El exilio imposible / Christian G. Toledo

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Por Christian G. Toledo

    A principios del siglo XIX se inventó un territorio llamado Liberia para que en él pudieran vivir los esclavos africanos liberados con los que Estados Unidos ya no sabía qué hacer.

    Una vez conseguida su independencia en 1847, los esclavos americanos liberados comenzaron a esclavizar a los nativos. Surgieron golpistas y dictadores. El sueño se acabó.

   Las guerras civiles iniciadas con el fin de aniquilar al que sobraba pusieron el último clavo del ataúd de Liberia, que ya duerme la pesadilla de los países devastados.

     Y como la marea que siempre vuelve, hoy los dinka sostienen que en Sudán del Sur sobra la etnia nuer, del mismo modo que para los hutus sobraban los tutsis en Ruanda.

    Desde que el ser humano dejó de ser nómada para asentarse en un territorio y hacerlo suyo,  comenzó a forjar sociedades esencialmente jerárquicas, excluyentes y militarizadas para expulsar o negar la entrada a quien, por unos u otros motivos, se considerase un estorbo, una carga, un resto sobrante.

    Ahora que el panel intergubernamental de expertos sobre el cambio climático augura más desplazamientos de poblaciones, más sequía, más inundaciones, menos cosechas y más conflictos si no detenemos el calentamiento global, quizá los que nos gobiernan empiecen a tomárselo en serio.

     Porque si no ponemos remedio quizá un día ellos, como usted y como yo, o nuestros hijos o nietos, seremos también material sobrante, buscando un exilio imposible hacia cualquier lugar (fértil) donde caernos muertos.

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