Por Cristina Beltrán
Una es artista, de pueblo y con formación artística,no les quepa la menor duda, alardeo de ello (porque es posible, aunque sea difícil) frente a personas que van de artistas urbanitas, modernas y estiradas.
Consciente de la dureza de respirar con perspectiva artística en la dureza de los pueblos más secos y olvidados de la comarcas de Belchite, Daroca y las tierras del Jiloca.
Se cuentan entre las más despobladas de Europa, sin entrar a valorar la cultura media y la forma de vida de la población, merecerían un rescate por más razones que se los otorgan a los bancos.
Este bien podría ser un único motivo por el cual elegir a este escultor que desde Burbágena se muestra a quien vaya a visitarlo, sin dejar de moverse por la geografía española, está afincado donde trabaja con más libertad de espacio, tiempo y economía.
No es comparable lo mío ( por pura cobardía al elegir algo más fácil como medio de vida) con José Azul (José Ángel López Martín), escultor cuya trayectoria se va enraizando, de formación autodidacta, ya empezaba a imaginar animales de forja cuando cogía las tijeras de su padre aunque la llamada vino en Poleñino , un pueblo de la Hoya de Huesca hacia el año 2002 en el taller de Raúl a quien ayudaba en la construcción de mobiliario en forja. Hoy tiene la suerte de habitar en un pueblo pequeño en Teruel y ejercer de lo que le gusta en su propia tierra, más áspera y árida en estas materias que en muchas otras, es de valientes. Después de haber rulado la noche y el día en los ambientes musicales, hosteleros y de otras pastas recalar ahí es elegido.
Un hombre llano y lleno de luz, aunque su mirada desde abajo implore la visión humilde de partida, nace de pretensiones con mucha altura, de la sencillez y la honradez al desnudo, de la naturalidad al exponerse. La naturalidad con que afronta lo que viene y para dar la bienvenida agradecida a las visitas capaces de acercarse a su territorio.
José se reinventa en cada exposición y proyecto que aborda, vive la naturaleza y la materia agarrada a ella, ya sea en hierro o piedra, encontrada o comprada. Trabaja para niños o adultos buscando otra forma de mirar y explorar sus esculturas partiendo de la naturaleza y su observación, con la incidencia de la luz y las formas de su sombra, ya sea en el fondo del pantano de Lechago o en la tienda más cara, en el parque de un pueblo o metiendo la cola de una ballena en la balsa de un molino.
En tiempos de pandemia, le avisamos para nuestro encuentro una tarde de verano, en pleno confinamiento de la residencia de Burbágena, con el miedo en el entorno y la incertidumbre en el paisaje; Pasamos una tarde estupenda junto a Carmen y Eva dándole rodaje a su coche Sangyong Korando para hacer realidad un deseo antiguo de excursión en las proximidades para ver la obra de José en su salsa. Con lo fácil que lo tenemos y la pereza que da a las aragonesas medias valorar sus propios alrededores, nos adentramos en el valle del Jiloca por carreteras faltas de mantenimiento y una tarde pardeante con promesas de risas.
Carmen y Eva compraron un nada menos que dos piezas exclusivas de las obras expuestas en el antiguo almacén de grano como espacio habilitado para exposiciones, tal vez había demasiada obra mi gusto, no obstante respiraban entre unas y otras, se encontraban a gusto junticas, es una exposición larga en el tiempo, conforme se venden piezas se sustituyen por otras. Las amigas de Menchu le regalaron una araña que luce en uno de los rincones de su jardín, parece realizada de exproceso para ella y en ese espacio, tengo una pequeña arañita de alambre, está colgada de un foco y parece que siempre estuvo allí o que el foco la desprendió. Son obras que se adaptan para permanecer y exponerse, allá donde se coloquen, se mimetizan y envuelven la atmósfera para captar la atención y sobresalir.
¿Han visto el cisne del Ebro? Hace dos años apareció en este trozo de ribera, junto al puente de hierro tiene instalada su casa, es poderoso, solitario y elegante. ¿Qué motivó su sedentarismo entre tanto pato? Dedico largos momentos observando sus movimientos no sé si es macho o hembra, tiene el respeto de las vecinas especies animales que cohabitan los islotes y la ribera y ahí sigue. Majestuoso.¿Qué hace José en Burbágena? Pasa como una más de las personas que componen el vecindario, pero es tan diferente en el pueblo como mi cisne en la ribera. Habrá que cuidar a las especies exóticas que recalan en nuestros ecosistemas, si se adaptan, lo enriquecen.
Su obra podemos degustarla en locales hosteleros y comercios del casco antiguo de Zaragoza, en el Vinagre’s rock y el Entalto, en la barandilla del escaparate de Sin huella; hoteles, jardines y casas particulares, el trabaja allí a donde se le demanda.
Puede ser tratado como el hombre que quiso ser herrero, o tal vez el herrero con pretensiones de artista, no, no es eso aunque nos riamos, la carcajada esconde un deseo profundo. La necesidad de ensamblar las cosas que encuentra, la fusión de encuentros con piezas de hierro procedentes de lugares extraños, de herrerías o desguaces. Es un artista entero, un abrazo para José y a seguir así.