Pecado de inocencia / José Joaquín Beeme


Por José Joaquín Beeme

      Caballo de batalla da rienda suelta al buenismo de Spielberg, que premia a un esforzado purasangre, Joey, como hiciera —en traje de productor— con el husky Balto, por sus virtudes superiores a la humana bestialidad.

 

     Hay un cine de veta caballista, donde cabalgan juntos el corcel negro, Furia, Spirit, Secretariat, Belleza Negra, Seabiscuit o incluso Francis, la mula parlante, y es ocasión propicia para desarrollar épicas amistades o amores interespecíficos. De paradójica amistad también se trata, en medio del desastre de la guerra (la primera «mundial»: siempre europea en su matriz), porque Spielberg sitúa la escena madre en la tierra de nadie donde, pellizco a pellizco, contienden ingleses y alemanes: allí el trotón, como un cristo de alambre espino, reclama la piedad de ambos bandos, por unos minutos no enemigos sino uniendo fuerzas para salvar al bruto, que ha pagado caro su pecado de inocencia. El capitán Robert Graves (Adiós a todo eso), que recuerda las carnicerías del Somme con absoluta normalidad, la continua reposición de batallones enteros barridos por las bombas o el gas y la petulancia suicida de los oficiales de su majestad, manifiesta en la película, relata anécdotas semejantes de «confraternización» entre trincheras. Pero la parábola del caballo perdido y reencontrado es a la vez un homenaje a los espacios y los personajes fordianos: el granjero borrachín, un héroe caído que se avergüenza de sus hazañas bélicas; la buena dura tierra, en las despiadadas manos del ricacho local; las subastas de ganado a las que se asoma una galería de tipos de frontera; incluso la misma exaltación del centauro, no del desierto sino de la campiña (inglesa, francesa), una simbiosis que parece a propósito para la forja del mito. Entretenimiento, narración canónica, óptima dirección de actores, que son marca de la casa, con un punto de crítica histórica (nunca llegará Spielberg a la acrimonia de Kubrick) y una posible derivación amorosa, en final abierto que idealmente cruzaría dos de las principales líneas argumentales

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