Sonia Abraín: “La ciudades hablan”

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Por Cristina Beltrán

     Nos hemos citado para ver una exposición de mujeres “Fatales y Perversas” en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, a la luz de una tarde primaveral, en ese momento preciso en el que el tiempo ha dejado de tener importancia, porque el viernes por la tarde, después de una larga semana, va a ser para disfrutar de la cultura y el arte en compañía de amigas.
    Las exposiciones del Paraninfo siempre valen la pena, son gratis y enormemente interesantes, les recomiendo un hueco en la agenda para visitarlas.

    Este edificio, me invita a entrar en él y sumergirme en otra época, caminar por sus pasillos tocar sus paredes, escuchar en sus aulas o mirar en sus lugares expositivos me relaja y adentra en un estado perceptivo abierto a la escucha de lo que el exterior me muestre, (y ahora que lo pienso siempre han sido buenos ratos los pasados en el lugar).  Esta explicación viene a cuento de que para quedar, mejor en lugar tranquilo, de fácil espera y abierta de oído y mente.

   Sonia viene acompañada de su hija Jara, y para cuando llegan ya he disfrutado de las obras expuestas, así que volver a mirarlas con ellas es otra oportunidad distinta. Aprovechamos para visitar después las salas del material rescatado, antiguo, restaurado, los fósiles, paleontología y un sinfín de insectos seleccionados en cajitas con pequeños papelitos escritos en minúsculas letras; son una auténtica obra de arte en sí mismos.

   Miramos obras de bellas mujeres, consideradas peligrosas, mujeres objeto sexual, mujeres drogadas, mujeres prostitutas, mujeres oscuras. Hablamos de su belleza y de la técnica utilizada para representarlas, del color y la forma, de los bellos y originales marcos de la época, de sus vestidos, miradas, entornos, de su “peligro” y sobre todo de las fantasías sexuales que sugerían a los hombres.

     Las mujeres siempre hemos sido utilizadas como una bella imagen de “acompañamiento”, sin embargo, siempre somos mucho más. Ironizamos y reímos analizando el panorama.

   Mientras la niña se pierde por las salas de los insectos y otros animales disecados, mi artista invitada, me explica lo apurada que corre su vida, entre la familia y el trabajo. Contamos confidencias y sacamos a relucir tiempos en los que el arte tenía una luz distinta en nuestra ciudad, en los que la juerga no tenía hora de regreso y en los que comprar o vender obras de arte, era algo más habitual que ahora.

    Para hablar sobre el trabajo artístico de Sonia Abraín hay que remontarse a los años 80, cualquier soporte que puedan imaginar es digno de su intervención, cualquier técnica puede utilizarla y sacarle el mayor provecho.

   Ahora entusiasmada, me cuenta sobre “Lo que habla la ciudad”, sus últimos trabajos a través de su retina en su veloz sinvivir.

   Atrapa imágenes que luego manipula, aprovecha lo deprisa del caminar y absorbe lo estático de las paredes, de las esquinas, de las puertas; Sonia es rápida, pero no fugaz, se queda con el detalle, lo coge al vuelo, atrapa su esencia, la selecciona y la modifica en una obra final tremendamente urbana y actual.

   Trabaja igual que respira, pilla la idea en un ¡plis plas!, utiliza la imagen inadvertida de cada rincón, suelo o esquina.

   Empezó en el arte a través de la familia, su padre ya trabajaba en restauración, sus hermanos Sergio y Raúl, dieron un paso más y tocaron disciplinas artísticas con éxito reconocido. Ella “ayudaba”, “miraba”, “colaboraba”, aprendía y retenía con los ojos directos, llanos, sin adornos.

   ¡Y aprendió! ¡Voló! Se atrevió y comenzó a trazar su propio camino, viajó trabajando en decoración, se hizo experta en imitaciones de distintos materiales y texturas, en trampantojos, el arte de la apariencia no se le resiste, la ilusión óptica es su especialidad, no por ello deja de tener “Otras ilusiones”.

   Está formándose, reciclándose continuamente, se expresa también con los títulos de sus obras, últimamente en su serie “Las Calles Hablan” son de este calibre: “Despertar adolescente” “Horror Vacui” “A veces” “Oxígeno” es una esencia que no para, sus fotos concepto, les llama.

    “Las calles hablan” sigue la línea que ya inició en “CICATRICES”. Surge de la investigación de más de un año relacionado con su trabajo de especialista en imitaciones, la búsqueda de desperfectos, de cómo se rompen los materiales, cómo se deterioran con el paso del tiempo, para poder imitarlos posteriormente, generan un archivo, una forma de capturarlos, se convierten en una costumbre, al paso, sobre la marcha, a la rapidez que exige su vida diaria, como madre y artista.

    No está planteado como un trabajo fotográfico, ni perfeccionista, le interesan los pixeles, los desenfoques, las imperfecciones, saturación, color, sombras y luces… Es un trabajo que parte de un concepto con unas reglas propias, partiendo de un accidente, se convierte en una filosofía, en una terapia como lo ha sido siempre la esencia de su obra, este concepto es con el que continua.

   En la línea de “Encuentros accidentales”, despiertan su interés, esos restos, vestigios de las intervenciones de una población en la ciudad, residuos desechados en los que encuentra y ve arte. La ciudad se expresa y Sonia hace de transmisora.

   Las mujeres fatales y perversas son mentiras inventadas por los hombres, pero la imagen gusta mucho en las pinturas. Sonia sabe mucho de eso y cualquiera de nosotras también, “No es oro todo lo que reluce” pero el dorado se utiliza mucho en decoración.

   Sonia nunca tuvo nada fácil, pero es consciente de que se tiene que buscar la vida, día a día, golpe a golpe “sacándose las castañas del fuego”, ninguna madre sola lo tiene fácil, pero algunas llevan (por decirlo suave) “una mochilita llenita de piedrecitas” ya en los inicios de su vida y ese peso va tornándose liviano con el paso de los años, el autoconocimiento y el trabajo va dando paso al empoderamiento.

   Forjar un carácter artístico, hacer un proyecto de vida y vivir del arte no es una ilusión. Requiere mucho trabajo y un gran esfuerzo, encontramos discursos para avanzar y en eso siempre esta ella, una gran mujer, una gran artista.

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