidad Ángeles Amador –la autora del medicamentazo y una de las damas felipistas-, se educó en los colegios más elitistas de Nueva York, con varias becas europeas. Atención a este Pablo emergente. Dará que hablar.
Dice Chaime Marcuello Servós, profesor de la universidad de Zaragoza, que el acto en el que Pablo Iglesias participó el pasado febrero en la capital del Ebro “tuvo todos los ingredientes de un ritual prepolítico, más dirigido a compartir sentimientos y emociones que a activar la razón ilustrada”. Los que asistieron al evento tuvieron una ración de Luis Alegre, el madrileño, predicando a su manera. Luego, la correspondiente arenga de Violeta Barba, que parecía seguir en un mitín de IU. Algunos chascarrillos alrededor recordaron aquello de los roedores que han abandonado el barco. Y es que el cartel del anterior número de ‘El Pollo Urbano’ ha sido la comidilla de la comunidad. Como el ‘Nosferatu’ de Herzog, todo se estiliza con base a un planteamiento al mismo tiempo romántico y pútrido, plástico e irreal.
El libro ‘El cura y los mandarines’, de Gregorio Morán, presentado recientemente en Zaragoza, sigue levantando ampollas. Se trata de un juicio a las letras españolas entre 1962 y 1996, a través del análisis de un montón de literatos a los que no deja bien parados. Para Morán, muchos de ellos administran hoy el capital cultural que amasan desde sus posiciones de poder en los periódicos, editoriales, universidades, academias y demás receptáculos de la cultura. A nuestro paisano José Carlos Mainer lo califica “de escaso talento literario y especial capacidad para dorar la píldora a todo aquel que facilite su carrera académica”. Mainer, que no fue a la presentación, prefirió no hacer declaraciones.
Y es que el libro de Morán no deja títere con cabeza. Por seguir con nuestros paisanos, de Laín Entralgo dice que “su obra, como su vida, fue siempre un engaño ante los espejos: ni sabía alemán como para un párrafo entero –leído o hablado-, ni sabía pensar, ni tuvo otros amigos que aquellos que traicionó acoquinado”. ¡Toma castaña, maña!
Siguiendo con los mandarines de Morán, a Fernando Lázaro Carreter lo destaca como guionista, con seudónimo, de algunas de las películas de Paco Martínez Soria. Y en este plan. La oficialidad zaragozana aprovechará para hacer el vacío al libro, en un claro exponente del ‘statu quo’ cultural.
Declaraciones de Fernando García Vicente, después de entregar el informe anual de la institución correspondiente a 2014 al actual presidente de la Cortes de Aragón, José Ángel Biel: “Ha sido un honor ser Justicia de Aragón durante dieciséis años, un cargo nada fácil cuando te toca sobre todo controlar a las personas que te eligieron”. ¿Cómo puede ser fácil controlar a los que te eligen? ¿No lo sabía antes de entrar? ¿Por qué ha aguantado tanto en esa institución? ¿Sirve para algo el defensor del pueblo? ¿Por qué se queja y, quejándose, ha seguido en el puesto? Un indefenso ciudadano acudió al Justicia y este le calmó con una prédica moral, como hizo Herodes ante el Bautista: “Arriba, arriba, arriba, sacuda el polvo y le dé vuelta para arriba. Con los pies en la tierra y la fe en su canto, trate de difundir alegría donde quiera que vaya”. El indefenso ciudadano no rebló, siguió con sus quejas y le costó la cabeza.
Carlos Escó, Javier Velasco, Alfonso Vicente, Alberto Larraz y Eduardo Bandrés, responsables políticos del saqueo de doscientos millones de euros de la sociedad Plaza, no asumen nada políticamente. Y José Ángel Biel, don erre que erre, en la mejor tradición de Paco Martínez Soria, sentenció: “Quien quiera espectáculo que se monte un circo. Las comisiones de investigación solo sirven para dar alpiste a los canarios”.
El espectáculo de estos pícaros de alto copete de la ‘plaza’ política aragonesa que, con una capacidad tan solo comparable a su ordinariez estética, han arramblado con todo cuanto han encontrado a su paso es, ciertamente, difícil de soportar para cualquier sociedad con un mínimo sentido de la autoestima. Los valores morales se pierden sepultados por los económicos. Y habría que ampliar las responsabilidades al resto del gobierno que presidía Marcelino Iglesias, camuflado ahora en una aparente seriedad sin decoro. Ya lo decía Santiago Rusiñol: “De todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos”.
Mucha globalización, muchas nuevas tecnologías y revoluciones tecnológicas, pero los enfermos del corazón colapsan las listas de espera para ser operados (algunos de ellos ya han fallecido), a otros enfermos les demoran más de un año la entrega de importantes análisis y el cáncer se ha incrementado entre nosotros los últimos años. Valores como el de la salud y la vida parecen arrinconados por los gestores públicos. Menos mal que en Aragón Ricardo Oliván lo arreglará todo, un tipo que su relación con la sanidad ha sido tener la gripe alguna vez. Ya lo dijo Salomón, no se juega con las cosas del corazón.
