Por Max Alonso
Ex Director del Centro Regional de TVE en Aragón
Uno no puede menos que considerar algo suya la tierra en las que ha vivido muchos años, aunque no sea la tuya de origen.
A mí esto me ocurre con Aragón, en donde viví muy buena parte de mi vida profesional, donde me casé dos veces y donde tuve a mi hijo, un maño recio.
Por mi trabajo seguí de cerca la política de aquella tierra y pude contemplar, conociendo a los protagonistas, a políticos que desarrollaron un singular papel, como Ramón Sainz de Baranda, Hipólito Gómez de las Roces o José Antonio Labordeta. Con la memoria histórica de lo vivido, contemplar el nacimiento de su autonomía y como quienes inicialmente no eran autonomistas fueron los que más gobernaron en la autonomía. Los que zascandilearon por uno u otro partido, y ver ahora, desde la distancia, su devenir y los pactos a los que han llegado en la nueva situación de lo que se presenta como el éxito de los dos partidos coaligados, PP y Vox.
La primera sorpresa de esta nueva etapa se produjo cuando colocaron de presidenta de las Cortes de Aragón a una política de Vox, conocida hasta entonces solo por sus declaraciones en las redes, que se apresuró a borrar en cuanto fue elegida. Sin que pudiera ocultar su pensamiento, o su falta del mismo, que ha llevado a afirmar que la mula Francis podía hacer mejor papel que ella en su puesto y dotarle de mejor representación. La comparación no es ningún insulto, ni lo pretende, al rebajar de esta manera a Francis.
Las sorpresas continuaron con el pacto de los coaligados, PP y Vox. El de Aragón es el cuarto Gobierno autonómico formalizado por estos partidos, dotados, cada uno de ellos, de sorprendentes peculiaridades. El primero fue el de Castilla y León, con sus ‘gallardadas’ y ‘mañuecadas’. El de Valencia, que incluyó el reconocimiento a divorcios duros, y el de Extremadura a paso de yenka, uno adelante y tres atrás.
El de Aragón se caracterizó por la ausencia en su formalización del candidato del PP, como si se ocultara tras la aceptación de los principales postulados de Vox, con lo que el PSOE se apresuró a calificarlo como el “pacto de la vergüenza”, por los acuerdos expresados, que representan la involución y la vuelta al pasado de la Comunidad, con lo que pintureramente se autocalificó de un gobierno reformista y de centro, cuando claramente será un gobierno muy poco centrado, de derechas escoradas a la ultraderecha y anti reformista.
Del programa de Vox decayó su propuesta de resucitar el espectro del Trasvase del Ebro, ya fuera del tiempo. Se aceptó derogar la Ley de la Memoria Democrática autonómica. Es decir que dentro de unos años llegará, con más retardo, hasta donde no llegaba. Reformar la Ley Trans, mientras el partido menor dominante conseguía dos consejerías y una vicepresidencia.
El PP firmó también un acuerdo con el PAR, nacido como Partido Aragonés Regionalista, luego actualizado como Partido Aragonés, malintencionadamente llamado Partido Rural, autodefinido de centro y más claramente¸ por vocación de Poder, cambiante de toda la vida y más con sus cambios de ahora, que pueden representar otro comienzo o su meta.
Por otra parte con su pacto con el PP, con su función de bisagra innecesaria, reaviva su fama de sillonista, mientras que Vox asumía las dos carteras que le eran más propias, las del territorio y lo rural, con lo que el inmediato Aragón se ve abocado a seguir siendo del campo y donde hasta el mismo Joaquín Costa no encontraría su espacio.
En el terreno de juego los equipos quedan definidos. Comienza el partido. Las intenciones de Vox resultan claras y las sumisiones del PP también, por más que se empeñe en no reconocerlas, que tanto monta el que manda como el que obedece, aunque su empeño sea el de parecer que es el amo. El fascismo se puede ver como comienza. Con falta de conocimientos, por debilidad mental, que le facilita encajar los más burdos bulos y para la sustitución de ideas por sentimientos y la perversión de los valores exaltados en la que viven. No puede imaginarse a donde llega, ni cómo termina, pues en las atrocidades que comete se las perdona a sí mismo.
La primera medida municipal, pero significativa, urgida por Vox, fue la retirada de la subvención que el Ayuntamiento de Zaragoza tenía concedida, por un importe de 40.000 euros, a la FundaciónJosé Antonio Labordeta, que se ocupa de la memoria del cantautor fallecido en el año 2018. Un personaje singular, que ejerció como figura estelar de los cantautores aragoneses. Escritor y poeta, viejo profesor y comunicador.
Como político representó a la CHA en el Congreso de los Diputados y su imagen se hizo viral en una de sus intervenciones en la tribuna de oradores, cuando ante las interrupciones de las derechas, que no le dejaban hablar, les exigió enfadado que se callaran y ante su persistencia les mandó, sin sutilezas, a la mierda, donde al parecer siguen, al menos esta parte de Vox y sus asimilados del PP, que actúan de forma tan villana y así pactan.
Labordeta fue el autor de ‘Somos’ y ante la intención popular de hacer de esta canción el himno de Aragón algunos políticos del momento, de nombre ya olvidado, acudieron a un prestigioso músico aragonés, para que mediante cinco millones de aquellas pesetas hiciera el himno. Lo hizo y se estrenó con toda la parafernalia del dinero público malgastado por las Cortes de Aragón, con música y sin letra, que desde su estreno ha dormido el sueño de los justos.
Años más tarde el cantautor repudiado por la derecha contrahecha falleció y su capilla ardiente se abrió en las Cortes y por allí pasó a despedirle medio Aragón. Ahora la misma derecha montaraz y cavernícola vuelve con tan mezquina venganza, en oposición al sentir y a la voluntad de los aragoneses. Ellos pasarán y Labordeta permanecerá, pero cuánto Aragón, queda dicho, se habrá quedado en el camino, porque que mande la izquierda puede ser malo, pero que se imponga la ultraderecha puede tener un doble recorrido y es, lamentablemente, mucho peor.
Fuente: https://astorgaredaccion.com/