España, un castillo de naipes / Juan Ruíz Salces

 
Por
Juan Ruiz Salces
Periodista

     La situación económica española se tambalea con las corrientes que vienen de Europa. Los vientos que se huracanan poco a poco en Grecia tienen en vilo al resto de la comunidad que ve peligrar sus propias casas.

 

    Pero no hay que mirar más allá de nuestras fronteras para darse cuenta de que España es un “castillo de naipes”, y que nosotros mismos estamos soplando sobre él.

    Desconfianza, así se llama el soplido que dirigimos cada vez con más fuerza hacia nuestra frágil, cuestionable y fragmentada estructura. Somos como se diría a finales del siglo XVI, la viva imagen del pícaro, lazarillos con las manos muy largas y la frente muy corta. Allá cada uno con su conciencia, pero ahí se encuentran, en la base de nuestro castillo, las instituciones. Gigantes cojos y tuertos, dependientes todavía de la leche materna.

   La gran encrucijada con nuestras instituciones, es esa falta de independencia que está consiguiendo que nada quede sin mancha. Todo queda supeditado al gobierno de turno, creando una unidireccionalidad fatal para el feedback, que permite la estabilidad entre puntos opuestos. No se da pie al auto-juicio, todo queda impune inclinándose la balanza hacia los más interesados; uno se llena los bolsillos sin tener en cuenta su cargo público, su posición social, sus responsabilidades, y aquí no ha pasado nada, se suben los impuestos, se cargan los déficits a la población y se pide calma y aguante para afrontar los recortes.

   Normal que la prima de riesgo española roce la estratosfera, cuando todo queda en entredicho. El poder no se limita, los poderes no se separan,  la corona no se cuestiona, las autonomías no se tocan, los bancos y sus directivas no responden, los defraudadores fiscales gozan la amnistía, y así en adelante un largo etcétera que llena de puntos suspensivos un futuro tan incierto para este país, como de tarde lo fue darse cuenta para < el buscón> de que: “nunca mejora de estado quien solamente muda de lugar, y no de vida y costumbres”.

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