Colchón de púas: El autorretrato y el mapa español más antiguos


Por Javier Barreiro

 

     Nada más humano que la pasión por los récords. Todo el mundo quiere superar su marca de kilómetros recorridos, romances consumados, copas ingeridas o días sin ingerir copas.

    Y todo lugar poblado por humanos lo ansía igualmente. Insuperables ya la mayor paella o la mayor tortilla de patatas, se busca conseguir cosas tan peregrinas como la línea más larga de monedas de un céntimo de euro, la mayor distancia en el lanzamiento de almud o el esbarizaculos más empinado.  El propio libro Guinnes es el más vendido del mundo, por lo que el récord figura en sus propias páginas.

 

      Más interesante que esta inventiva para fraguar payasadas aún no concebidas, me resulta el conocer quien fue el primero que… Al fin, eso es un inventor. No conocemos al del fuego ni al primero que enarboló una rama como garrote o afiló una piedra para inferir más daño a su víctima. Tampoco sabemos quién fue el autor del primer mapa conocido de Europa Occidental, que se encuentra en la cueva de Abauntz, a 25 kilómetros de Pamplona y que fue investigado por el equipo de Pilar Utrilla, profesora de la universidad zaragozana. Su antigüedad se ha cifrado en unos 13.600 años, en pleno Paleolítico y representa el mismo paisaje que hoy podemos ver desde muy cerca de la cueva: el monte San Gregorio, el arroyo Zaldazain, las charcas cercanas y hasta se dice, aunque sin ninguna seguridad, que se observa una representación humana, lo que alguien, con dudosa originalidad ha denominado “el primer selfie”. Una emocionante maravilla, en cualquier caso.

 

    Sin embargo y que yo sepa, el primer autorretrato documentado en la cultura española figura en el Beato de Tabara, un códice hispano-mozárabe del siglo X, que hoy conserva el Archivo Histórico Nacional. En él se autorrepresenta el propio monje, de nombre Emeterius, que fue el miniaturista que, con ayuda de un tal Senior y la monja Ende, hacia el año 970, acabó el códice, que había comenzado otro artista, de nombre Magius. La monja en cuestión, llámese Ende o En, como aducen otros, sería también la primera mujer pintora de Europa. Ella y Emeterius, confeccionaron también el Beato de Gerona.

    Emeterius reprodujo en el colofón la torre del monasterio de Tabara con sus campaneros, el cortador de pergaminos y el escriba. Y, enfrente, él mismo, sentado en el pupitre y con sus útiles de miniador. Sobre su cabeza, la leyenda “Ubi Emeterius  presbiter si fatigatus”, es decir, “Aquí, el presbítero Emeterio, tan fatigado”. Enternecedora declaración, que comprendemos perfectamente, más viendo el incómodo asiento, los precarios materiales y tan meticuloso cometido. Me imagino a mí mismo en tal faena, poniendo como un Cristo, el códice, el pupitre y el hábito y admiro más al entrañable Emeterio y a todos los desconocidos autores de esos Beatos que enaltecen la cultura española.

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