Mal lo tiene, por cierto, José Ignacio Castaño, gerente del hospital Miguel Servet de Zaragoza. Un treinta por ciento de las enfermeras pide cambiar de destino. Malas condiciones laborales, sobrecarga de trabajo y recursos humanos inadecuados para cubrir bajas son los detonantes. En Urgencias todavía es más grave y más de la mitad de los trabajadores quieren abandonar las dependencias. Y no pasa nada, según el consejero, porque “la sanidad sigue igual”. Sí, pero a peor. Que se lo digan, si no, a Oliván, que se acercó a Urgencias por unas molestias estomacales y el médico, treinta horas después, le atendió y le hizo este diagnóstico: “No hay duda, tiene usted alojado en el bazo un hematoma patriotero. Grave, añado”.
Por cierto, en el hospital Miguel Servet de Zaragoza se negó la confesión a un enfermo terminal por dos sacerdotes con motivo de que viviera con una mujer sin estar casados. Esta es la aplicación de la doctrina cristiana con el prójimo y el perdón de los pecados. Un tercer sacerdote accedió a confesarle, cumpliéndose el dicho de que a la tercera va la vencida. Si esos dos sacerdotes creen en lo que predican, pretendían que el paciente se fuera al infierno, merecidísimo castigo por el imperdonable pecado de no casarse con la mujer con la que convivía. Sí, estos curas llevan la doctrina de Jesucristo como unos falsos Judas.
El centro Luis Buñuel de Calanda celebró el pasado mes de febrero sus primeros tres lustros de vida. Para celebrarlo, se organizaron distintas actividades entre proyecciones, exposiciones y conferencias. La primera ponencia, escoltada por Vicky Penko, Emiliano Cazapata y Nicolás Tristón, trató un problema sin resolver bajo el título de “¿Por qué se escribe Buñuel con v y, sin embargo, Viridiana se escribe con b?”. Francisco Javier Millán, todo un experto en el calandino, tuvo que acudir para poner orden ante tanta anarquía autóctona. Del caos al orden. Amén.
Nuestra revista también fue invitada a la celebración del centro calandino y nuestro especialista en la materia, Carlos Calvera, fue recibido por el alcalde de Calanda José Ramón Ibáñez. Calvera impartió una magistral conferencia en torno al título de “¿Estuvo alguna vez enamorada la ‘olvidada’ gallina mexicana de nuestro pollo urbano?”. Admirador como Buñuel de ‘Los siete magníficos’, Calvera acabó su intervención enigmáticamente con estas palabras: “Una máquina puede hacer el trabajo de cincuenta hombres corrientes, pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario. ¡Viva Calanda! ¡Viva el gran calavera! ¡Abajo las caenas!”. Y se fue.
Según rumores no confirmados, Javier Catana ha propuesto al cura-párroco de Calanda sustituir la tradicional hostia dominguera por el sabroso ‘buñuelo’ de chocolate, a fin de reconciliar a los ofendidos feligreses con el irreverente sordo aragonés. Amén. Desde una discoteca neoyorquina, Simón del Desierto apoya la iniciativa, asegurando que se duchará para asistir a la primera misa, confesar sus pecados y recibir comunión en la localidad turolense. Amén.
Como colofón a esta celebración del centro Buñuel de Calanda, se inauguró una exposición de veintiocho fotografías realizadas por el artista aragonés Rafael Navarro en el estudio de Manuel Álvarez Bravo, uno de los más importantes fotógrafos mexicanos de todos los tiempos. Álvarez Bravo realizó la foto fija de varias películas de Buñuel, entre ellas ‘Nazarín’, de la que el director del centro calandino ha realizado un documental. Ya lo dijo el padre Nazario, esto canta más que un canario.
Se lo contó Ismael Grasa a David Trueba, en la presentación del libro ‘El destello del relámpago’: “¡Yo nunca me he acostado con una fea! Aunque sí me he levantado con alguna”.
