Por Carlos Calvo
Jugando con Duchamp, cuando dijo aquello de que “la gente siempre busca respuestas donde no hay preguntas”, el quiosquero de la esquina da los buenos días a cada uno de sus clientes con un interrogante.
Quien le conoce bien entra al juego y le responde con otra pregunta. Acción y reacción. ¿Fue antes el huevo o la gallina? Acaso debamos hacer preguntas siempre y nos hemos olvidado de que preguntar, o generar dudas, es una de las misiones fundamentales de la cultura. En el campo de la cultura, afirma el quiosquero, todo gira alrededor de lo que fuimos, no de lo que queremos ser. Porque las instituciones echan mano de las glorias del pasado mientras desatienden el presente. Corren malos tiempos para la cultura, sumida desde hace un tiempo en un proceso de banalización del que no son ajenas ni las políticas culturales de la administración ni la ausencia de voces críticas dentro del sector.
Debemos preguntarnos si la cultura es para nosotros solo entretenimiento, diversión, o es también algo más: reflexión, saber, conocimiento, debate… Esa pregunta es individual, pero también colectiva, de toda una sociedad. Quien apueste por lo primero no tendrá ninguna queja. Por el contrario, el malestar de la cultura siempre proviene de quien apuesta por aquella que requiere un cierto esfuerzo. La pregunta del millón: ¿Hasta qué punto el propio mundo de la cultura es responsable con su silencio? Pero, claro, hay muchas más preguntas, como las que fabrican el quiosquero y sus clientes todas las mañanas del mundo. El quiosquero, en cualquier caso, se felicita de la sentencia de Jorge Wagensberg: “Una pregunta es una verdadera pregunta si es posible imaginar para ella una respuesta, aunque sea una respuesta falsa”.
¿Por qué existe algo en lugar de nada? ¿Son los peligrosos desconocidos los que inspiran más temor? ¿De qué está hecha la morcilla? ¿Y la propiedad privada, las herencias, las dinastías y el Ibex 35? ¿Por qué todo lo que nuestras sociedades hacen bien es tan irrelevante para los resentidos? ¿Qué es eso de dejar la mente en blanco? ¿En qué tiene que pensar uno para no pensar en nada? ¿Qué verdad tiene la nada si incluso el vacío absoluto está repleto de fluctuaciones cuánticas y de que tal vez seamos hijos de ellas? ¿Por qué dicen que la verdad no es algo que guste a los niños ni a los salvajes, más propensos a la magia y el maniqueísmo?
¿Caerá el cielo sobre las cabezas, como creían Obélix y sus galos? ¿El éxito acaba interfiriendo en la percepción del producto? ¿Por qué tantas veces emplea la pedantería crítica el término de mensaje subyacente? ¿No es cierto que el coste de una cacería sirve para la conservación de los animales? ¿No es el furtivismo el que pone en peligro la conservación de determinadas especies? ¿Serán nuestras dudas del presente el único límite para nuestra comprensión del mañana? ¿Es posible hallar belleza en medio del caos y la destrucción? ¿Hace falta ser Gauguin para apreciar belleza en la barbarie?
¿Qué quiso decir san Pablo cuando dijo a los corintios que quizá lo secundario es el camino que escogió dios para avergonzar a lo importante? ¿Puede provocar una alteración mental la contemplación de obras de arte de excepcional belleza? ¿Es necesaria la justicia económica por la dignidad que la gente merece y por la estabilidad social que proporciona? ¿Una excesiva redistribución desanima el crecimiento económico? ¿Es la redistribución o la compensación de los ingresos perdidos la única alternativa viable? ¿Qué pensaría Robin Hood?
¿Debemos pasar de la fijación clásica acerca de la acumulación de riqueza y la eficiencia a una economía moderna que ponga la imaginación y la creatividad en el centro de la vida financiera? ¿Son simbólicos todos los hechos? ¿Es analizable un atentado en su pura mecánica de detonación y sangre, prescindiendo de sus significados sociopolíticos, ideológicos, religiosos? ¿Es el hombre un animal simbólico, y construye y traduce símbolos sin cesar y sin querer? ¿Se puede amar a don Quijote, aun sabiendo que su amor siempre desemboca en la melancolía del fracasado? ¿Se puede no amarle?
¿Se imaginan los millones de pollos que se sacrifican diariamente en el mundo? ¿Cuántos millones de gallinas están trabajando a destajo poniendo huevos para poder cumplir con los planes de expansión comercial en carne de pollo y en huevos para que los friamos, los revolvamos o los convirtamos en tortilla, en huevos al plato, duros o pasados por agua?
¿Todos los empresarios son tiranos? ¿Cómo transformar los valores de los alumnos si los profesores no incorporan los valores adecuados? ¿Cómo se aguanta la risa un augur cuando se encuentra con otro? ¿Es posible hoy el diálogo del arte con las restantes formas de conocimiento imperantes? ¿De dónde viene el regocijo de insinuar a quienes empiezan que terminarán siendo como ellos, asumirán que casi nada puede hacerse y caerán en sus desmanes, servilismos y faltas de honestidad? ¿Hasta qué punto hay que mentir para seguir en la brecha de las pocas oportunidades laborales?
¿Es populismo prometer que vas a crear empleo días antes de que sigas despidiendo trabajadores? ¿Será también populismo afirmar la importancia del diálogo a quien acabas de prohibirle la palabra? ¿Es populismo ponderar la educación y la cultura mientras reduces sus presupuestos? ¿Es populismo celebrar la sanidad como derecho universal al mismo tiempo que privatizas los hospitales? ¿Es populismo asegurarles a los pobres el reino de los cielos cuando sabes que no existe?
¿Dónde están los republicanos? ¿Dónde el frente popular? ¿Qué quiere decir eso de centralidad y transversalidad? ¿Qué pretende una izquierda-izquierda que predica por parte de algunos dirigentes la sumisión de una ideología de ruptura a la doctrina de crecimiento indiscriminado de su masa? ¿Por qué se siguen extendiendo pasaportes de futuro desde ventanillas instaladas o instalables en el edificio del sistema?
La cuestión, dice el quiosquero de la esquina, es saber si fue antes el huevo o la gallina. Lo mismo pasa con la prensa escrita. ¿Los periódicos banalizan porque sus lectores prefieren no pensar o los lectores prefieren no pensar y, por tanto, los periódicos banalizan sus contenidos?