Por Don Pinchirulo
Esto ya no es como antes.
Antes, la gente casi no hacía nada durante casi todo el tiempo y no pasaba nada.
El no hacer nada, a pesar de lo que la mayoría de la gente pueda creer implica, insisto, el estar pensando (y digo pensando) en otras muchísimas cosas a la vez, porque cuando parecen estar inherentes, sin hacer nada, verdaderamente están parados, de cuerpo, pero su cabeza funciona a una velocidad inusitada, tan rápido y fugaz que de un tema a otro casi se olvidan y otra vez y otra vez, tienen que volver a esforzarse lo mismo o más, porque sobretodo la primera vez (es la que más cuesta), en recordar lo que estaban pensando, son situaciones con unas metas casi siempre inalcanzables, de una variedad de temas tan diferentes y difíciles que ocasionan no solo un tremendo desgaste mental, sino incluso físico, diría yo y por lo cual y bajo mi humilde punto de vista debería estar mucho más valorado.
Solo los que ejercen casi a diario este quehacer, son capaces de llegar a comprender las conclusiones tan insospechadas para el resto de los mortales a las puede llegar, o no, un verdadero profesional de la materia que nos atañe, yo, muchas veces, los compararía con verdaderos genios, digamos como ejemplo Newton, Cervantes, Goya, Buñuel o la mayoría de los seudo hijos de la jet incluso mis amigos Andrés y Fito, que también eran genios.
Anda que tendrían mucho que hacer, además de las funciones propias del que no hace nada.
Ahora, y me refiero en estos días, sobre todo en verano, cualquier monigote de tres al cuarto que se precie, quiere nada más y nada menos que dedicarse en cuerpo y alma durante el resto de su vida profesional a no hacer nada como si fuera una meta fácilmente alcanzable como un cursillo de verano o incluso una carrera técnica, menospreciando a los profesionales, como si los que verdaderamente han dirigido durante muchos años todos sus esfuerzos hacia ese fin, haciendo verdaderos y aburridisimos masters, pasando auténticos apuros día a día para conseguir por encima de todo su propósito en la vida, no sean por mucho suficientemente buenos o no estuvieran sobradamente preparados para dicho fin.
Dejémosles entonces a ese pequeño y elitista grupo de gentes, a los que la vocación de no hacer nada les ha llegado por azar sin que ni ellos hubieran tomado parte en esta decisión y no animemos a los indecisos (que últimamente son muchos) a que dirijan el resto de sus vidas hacia un camino profesional sin retorno y que al no tener esa vocación y esa rasmia, no van a poder disfrutar en sus quehaceres diarios por mucho que lo intenten o de que nunca llegue a gustarles el fruto de su trabajo de no hacer nada.
Imagínense ustedes que un año se pone de moda por ejemplo Veterinaria o Derecho o Ingeniería y que de repente un año se gradúan 20.000 o más veterinarios o abogados o ingenieros o lo que sea, la mayoría sin vocación, sin trabajo, vamos sin ganas. Entonces y sólo entonces empezariamos a notar la escasez de gente que no hace nada, por no decir el exceso de veterinarios, abogados e ingenieros o lo que fuese, que tendríamos que aguantar en la fila del paro o vagueando por las calles, ya que no habría tanto animal malo, tantos pleitos, tantos problemas de ingeniería o lo que puñetas fuese para dar trabajo a 20.000 o más recién graduados, sin vocación y sin ganas.
No habría sitio para tantas personas sin hacer nada, las materias en las que se puede pensar sin hacer nada, se acabarían, los verdaderos profesionales emigrarián a otros países.
Y que lo sepan ustedes, no hacer nada cansa y cansa mucho.
No decir ya, aguantar en tus círculos más cercanos, llámense padres, cónyuges o amigos, despotricar diariamente sobre las pocas (aparentemente) tareas de tú profesión y que además son muy pocos los privilegiados que le sacan rendimiento, ya sea económico o de algún trueque, a esto de no hacer nada, pasando a convertirse en parias sociales mantenidos por padres, cónyuges o amigos.
Vuelvo a repetir, esto cansa mucho y esto, ya no es lo que era.
Quien iba a cuidar permanentemente a sus progenitores, quien iba a hacer el mantenimiento de los domicilios donde residen, quien iba a trasladarlos para su bienestar y quien y quien y quien iba a hacer las múltiples tareas de una persona que no hace nada.
Respetamos pues a estos profesionales elegidos que además de no hacer nada, lo hacen bien.
Imagínense por un minuto que nos quedaramos sin gente cualificada que no hace nada.
Que ya no hubiera gente que no piensan en nada.
A quién se le iba a ocurrir todos esos inventos o artilugios o llámese como sea el resultado de la compleja y angustiosa tarea de no hacer nada?.
Todo el mundo haciendo algo aparentemente útil (?).
Donde vamos a ir a parar.
Que desastre.
Animemos pues a ese pequeño y privilegiado grupo de gentes que diariamente ocupan su tiempo en no hacer nada y vamos todas las demás personas a procurar hacer diariamente todo lo mejor que sepamos, sin pausas para que no haya el menor indicio de intrusismo laboral de este sagrado campo laboral del que estamos hablando.
Imagínense que el resto del mundo cumplieramos a rajatabla la promesa de no envidiar ni plagiar a este gremio y, que por ejemplo, los funcionarios en general te atendieran a la primera, que en los hospitales no hubiera colas o que los taxistas te trataran con educación y de usted.
Sinceramente creo que el mundo sería mejor.
Señores háganme caso, aprovechemos nuestro tiempo laboral lo mejor posible para qué entre otras cosas consigamos una jornada laboral de siete horas y media…. pero efectivas.