Desconcierto económico, desconcierto ideológico, desconcierto social / Manuel Medrano


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

    Que la economía es importante lo refrenda la antigua frase latina (de origen aristotélico): “primum vivere, deinde filosofare”. Sí, pero en la actividad económica, como andando por la calle o conversando, influyen la educación, los valores y el estado de ánimo.

 

    Sea como sea, estos días se oye de todo desde el lío monumental en que España, Europa y, en general, buena parte del mundo occidental está inmerso.

   No hace mucho, un amigo mío de innegables ideas conservadoras abominaba del “capitalismo”. Hablando, se matizó el asunto, pues lo que maldecía es el neoliberalismo salvaje en el que hemos caído. Resulta además un estado de cosas asombroso, con un Cristianismo que, por principios, cree en la solidaridad social con los más desfavorecidos, al igual que el Islam, el pensamiento budista, etc. Más las convicciones solidarias de millones de ateos. Pero estamos donde estamos. No puede ser que haya políticos en activo a quienes varias personas hayamos oído que lo peor del Nacionalsocialismo es que era socialista. Ni entro a profundizar en esto, porque el nivel de análisis ideológico y la cualificación mental de esta afirmación no se da ni en las escasas neuronas de un gusano.

   Alguien podrá decirme que Mussolini, Hitler, Stalin o Pol Pot tenían escala de valores y que, los resultados, fueron desastrosos. En mi opinión, lo que tenían es ideologías fanáticas, intolerantes, excluyentes, y si queremos les podemos llamar “valores” pero, para mí, son antivalores. Como los de quienes, cuando hablan y practican “neoliberalismo”, piensan en la defensa de oligarquías plutocráticas que, a ellos mismos, los utilizan como propagandistas hasta que les resultan poco útiles, y entonces…

 Los regímenes comunistas de Europa ya quebraron. Los que quedan se sitúan en lugares residuales como Corea del Norte o, como China, experimentan y tratan de evolucionar. Pero de ahí a considerar al Mercado como a Dios, va todo. No, nada debe estar completamente desregulado y sin vigilancia. Porque el coste es, ahora más que nunca, evidente, y puede ser mucho mayor si la clase media (que siempre sostiene a los países desarrollados) desaparece y, de ahí para abajo, se instala la pobreza crónica.

   Podemos hacer todas las llamadas que queramos a la sensatez, la comprensión y la esperanza. Muchos las atenderán, pero por un tiempo. Si no tienes dónde caerte muerto ni para comer, se acabó el asunto. Sí, puede que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades pero, algunos, muy por encima y a nuestra costa. Antes y ahora, ya que estamos pagando y pagaremos durante décadas su lucro personal. Y esto no es socialismo, es sentido común humano.

   Me encanta una frase peliculera que decía algo así como “si hiciste un trato, afronta tu suerte”. Bien, pero si me engañaron, si el contrato social era un contrato-basura, hay que empezar por el principio. Es decir, por depurar responsabilidades. Y nunca, nunca, ser opaco o imprudente en cualquier paso que se dé ahora, es preferible que nos equivoquemos mucha gente, a que lo hagan cuatro.

    Porque, como dice otro buen amigo, este autónomo, una pequeña empresa quiebra y fin del tema. Pero quiebra una entidad financiera y pagamos todos. Para que fluya el crédito. De momento, fluye sólo y exclusivamente en una dirección: de nuestro bolsillo a la entidad bancaria. ¿Devolverán el dinero público que se les presta? ¿Cómo?

    Puede que nuestra situación actual nos lleve a un estado social más justo y equitativo, porque realmente nadie controla los procesos históricos y de lo malo, también puede nacer lo bueno. Pero de momento, a los que estamos aquí y ahora, nos toca movernos en medio del huracán.

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