Cosas que contarle a quien acude a la Asamblea por Primera Vez / Daniel Rabanaque

143RabanaqueP
Por Daniel Rabanaque, poeta y creativo.
Trabaja en Resón :: Comunicación y Diseño

    A la vez que se extinguen los viejos dinosaurios políticos, nuevas formas de organizar lo común se sirven hoy de herramientas aún en construcción y bastante mal conocidas . Estas son algunas reflexiones básicas y personales a tener en cuenta no sólo por quien se extrena en la asamblea.

    La asamblea se hace entre todos, así que remángate.

    Sé puntual. Exige puntualidad. Los retrasos penalizan a quienes cumplen el horario, a quienes respetan los acuerdos básicos. ¿Qué fiabilidad puede tener una asamblea cuando no cumple la hora de inicio establecida?

    Para cuando empieza la reunión, ya se ha hecho un montón de trabajo, más o menos grande según los casos, por parte de quienes preparan documentación, elaboran textos, solicitan espacios, convocan presencias. Se agradece, se reverencia y alguna vez, sobre todo cuando ya se tiene más experiencia, hay que pringarse.

    Una asamblea no es por esencia un lugar justo e igualitario. Puede haber, y de hecho las hay, asambleas sesgadas, autoritarias o adulteradas. Si no quieres que se caiga en estas zanjas, manténte alerta.

    Una asamblea necesita, en primer lugar y a todo lo largo, aunque pueda parecer contradictorio, silencio, silencio, silencio. Y sobre todo, silencio por dentro de ti.

    Algunas asambleas funcionan con un lenguaje básico de gestos que simplifica, por ejemplo, las muestras de apoyo y rechazo sin quebrar los turnos de intervención. Gestos, no aspavientos: el aspaviento es al gesto lo que el grito a la palabra.

    Una asamblea puesta a la altura de los tiempos que nos corren es más lugar de escucha que de proclama, más espacio común que de liderazgo, menos brújula y más desafío.

    La asamblea, como espacio de saber compartido, de sentir puesto en común, no puede sino ser un mutante, un ser en evolución, en desarrollo, en crecimiento. Y eso hace que tú también te conviertas, casi seguro, en un mutante, un ser que cambia. No te asustes. Y no estás solx.

   Quienes hablan habitualmente en público, quienes tienen don de gentes, quienes se expresan muy bien, no siempre son los más adecuados para coordinar una asamblea. En sus momentos peores pueden tender al lucimiento propio, por ejemplo. O pueden, con muy buenos modos y excelentes argumentaciones, inclinar los turnos de palabra, las simpatías, las decisiones, incluso de manera inconsciente. Ojo…

    La espontaneidad es necesaria, así como la reflexión. Para encontrar su punto de equilibrio, no hay más camino que experimentar.

    Las prisas rara vez son buenas: ni en política, ni en trabajo, ni en amor,… ni en la vida misma, vamos. Desconfía de los procesos forzados a cumplir un ritmo estrecho, un calendario inmediato, unas fechas límite a la vuelta de hoja de almanaque.

    La asamblea no son mentes en modo trabajo, sino cuerpos en modo colaboración. Los cuerpos necesitan de cuidados y hay que recordar que nuestras manos, rodillas y caderas también piensan con nosotrxs. Más de 50 minutos en la misma posición, incluso si lo hiciéramos en chaisse-longue, no se le recomiendan a nadie salvo a la hora de la siesta.

    Si el cansancio te gana, toma un poco de aire. De hecho, exigir un receso a partir de los 75 minutos de asamblea (como máximo) es una costumbre higiénica que a nada daña salvo a la especulación, los fantasmas y al marionetista.

    Quien dice “No tenemos otra opción…”, miente seguro. Y así, muchas coletillas aprendidas de la tele o tal.

    Quienes acuden a la asamblea, como tú, lo hacen casi siempre con generosidad de su tiempo, compromiso con el común, ganas de aportar. Esto no quita para que cualquiera pueda tener un mal día y obcecarse. Podemos permitirnos la paciencia, la comprensión y la dulzura, o de otra forma este proceso vale bien poco.

    Si sólo puedes elegir entre SÍ y NO, aquello no es una asamblea, sino la junta de accionistas de Iberdrola aprobando las cuentas del ejercicio anterior.

    Pelea fieramente si una asamblea sirve para legitimar ideas preconcebidas, acuerdos precocinados o maniobras de grupos preestablecidos.

    Atiende a la diversidad, y en especial a la disonancia, a la disidencia. Es en los márgenes donde se producen las nuevas ideas, las ideas que salvan.

    Para que el despliegue de la inteligencia colectiva sea posible, déjate invadir, haz abstracción de ti, respira en el sustrato común.

    Una asamblea sin tensiones no es una asamblea, sino un grupo de fans.

    Mejor que alzar la voz, mírate en los ojos de los demás.

    Si una discusión entre egos se enquista, dale un tajo como los que daba Salomón.

    “No estamos todos, faltan los presos”. Una asamblea, por muy numerosa que sea, rara vez está completa. Las decisiones que se tomen, en consecuencia.

    No te exijas de más, ni te ofrezcas de menos.

    El silencio no puede tomarse como falta de oposición y utilizarse para aprobar nada. La adhesión debe manifestarse y no sobreentenderse. Hay quienes no superan la tendencia a callarse por inseguridad, miedo, falta de coraje. Si se interpreta su silencio como aprobación, las frustraciones son graves.

    Las propuestas que generan ilusión, entusiasmo, consenso, ganas,… se hacen notar con pocas dudas. La agitación, las caras sonrientes, los gestos de aprobación son una buena medida orientativa del interés general y, por tanto, del camino a seguir. Subrayemos lo de orientativa.

    La mayor parte de nosotros no tenemos una gran cultura asamblearia y casi todxs estamos dando nuestros primeros pasitos, titubeantes, en este camino. Tenlo en cuenta antes de juzgar nada demasiado severamente.

     La asamblea es un término que puede quedarse pequeño bien pronto en el seno de un proceso que tiende a desbordar moldes, y que presenta necesidades de participación con una elasticidad, movilidad y amplitud que esta no siempre puede ofrecer. Estamos abriendo un espacio político por explorar: una participación variada nos enriquece a todxs.

    La asamblea no puede ser un rodillo que pase por encima de ninguna voluntad. En mi opinión, este es el verdadero desafío de las “nuevas políticas”, la encrucijada que conviene pensar, un núcleo que delinea grandes desafíos y puede abrir espacios muy amplios para la vida siempre que no cerremos en falso la cuestión ni nos contentemos con ser poco ambiciosxs.

    Has venido a la asamblea: sonríe, estás con gente a la que importas.

Artículos relacionados :