Vorágine y desorientación / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

    Que el mundo está cambiando es obvio. De hecho, siempre lo está haciendo, no he visto nunca un periodo de total estancamiento, siempre evoluciona.

   Lo que sucede es que ahora se ha acelerado el proceso, de ahí la sensación de cambio y la desorientación, confusión de muchos. Hay un número notable de actores internacionales moviéndose, no sólo Rusia, China o Irán. También la India, Birmania, Indonesia, Sudáfrica y Brasil, entre otros. Europa está semiparalizada. Estados Unidos demuestra un enorme afán de recuperar la hegemonía mundial total y, a la vez, observamos que su sociedad está muy polarizada, desestructurada y con graves enfrentamientos internos.

    Algunos temas son especialmente preocupantes. En Europa hay una guerra, que nadie quiere parar, al menos quienes podrían hacerlo. Acabe como acabe, los europeos seremos (ya somos) más pobres. Y los derechos civiles, que ya fueron brutalmente reducidos durante la epidemia COVID, cada vez se respetarán menos.

    La actitud de “Bruselas”, de gente como Ursula von der Leyen o Josep Borrell, es soberbia, insultante, a veces con chantajes económicos y un espíritu belicista enloquecido que nos puede meter en un conflicto armado de irreparables consecuencias.

    ¿Extraña que surjan opciones políticas que priman la soberanía nacional? Pues no, desde luego. La gente quiere tener seguridad en su vida, económica y social, aunque sea con niveles medios de calidad. Y no se les está proporcionando. Cada vez hay más sensación de ser súbditos, siervos de burócratas con sus propios y desconocidos intereses, así que crece la desconfianza. Y en política, como en economía, la confianza es lo principal.

   Hoy resulta más imprescindible que nunca contar con gobernantes formados que tengan conciencia de que están para servir a sus ciudadanos. Pero no abundan, a ningún nivel. ¿Qué hacer? Pues no sé, soy un simple ciudadano de a pie, no un profeta. Pero si vais a comprar, echáis combustible al vehículo, pagáis luz, etc., ya sabéis lo que no hay que hacer: permitir que los políticos actúen contra tus intereses y te vendan embustes. A partir de ahí, lo único que se me ocurre es que la sociedad espabile, porque algunos de sus dirigentes (no me gusta la palabra “líder”) ya están también desorientados y sin soluciones que aportar. Entonces, ¿hacia dónde nos van a dirigir?

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