Por Manuel Medrano
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No es por nada, pero me sorprende la evolución negativa que están teniendo las políticas culturales y otras cuando comparamos lo que hay ahora con la época de finales de los 70 y décadas de los 80 y 90.
Esta sensación incluye la repetición de errores ya superados hasta que, fatalmente, han vuelto desde hace unos diez años, cada vez con más frecuencia. Definitivamente, a la Imaginación le cuesta mucho llegar al Poder.
Primero, me resulta curioso encontrarme con que el Ayuntamiento de Zaragoza ha encargado un estudio para mejorar su atención a los refugiados, recientemente licitado, por el que pagará 7.260 euros. Hasta aquí, como toda acción política de parte, opinable pero nada más. Pero luego me entero de que el Ayuntamiento ha establecido un plazo de seis meses como máximo para la elaboración de la memoria, que tendrá que tener… ¡de cinco a diez folios! e incluir objetivos, metodología a seguir, un calendario y un plan de ejecución. Y me sorprende por varias razones: 1) Si plantear la solución del problema puede hacerse en 5 o 10 folios, no será tan trascendente. 2) Mis alumnos del Grado en Historia, hacen un trabajo de final de asignatura que tiene más de 10 folios, así que la brevedad que se pide ahora para esto no se entiende, o no se entiende el dinero que se abonará. 3) Esto es viejo como el mundo: recuerdo cuando a expertos (o supuestos expertos) el Gobierno de Aragón o el Ayuntamiento de Zaragoza les abonaba el equivalente de 6.000 o 9.000 euros por estudios de 5 folios, y hubo alguno de este tipo de folio y medio. Era lo que era, premiar amigos descaradamente. Esta práctica desapareció. ¿Ha reaparecido?
Veo los medios de comunicación aragoneses y creo estar en Nueva York: la muestra “Arte y Vino” de la Colección Enate en el Museo Pablo Serrano, la exposición “Conciencia Perceptiva-Arte Concreto Español en la Colección Escolano” en el Museo de Teruel (compuesta por obras procedentes de las colecciones conservadas en el IAACC Pablo Serrano), la retrospectiva de Natalio Bayo en La Lonja zaragozana, las serigrafías de Pepe Bofarull en la Casa de los Morlanes, etc.
Luego veo que en la ciudad de Zaragoza, para conmemorar el Día Internacional de la Danza, alumnos y alumnas del Conservatorio Municipal Profesional de Danza exhiben su talento en el patio del cuartel Palafox con la colaboración de la Compañía LaMov, y que otra serie de bailarines toman la plaza de San Lamberto en un acto organizado por La Ventana Cultural, y que Ana Continente protagoniza un homenaje a la bailarina y coreógrafa americana Trisha Brown.
Me entusiasma ver la incansable creatividad y trabajo del realizador Gaizka Urresti (Premio Goya 2014), al que sigo y admiro desde hace años.
Y sigo asombrado al saber que 7.296 personas visitaron los cinco museos municipales durante el puente de San Jorge. A la vez que me agrada sobremanera observar la potente producción literaria de los escritores de la tierra, inclusive la del director general de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, Nacho Escuín, que acaba de publicar su obra “7’35” en las Prensas Universitarias de Zaragoza (su tercera publicación allí como autor o editor).
Algún vicio del pasado se ve reaparecer en lo expuesto ya, en algún caso aislado. Pero el del autoconsumo y la autosatisfacción más cateta se vio en ARCO. En realidad esta deformación óptica no había desaparecido del todo, si bien en periodos anteriores la situación zombi en que quedaron muchas actividades culturales provocó que destacase notablemente la vuelta a ARCO, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo que se celebra en el Ifema de Madrid. Sí, allí el Gobierno de Aragón volvió a tener presencia institucional, pero: 1) Se sacó pecho por presentar un stand de 12 metros cuadrados que contó con un presupuesto de 20.000 euros. Pues tampoco es para tanto, la verdad. 2) Se presentaron las exposiciones y actividades previstas para este 2017 en los diferentes museos de arte contemporáneo de la Comunidad. ¿Cuándo se unificará el potencial expositivo? ¿Por qué no se hace esa presentación incluyendo las actividades en centros municipales y otros, mejorando así la oferta en enorme medida? 3) El Gobierno de Aragón dijo pretender la consolidación, con esta participación, de su apoyo a la creación contemporánea al reunir a los profesionales y colectivos relacionados con los diferentes ámbitos de la producción artística. Pero, curiosamente, allí apenas había obra de los artistas a quienes se invitó, y me consta que eso no lo entendían muchos de ellos. Lógica su postura: ARCO es para mostrar y potenciar el conocimiento, pero también la venta, ¿o es que la industria cultural se mantiene sólo como animación cultural sin ánimo de lucro? 4) Se convirtió en actividad estrella la utilización de Google Tilt Brush, un espacio de realidad virtual en el que los creadores invitados pudieron diseñar su propia obra, que luego se podía imprimir, a través de unas gafas especiales, una pantalla de 10 metros y la herramienta informática. Pero no se dio tiempo a los artistas para ensayar correctamente su utilización. Lo que interesó es que dibujaran coloricos en la pantalla y que los vieran los paseantes y saliese publicado el evento en los medios locales aragoneses. Y, repito, de exhibición de sus obras de verdad, prácticamente nada.
En resumen: a mejorar mucho el enfoque, que no prime el ansia de espectáculo con beneficio político sobre el impulso de las Artes. Bien que se haya vuelto a ARCO después de 10 años de ausencia, pero regresar haciendo manualidades digitales improvisadas y sin un proyecto potente de venta del producto cultural ya consolidado o emergente, es sospechoso de intencionalidad política de carácter propagandístico, entendiendo más el desembolso de dinero público como una subvención que como una inversión.
Otro día hablaré de Patrimonio Histórico Arqueológico, que ahí hay mucho que hacer en Aragón, pero mucho, más allá de intereses políticos, eclesiásticos o de funcionarios concretos. De momento, nos congratulamos de que el Ayuntamiento de Zaragoza haya licitado recientemente dos contratos de servicios relacionados con el patrimonio arqueológico con el que cuenta la ciudad, uno de ellos para inventariar y catalogar objetos arqueológicos del Teatro Romano de Caesaraugusta obtenidos en diferentes excavaciones, destinándose el otro a la contratación de una empresa para que desarrolle una aplicación informática para gestionar, con una sola herramienta, el vasto patrimonio arqueológico de Zaragoza. Luego habrá que investigar correctamente todo este acervo, pues la investigación es siempre previa a la difusión y divulgación, que han de poner a disposición del gran público sus resultados.