Por Cristina Beltran
Las mujeres en la historia han sido invisibilizadas, podríamos hablar de muchos nombres propios que actualmente están saliendo a la luz.
Constantemente reivindicamos el papel de protagonistas de muchas de ellas. Los grandes movimientos sociales se han servido de pioneras que dieron su vida para conseguir los derechos que hoy tenemos. Las feministas suelen trabajar en grupo y hay muchas a las que agradecer su valentía.
Las pioneras que siembran no siempre son las mismas que recogen los beneficios de su cosecha.
Hay personas especialistas en recoger la cosecha y posteriormente dar la patada a las que han realizado el esfuerzo en bien de la comunidad, grupos de gente que han tenido que sudar la camiseta, dejando por el camino sudor y lágrimas se ven relegadas en favor de ambiciosas que miran primero por sus propios intereses y de ellos hacen un “modus operandi”.
Una cosa es el primer trabajo, la búsqueda, la reflexión, ver por donde empezamos la faena; que lado del campo es el ideal para empezar los surcos, como llevarlos para avanzar con los aperos del mejor modo posible, rentabilizar el esfuerzo, batirse el cobre en público para ver los fallos o dar ideas nuevas; Y otra “llegar y besar el santo” que siendo lícito, lo mínimo es ejercer de bien nacidas y ser agradecidas respetando a las que iniciaron el camino.
Seguir adelante con la idea clara de que vas a sacarle a ese proyecto un buen partido, y que con el tiempo ese campo dará sus frutos, necesita de constancia, paciencia y muchas pruebas fallidas.
En la agricultura mirar el cielo es imprescindible y cuando llueve te pones a resguardo, ya pasará el temporal y continuará la labor de retirar las piedras, aplanar el terreno, sembrar, quitar las malas hiervas, dejar todo preparado para la cosecha, si el tiempo acompaña, dará su fruto.Unos años son buenos, otros malos y algunos regulares, por lo general el esfuerzo hace que el campo renazca cada año.
Hay mala gente también en agricultura, a mi hermano un año ¡otro agricultor le cosechó el campo que él había sembrado! después del esfuerzo le cosechó la cebada, se le llevó su fruto, su trabajo, su cosecha. pasó la máquina cosechadora, vertió el grano en su remolque, la pesó en la báscula y la vendió al mejor postor; fácilmente, llegar y cosechar el trabajo de otra persona, parece mentira ¿verdad?
¡PUES ESTO OCURRE! Hay mujeres que siembran con esfuerzo y otras que recogen la cosecha y se llevan la ganancia del esfuerzo y el trabajo de las que con tanto empeño comenzaron la labor en un campo salvaje, inexplorado. Estas mujeres que por las facilidades que han encontrado no acostumbran a valorar o sopesar nada más que sus propios intereses actúan como los malos agricultores, pero no entienden que el ciclo cada año vuelve a comenzar, que el camino es largo y la vida pone a cada una en su lugar.
Las mujeres no podemos actuar reproduciendo roles tradicionales, debemos entender que hay otras formas de relacionarnos, la mayoría de nosotras nos movemos en redes circulares en las que las jerarquías son meros formalismos no por ello menos importantes, simplemente son diferentes. Valoramos el trabajo de campo desde el inicio, porque somos conscientes de que dar a luz y los primeros años de vida son los imprescindibles para nuestra formación.
Las mujeres que olvidan se mueven en círculos sociales en los que todas nos movemos y hay riesgo de ver su campo yermo por no atender a los esfuerzos realizados para llevar a cabo el mantenimiento anual que se renueva cada ciclo, al final te calan y todo se sabe.
Para conseguir una buena cosecha también hay que mirar al cielo, tener en cuenta el clima y la calidad del producto que utilizas para sembrar, saber en que mercado lo compras y a quien lo vas a vender, porque en estos círculos todas nos reconocemos.
En cualquier campo de trabajo, sea urbano o rural esta es una regla fija que no se debe olvidar, en nuestra sociedad hemos avanzado con revoluciones porque alguien, alguna vez pensó, que eran necesarias y ese punto de partida marcó mejoras para el resto, hay muchos campos en los que seguir trabajando, la primavera renueva año tras año la tierra si se ha cuidado bien, da mejores productos.
Las mujeres que siembran siempre son imprescindibles para recoger una buena cosecha si las cosechadoras no lo tienen en cuenta, tendrán campos de bajo rendimiento.