Adán, Eva y el Paraíso Terrenal / José Luis Llera


Por José Luis Llera Gil

    Desde luego que España es un paraíso para muchos, un lugar de correrías para otros y un escenario lamentable para quienes, siendo bien nacidos, no sienten ninguna ilusión, ni patriotismo,  por pertenecer a ella y por haberla perdido.

  Hace falta tener “ más moral que el Alcoyano” cuando los ciudadanos de  bien, que somos pocos, prestamos nuestro apoyo  aun cuando sea mínimamente al devenir de nuestro país, por otro lado hazmerreir y motivo de comentarios jocosos a nivel mundial en muchos casos.

  Vivimos inmersos en una manipulación constante de los medios de comunicación, bajo la batuta de los políticos que forman el poder fáctico,  que se traduce en una peligrosa indiferencia generalizada por parte de muchos, salvo de aquellos que se encuentran enclavados, en el primer apartado de este artículo, entre los que podríamos también sumar, con mayor tilde, a quienes consideran a España, porque viven aquí cobijados, un paraíso terrenal.

   Lamentablemente quienes seguimos con atención cuanto aquí sucede, con permanente desilusión, estamos ya hartos de mentiras, de corrupción y de una total indiferencia connotación protagonista por parte de todos los políticos.

   Así no llegaremos a ninguna parte y lejos de ir adelante iremos hacia atrás como los cangrejos.

   Está claro, amigo lector, que el paraíso español es  fruto de quienes están lejos de la decencia pero también los es por la premeditada acción de nuestros políticos de cualquier signo.

   Los padres de nuestra Constitución, casi todos ellos desaparecidos, juntamente con  otras decisiones posteriores del poder político,  nos han llevado a una situación tal que, aun cuando no quieran reconocerlo, parece  irreversible.

    Aun cuando se podría aclarar todo esto, diremos en aras a una mayor rapidez en la aclaración, que los males de España  giran alrededor de la corrupción y  la carencia de conocimientos de gestión de nuestros políticos que ocupan cargos de mucha o escasa relevancia en la función pública.

     Vemos los  ciudadanos por nuestra  inquietud  y,  con auténtica claridad, que no pintamos absolutamente nada por cuanto no se nos tiene jamás en cuenta. ¿Cuántas veces enviamos una sugerencia, totalmente constructiva a los implicados en el gobierno del Municipio, Comunidad Autónoma, del Estado, o a determinados Organismos creados para canalizarlas, sin obtener ninguna respuesta?

   Es ciertamente deprimente y desilusionante observar todo ello, lo cual nos hace pensar, por vivirlo en nuestras carnes,  que España, formada según unos por una nación y un  conjunto de naciones, es un paraíso terrenal para muchos,  al menos por ahora, y para otros, los más, un lugar bananero donde se come solamente plátanos  y cocos, porque lo demás se lo han  comido o se lo están comiendo los impresentables del paraíso terrenal.

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