De Clausewitz a Sun Tzu


Por Antonio Piazuelo(*)

     El prusiano Carl von Clausewitz dijo, allá por los primeros años del siglo XIX, que la guerra es la continuación de la política por otros medios.

    Es más que dudoso que la frase del militar germano tenga, como la suma o la multiplicación, la propiedad conmutativa que establece que el orden de los sumandos (o de los factores) no altera la suma (o el producto). A la vista de lo que está sucediendo desde las elecciones generales de abril pasado me da la impresión, sin embargo, de que alguno de nuestros dirigentes políticos no ha caído en ese detalle y cree firmemente que la política es la continuación de la guerra por otros medios.

    Me refiero, ya se les habrá ocurrido, a las tortuosas (e infructuosas) «negociaciones» entre PSOE y Unidas Podemos para formar un gobierno, sea de coalición, de colaboración o, como dice un amigo mío, de coaliboración. Y pongo entre comillas la palabra negociaciones porque si de algo estoy seguro en este asunto es que no lo han sido nunca. Desde el primer momento no ha habido negociaciones para formar un gobierno, sea este como sea.

No las ha habido por parte de UP. Toda la estrategia de este partido ha estado dirigida no a negociar una coalición, como aseguran, sino a negociar su parte en ese gobierno. Y en cuanto al PSOE, renunció desde el principio a la coalición y se negó a aceptar siquiera discutir sobre ella para cerrarse en su pretensión de recabar el apoyo de UP para un gobierno monocolor.

    Y así llevan ambos desde entonces, sumidos en una batalla política.

    ¿O en una guerra?

   Yo diría que, más bien, es esto último.

     Y me apoyo para ello en otro militar, este no prusiano sino chino, que nos dejó sus enseñanzas plasmadas en un libro (El Arte de la Guerra) hace cerca de 2.500 años. Escribe Sun Tzu: «El principio fundamental de la guerra es saber practicar el arte del engaño». Y el objetivo de ese engaño no es otro sino confundir y debilitar al enemigo. Bueno, pues esto precisamente y no otra cosa es lo que llevan haciendo desde hace tiempo PSOE y Unidas Podemos.

   Ya que andamos en las lejanas tierras chinas, taoísmo puro y duro. Mínimo esfuerzo, mínimas acciones, para obtener el máximo resultado, manteniendo siempre al enemigo pendiente de esos minúsculos movimientos. Y teniendo siempre muy presentes las enseñanzas de Sun Tzu: «Los que consiguen que se rindan los ejércitos enemigos sin luchar son los mejores maestros del arte de la guerra».

   Tal vez no han reparado, o por lo menos eso parece, en otra de las enseñanzas del genial estratega chino: «Cuando las órdenes son justas, existe una satisfacción recíproca entre el líder y su grupo». Mucho me temo que, si finalmente hay que recurrir a unas nuevas elecciones, bastantes militantes y votantes socialistas y podemistas no encontrarán justas ni atinadas las órdenes impartidas por los generales Sánchez e Iglesias.

   Parece claro, por seguir en la misma línea, que Pedro Sánchez sí que se ha fijado en otras máximas de esa inagotable fuente de sabiduría militar que es Sun Tzu. «Un ejército victorioso gana primero y entabla después la batalla». «Un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener después la victoria».

    O, traducido al lenguaje político, el PSOE gana a Unidas Podemos haciendo que este le vote en la investidura, y solo después entabla la batalla por la hegemonía de la izquierda buscando los votos de ese sector en posteriores citas electorales. ¿Cuál sería, siguiendo el magisterio de Sun Tzu, el ejército victorioso y cuál el derrotado? La respuesta es clara, pero hay que apuntar aquí lo que señalaba yo al principio: que la política no es la continuación de la guerra por otros medios. Así pues, el general Sánchez podría coronarse con el laurel de la victoria y, sin embargo, haber obtenido una victoria similar a las de aquel Pirro de la antigüedad, con más bajas en el ejército propio que en el del enemigo. Porque muchos se preguntarán por qué esta batalla.

    ¿Cuántos votantes de izquierda se sentirán defraudados cuando haya terminado por fin esta guerra entre aquellos a los que el votante considera, al fin y al cabo, semejantes o hermanos?

    Las preguntas siguen en el aire. ¿Por qué no ha habido ninguna negociación desde que, en julio, Pedro Sánchez hizo su oferta de coalición a sabiendas de que Iglesias respondería negativamente tal vez porque, otra vez como dice Sun Tzu, «si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro» ¿Lo que valía en julio no vale en septiembre? Y a la inversa: ¿lo que en julio fue rechazado como un acuerdo humillante es ahora condición sine qua non para apoyar a un gobierno de izquierdas?

    Así pues, a mi juicio, todos hemos sido víctimas de un engaño colectivo y, mientras los dos líderes fingían estar negociando un gobierno, lo cierto es que estaban enzarzados en una guerra cruenta de la que no puede salir nada bueno para el país ni, claro está, para la izquierda.

   A no ser que ni Iglesias ni Sánchez hayan leído a Sun Tzu. En ese caso cobra verosimilitud el diagnóstico de Núñez Feijoo. Faltan hombres con sentido de estado en unos partidos políticos que hemos puesto en manos de políticos adolescentes. Y los adolescentes suelen ser muy belicosos. No me olvido de Rivera.

*Diputado Constituyente del PSOE

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