Gran actuación de Luis Felipe Alegre en el Restaurante Carpanta

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Por Dionisio Sánchez

    El pasado día 27 de Mayo tuve la oportunidad de asistir a un nuevo invento del rapsoda  Luis Felipe Alegre para hacernos degustar poesía de un modo ingenioso, sin duda. Se trata de unos recitales que se dan en el restaurante Carpanta de Zaragoza a las 9 de la noche mientras el público se toma un aperitivo.     Tras el recital, Santiago, alma mater del local y hombre de gran sensibilidad tanto en la cocina como en el arte, ofrece unos variados menús griegos a precios reducidos para aquellos asistentes que deseen culminar la actuación con una amable cena entre amigos.


El gran Luis Felipe Alegre interpretando Romance de la luna, luna de Federico García Lorca acompañado al vilonchelo por Dolo.

     Yo siento una gran debilidad por el arte que derrocha Luis Felipe. Hacía tiempo que no le escuchaba y la otra noche me sentí transportado al éter mágico de la satisfacción escuchando el dominio y la emoción, ya de gran veterano, que derrama el ilustre bardo manejando el arte de pronunciar las palabras. 

    Cuenta el trovador  con el acompañamiento de Dolos al contrabajo, una artista  que acentúa con precisión y sensibilidad los pasajes del recital que requieren del poderío de ese melodioso instrumento para introducirnos por todos los poros de la piel, como clavos suavemente martillados,  la modulada voz de juglar Felipe.  Enorme actuación. Felicidades a los artistas y, cómo no, al dueño del local  hace posibles estos encuentros con la poesía. 

Recital del 27 de Mayo. Restaurante Carpanta. C/ Las Vírgenes, Zaragoza

‘Romance de Los mozos de Monleón’

    Romance de la tradición oral salmantina. Fue recopilado, entre otros, por Dámaso Ledesma (Cancionero salmantino, 10907) y Menéndez Pidal. García Lorca lo armonizó para piano y solía cantarlo con La Argentinita.

    En el romance se dan tres características del cuento folclórico (Propp): prohibición, transgresión y castigo.

‘Coplas del vino’ de Nicanor Parra (San Fabián de Alico, Chile, 1914)

    De La cueca larga (1958). Cuartetas en e-a, salvo la final e, o-e.

‘Sinfonía de cuna’

de Nicanor Parra

    Suerte de romancillo hexasilábico de rima continua en é. Contiene guiños al romancero antiguo y sabor a serranilla del marqués de Santillana.

     Abre el libro Poemas y antipoemas, de 1954, pero antes había sido publicado en 8 nuevos poetas chilenos, en 1939.

 ‘Muerte derramada’ de Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974)

   De  La rosa blindada, escrito en 1935 a raíz del levantamiento minero de Asturias, libro precursor del uso del romance como poesía política.

   Toma los versos iniciales de un romance de origen galaico portugués muy popular en Asturias. En uno de sus prólogos al libro, escribió Tuñón:

    “Para algunos de los testimonios líricos de La Rosa Blindada utilizamos la forma del romance clásico, resucitándolo, no a la manera de la magnífica instrumentación y el apasionante clima del Romancero gitano, de García Lorca, sino dándole un contenido actual, entonces candente, alternando con composiciones de otra índole y teniendo en cuenta la definición que del romance hiciera Menéndez Pidal:  ‘Una vieja poesía heroica que cantaba hazañas históricas o legendarias para informar de ellas al pueblo’.”

“Milonga de los dos hermanos”, “¿Dónde se habrán ido?”, “El títere”, “Un cuchillo en el norte” y “Todos los ayeres, un sueño”, de Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899- Ginebra, 1986)

    Los cuatro primeros poemas pertenecen al libro Para las seis cuerdas, publicado en 1965. Son milongas, parientes del romancero. Dijo Borges:

            “    En el modesto caso de mis milongas, el lector debe suplir la música. ausente por la imagen de un hombre que canturrea, en el umbral de su zaguán o en un almacén, acompañándose con la guitarra. La mano se demora en las cuerdas y las palabras cuen­tan menos que los acordes.

    El último de los poemas es un soneto de Los conjurados y data de 1985.

“Romance de la luna, luna” y “Preciosa y el aire” de Federico García Lorca (Granada, 1898-1936)

   Pertenecen a Romancero gitano, publicado en 1927. Recogen los mitos de la luna, como presagio de la muerte, y el viento, como presencia erótica.

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