Por Susana Vacas
Pues como véis los libros van y vienen pero siempre están ahí…. y más en sitios tan lindos como la linda cartonería de la calle san agustín han tenido la gentileza de dar cobijo de nuevo a nuestros libros objeto pasaros por allí a echarles un saludico en la calle san agustín, por las tardesy en breves nos colgará en la web….
Espero os guste y os hagáis eco del evento…
por los buenos tiempos…
olé por vosotros
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Tuve una idea: la compenetración perfecta entre escritor e ilustrador, entendiendo por perfección la nula diferenciación entre uno y otro. Dispuse una nómina de escritores que fue variando en función de su disposición y lugar de residencia. Lo más bonito fue cómo se lo contaban entre ellos y, los más entusiastas, ofrecían otros colaboradores. Así se fue conociendo a personas diferentes que entraban en el proyecto. Elegíamos un soporte, procedíamos a intercambiárnoslo para intervenir en él durante un tiempo indeterminado. El intercambio se producía de manera directa (previa cita con el escritor), indirecta (depositando el soporte en algún lugar acordado) o más remota (correo postal, viajes a las ciudades de origen). En cualquiera de los casos no se hacía alusión directa al trabajo que llevábamos entre manos con el fin de no influir en su creación. Solo al ser acabado se comentaba. Entonces es cuando lo considerábamos concluido, y pasaba a ser digitalizado como imagen y como texto.
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Encargué a Rubén Vicente el trabajo fotográfico: documentar todas las piezas resultantes, como libros y como objetos, prestando atención a su contenido y a su mera presencia como soportes.
Dada la variedad de soportes elegidos y de tipos de trabajos abordados, resulta una estupenda selva de trabajos, digna de la creatividad que ofrecen entre todos, ¡olé por la selva!, una diversidad completa. Ahí es donde empieza mi alegría final. Ni aquí Susana Vacas ni ninguno de los escritores dejó de sorprenderse por la buena conexión surgida entre todos, una conexión causante de un producto final no esperado. Lo inesperado nos encantaba a todos. Y espero que a alguien más…
Todos los trabajos merecían una exhibición ajustada y cada vez más se pensaba en lo difícil que resultaba. Teníamos todos los objetos ya preparados y sumaban un número importante:
1. Dani Rabanaque
librillos de papel de fumar (7,8 x 3,5 y 7,8 x 4,4cm)
2. David de Libros
libreta a mano vaca (caja 18,5 x 13,5; 17,5 x 12,3cm)
libreta roja purpurina (14,7 x 10cm)
libreta papel colores (17,5 x 12,3cm)
3. Sagrario Manrique
cuaderno papel artesanal (28,5 x 20,5cm)
estuche madera
4. David Mayor
sobres de recortes “Apuntes para una vida recortable”, vols. I,II,III y
“Puerta de entrada y salida”
5. Sergio Falces + Puritani
libro de albaranes
6. Daniel Nesquens
libreta floreada (15 x 21cm)
7. Esther Andaluz
libreta de acetatos y charoles (29,2 x 21cm)
8. Sergio Algora
libreta con espiral de hojas cuadriculadas
9. Miriam Reyes
cuadernito jodorowski + sobre hotel+ caja de jabón
11. Cristina Jorge
acetatos + papel sepia (29,5 x 21cm)
cartón rectangular (29,2 x 21cm)
12. Rubén Vicente
taza + plato
13. Montse Grao
álbum mantelito (15,5 x 15cm)
No podíamos quedarnos entonces con una exposición física sin más. La temporalidad se nos planteaba como un problema. Buscábamos algo que trascendiera y perdurara. Es en ese momento cuando surgió la idea de la publicación. Lo sometimos a debates y tertulias entre nosotros. Se plantearon muchas opciones, formatos, tiradas… hasta que se tomó una decisión: prepararíamos un librito que aunara a modo de “collage” todas nuestras colaboraciones, un cuadernito de postales susceptibles de ser escritas, es decir, de que el público pudiera ser autor de otra intervención, que se añadiría a la que nosotros mismos veníamos de hacer. Era perfecto. Y sorprendente, claro. Sin embargo, también complicado.
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Empezamos a elaborar maquetas y a pedir presupuestos y todo se nos iba de las manos. ¿Habíamos llegado tal vez demasiado lejos? El caso era que no nos íbamos a detener en este punto de modo que buscamos una colaboración, por supuesto económica, que era el mayor problema encontrado, y también de distribución y edición. De ahí que tratáramos con Carlos Serrano de Rolde. Y todo fue sobre ruedas, con motores de doble propulsión, si cabe. ¡Hasta el infinito y más allá!
Conseguimos publicarlo. Se presentó. Incluso montamos con todo ello una exposición en el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza allá por 2009. Realizamos para la ocasión una tirada especial de sellos oficiales… La sonrisa todavía no se ha borrado de mi rostro.
Y ahora la voy a prolongar con la exhibición de algunos de los trabajos en el nuevo espacio de José Orna, La Cartonería, de la calle San Agustín. Qué linda sonrisa aparece en mi rostro…