La importancia de pensar en la clase obrera / Miguel Clavero


Por Miguel Clavero

   Un día le dije a mi novia: hoy no voy al gimnasio, me voy a quedar esta mañana en casa para poder pensar.

    Este mundo no nos deja pensar, le digo, y necesito pensar para retomar las riendas en el carro desbocado que ha veces se convierte nuestra propia vida: consecuencias, pues, de esta vorágine social a la cual estamos condenados los trabajadores que dependemos de un sueldo para vivir.

  Y qué vas a pensar? , me pregunta.  De momento voy a pensar que me hago para comer.

    Siempre estamos atendiendo nuestros quehaceres, nuestras rutinas cotidianas: ir a trabajar o a clase, atender a una persona con discapacidad, o a un niño pequeño, practicar algún deporte o simplemente juntarte con los amigos.  Son la mayoría de las actividades habituales de nuestra vida diaria, imprescindibles, para la resolución de las demandas y los problemas que este mundo nos impone.  Querámoslo o no,  exigen una solución inmediata si queremos llevar una vida más o menos ordenada, en función de nuestros objetivos e intereses personales.  

      Normalmente, las combinamos con otras actividades similares, pero no es tal fácil, paralelamente, compatibilizarlas con actividades más elevadas que irían desde la creación artística a la investigación científica, pues lógicamente, requieren otras exigencias y otros esfuerzos mayores, que nuestro tiempo limitado y nuestra preparación al respecto hace que un trabajador convencional impida adentrarse en esos apasionantes terrenos.  O al menos lo tiene bastante difícil…

    Así que ahí llegamos al meollo de la cuestión, que es precisamente de lo que quiero hablar.  Porque, claro, un artista reconocido o un científico, ocupa gran parte de su tiempo a su labor, o simplemente consagra su vida a esa actividad que de seguro le  reportará más satisfacciones que conducir, por ejemplo, un autobús.  No quiero menospreciar la importancia que tiene estas actividades, digamos, menores y alguien las tiene que hacer, desde luego, pero pienso que no es una utopía  compaginarlo con el cultivo de una determinada disciplina artística o científica, siempre y cuando respetemos los procesos de aprendizaje de cada cual y las metas, más o menos ambiciosas, que cada cual se marque. Solo es necesario una fuerte motivación.  Vamos, pienso yo…

   A ver, no estoy diciendo que los trabajadores que nos ganamos  la vida en actividades penosas y/o  repetitivas como un albañil, un  conductor de autobuses, el cajero de un supermercado o un operario en una cadena productiva, por ejemplo, tengamos ahora  necesariamente que dedicarnos a desarrollarnos en este tipo de disciplinas digamos más edificantes, pero echo en falta, en el mundo de la clase obrera, iniciativas personales que nos hagan ir más allá de una vida dedicada exclusivamente a la monotonía del trabajo para luego poder llegar a casa y descansar; tragarse la programación televisiva y echar unas cervezas en un bar sin aspirar a nada más, sin plantearse nada más en la vida.  Por eso es importante pensar.  Pensar, en este caso, qué dirección tomar para iniciarnos en alguna actividad que nos reporte satisfacciones intelectuales desde nuestras creaciones o desde nuestra iniciativa personal, hacer algo interesante para uno mismo o para los demás; o al  menos tener la intención, pues hará transcender nuestra aburrida vida y nos hará seres más inteligentes y más capaces al enfrentarnos a nuestro día a día. 

   En definitiva crecer como personas autónomas, más críticos con la sociedad, menos borregos ante el espectáculo mediático de políticos y todo tipo de vendedores de crecepelo que solo aspiran a reconducir nuestra monótona vida y nuestras actitudes pasivas y conformistas.  Timadores que pululan por esta selva llamada sociedad. Que no sólo sea el fútbol y nuestras meras pasiones las que guíen nuestra vida.  De este modo, nos haremos partícipes de nuestra propia existencia y de lo que se cuece en la sociedad. 

   Y sí, vale, que existen universidades populares que nos introducen en estos campos del saber y del arte pero ¿realmente hay alumnado que participa perteneciente a la clase obrera? Muy pocos, como lo pude comprobar personalmente en algún curso: la mayoría son jubilados, muy poca gente trabajadores en activo. 

    Eso pienso, a veces, mientras conduzco el bus de línea regular. Pongo el piloto automático mental y el bus va solo mientras yo me pongo a pensar.  Y a escribir, pues entre vuelta y vuelta desarrollo este articulo que aquí os presento…

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