No se pierdan la exposición en el museo Pablo Gargallo de Zaragoza de la colección particular de los pintores Eduardo Laborda e Iris Lázaro, casi cincuenta retratos aragoneses de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Una exposición verdaderamente singular con un óleo magnífico, un anónimo realizado hacia 1900 y del que preguntamos a Manuel Pérez Lizano si reconocía en las pinceladas algún posible pintor. “¡Pues de quién va a ser, almas cándidas. Pues del autor del ‘Lazarillo de Tormes’, so melones!”, exclamó, con autoridad. No hay nada mejor que mezclarse con especialistas…
Otra colección privada es la de Pilar Citoler en el museo Pablo Serrano de Zaragoza, que Aragón adquirió por decreto por un millón y medio de euros y se cuestiona por qué se pagó tanto por algo que no lo vale. La mayoría de las obras son sobre papel. Además, un porcentaje elevado de esta colección son litografías y serigrafías. Lo que menos hay es pintura. Hay artistas con mucho nombre, pero se corresponde con obras de pequeño tamaño y sobre papel. Hay particulares que tienen importantes colecciones de óleos y pinturas más valiosas. Es una pena que las obras de maestros de la pintura contemporánea aragoneses estén en el sótano del museo y no tengan una sala permanente igual o más grande que la de esta coleccionista. Y es que la presidenta del gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, cedió a todas las pretensiones de la dentista de profesión y coleccionista por afición, recortando presupuesto de otras partidas culturales. Todo un escándalo que circula por los pasillos de la Corte de Aragón. El oscurantismo y la falta de transparencia de esta tierra nuestra.
Para las herederas de Pablo Serrano, la colección de la Citoler ha recibido mejor trato en el museo que el legado artístico del escultor que sirvió para ponerlo en marcha. La familia llegó a anunciar que reclamaría judicialmente las obras que dieron pie a la creación del museo si no se cumplían las cláusulas acordadas en su día. Finalmente, el gobierno de Aragón ha firmado un protocolo por valor de 430.000 euros para evitar cualquier proceso judicial. Los aragoneses, pues, pagarán a la familia del artista de Crivillén esa cifra por cuatro esculturas de bronce y la donación de otras tres (una de mármol).
Otra familia molesta es la de Camón Aznar por la decisión de Ibercaja de cambiar la denominación de este espacio de arte zaragozano por el de museo Goya, eliminando de esta forma el nombre de la persona que donó la colección que hizo posible su creación en 1980. Todo suena a una falta de respeto a una persona que fue generosa. El propio Goya la lio parda: reencarnado, compró una pata de jamón de cerda en ultramarinos Montal, acudió a la inauguración pernil en mano y empezó a dar jamonazos a todo tipo o tipa que se le acercara. ¡Jo, con don Francisco!
Juan Bolea coincidió con Pablo Echenique en una función del teatro Principal y el periodista le preguntó: “Oiga, la naturaleza está llena de terremotos, de tempestades e inundaciones; encima de tanto cataclismo, ¿además quiere usted hacer la revolución? Pues empiece la revolución sin mí”. Y se fue.
La última jerominada. De viaje a Madrid, para participar en un congreso sobre el funcionamiento de los ayuntamientos españoles, Jerónimo Blasco se quedó sin papel en el baño del tren y tuiteó para pedir ayuda. Concluida la gran cagalera, llegó a la capital y se fue a una tienda de la calle Preciados para comprarse una corbata y estar decoroso en el importante evento. Jerónimo solicitó al dependiente una corbata blanca con osos estampados. “¿Alguna especie de oso en particular?”, preguntó el comerciante. “Sí, osos polares”, respondió Jerónimo. “Tenga en cuenta, señor, que los osos polares, que son blancos, sobre el blanco apenas destacan”, inquirió el dependiente, a lo que nuestro paisano contestó, autoritariamente: “Si, pero el que va a comprar la corbata soy yo, y no usted”. Finalmente, le espetó el de la tienda: “No tengo esa corbata, ni la tendré jamás. Y de tenerla, solo la usaría, llegado el caso, para colgarme de ella y suicidarme”. Ya lo dijo san Andrés, hay cerebros que funcionan al revés.
Un recuerdo póstumo para el catedrático y crítico literario alicantino Ricardo Senabre, discípulo del aragonés Fernando Lázaro Carreter -¿admiraría también a Paco Martínez Soria?- y gran conocedor de la literatura española, de sus clásicos. Estudió todo el bachillerato en Zaragoza, en el colegio Santo Tomás de Aquino, y tuvo de profesores a Miguel Labordeta, Pedro Dicenta, Francisco Oliván o Rosendo Tello, que influirían en su futuro académico. Autor de una magnífica monografía sobre Baltasar Gracián, Senabre encarecía la independencia como un requisito indispensable del crítico: su alejamiento de capillas y centros de presión se la facilitaban. Uno de los nuestros, aunque no le gustase el último libro de Ismael Grasa, ‘El jardín’, y a nosotros sí. Lo que sí le gustaba es esta frase de Buñuel: “Solo existe dignidad en la nada. ¡Viva el olvido!”. Y nosotros decimos: ¡Viva Buñuel!.
Y otro recuerdo póstumo para Luis Esteban, comerciante de Fuentes Claras que apareció muerto en su domicilio, debido, al parecer, a los golpes que recibió de una banda de maleantes. Muy querido en la comarca del Jiloca, fue uno de los fundadores, junto a Fermín Lahoz, Manuel Lázaro y Miguel Pascual, de la Peña Torrijana del Real Zaragoza, a la que pertenece nuestro subdirector, Carlos Calvo. Adiós, zaragocista, ahora el fútbol ya no es un juego.
