Se pueden cambiar las cosas / María Dubón

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Por María Dubón
http://dubones.blogspot.com.es/
    La élite, esa minoría que se agrupa como “clase política”, ha controlado desde siempre a la población. Está bien organizada, pues se trata de un pequeño grupo de personas, y por eso imponen siempre su criterio, su ideología y sus creencias.
    Faraones, reyes, caballeros, nobles, aristócratas, tecnócratas… Cada época, cada sociedad, ha tenido su élite. En la sociedad siempre han existido grupos dominantes y grupos dominados. De tanto en tanto, estallan revoluciones que alteran el orden entre las partes y se establece un nuevo consenso. En los últimos tiempos se creó un espejismo de libertad y equilibro, hubo unas elecciones de por medio y a este régimen se le denominó constitucional y democrático. Pero las cosas nunca cambiaron radicalmente. Las revoluciones solo consiguen un acuerdo algo mejor que el anterior con la clase dominante.
    La “democracia” actual se considera un logro social, aunque no es más que un tipo de dominación legitimada. Y este equilibrio está roto, ya que se basa en un modelo económico que ponía en peligro la tasa de beneficios de las grandes empresas. El capital empresarial ha adquirido tal capacidad de influencia en los partidos políticos que ahora controla los cambios estructurales del mundo. Se ha empezado por bajar los salarios, por suprimir algunos servicios públicos, por debilitar a la clase media.
El resultado de las medidas anteriores es un nuevo pacto que aún no está cerrado. Tener un empleo se considera un privilegio. Un salario justo y digno es una utopía. Hemos tocado fondo puesto que los trabajadores son los peores enemigos del empleo de calidad, tienen tanto miedo y tanta hambre que trabajan en pésimas condiciones y por un sueldo de risa.
    Desde el fondo se cuece otra rebelión. Ciudadanos que se oponen a lo que parece inminente e inevitable protestan contra las desigualdades, las injusticias, las discriminaciones, la falta de derechos… Se intenta crear un tejido social y cultural del que nazca la resistencia. Es el primer paso para el cambio.

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