Pintores zaragozanos en Trébago (Soria)

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Por María Luisa Grau Tello

    El personal enclave de Canteras Molineras constituye el marco idóneo para esta exposición que gira, precisamente, en torno al paisaje y la distinta interpretación que de este género ha ofrecido un grupo de ocho pintores, vinculados, por residencia o actividad expositiva, a la ciudad de Zaragoza.     A través de los once lienzos que componen la muestra, Ángel Aransay, Antonio Cásedas, Arturo Cifuentes, Joaquín Ferrer Millán, Eduardo Laborda, Iris Lázaro, Manuel Navarro y Gregorio Villarig nos conducen por paisajes de verano e invierno, por huertos nevados, bosques de primavera y campos segados desde los que observan la vida rural retratada en casas encaramadas a montañas y altos.

     Dentro de la nómina de artistas seleccionados, destacan muy especialmente Iris Lázaro y Eduardo Laborda, para los que el paisaje, melancólica metáfora del paso del tiempo, ha constituido y constituye un género clave dentro de su producción. La sigilosa y contenida naturaleza que puebla los lienzos de Iris Lázaro queda aquí representada en ‘El cementerio de Trébago’ y ‘El huerto del azafrán’, en el que la pintora congela los fríos inviernos de Soria a través de una compleja sinfonía de blancos donde retrata con evidente carga poética la dureza de la estación. Este ambiente gélido contrasta con ‘Los ritmos ondulantes’ de Arturo Cifuentes, que evoca serenos paisajes estivales sembrados de amarillo, pajizo y arcilla que, como reza su título, se ondulan hasta crear un ritmo incesante con el que envuelve al espectador. La pincelada de trazo sinuoso es también la seña de identidad de Ángel Aransay, que abandona sus habituales escenas de la vida en la ciudad para sumergirse en un ‘Paisaje con árboles’.

     Siguiendo los caminos que recorren estos lienzos y saltando las tapias en ellos representadas, el espectador se sitúa ante las vistas urbanas que integran esta exposición y entre las que destaca la realizada por el retratista de urbes, Eduardo Laborda. El realismo simbolista que sobrevuela sus actuales perspectivas de Zaragoza poco tiene que ver con ‘Paisaje rosa’, cuando el pintor comenzaba a adentrarse en el género de las vistas urbanas desde los presupuestos de una abstracción que tendía a la geometrización formal. Inevitable es hacer referencia al que fuera su maestro, Manuel Navarro, presente en esta exposición con ‘Los galachos de Juslibol’, en el que la sobriedad del paisaje se manifiesta en la escueta gama de colores y en la recia volumetría que se aproxma a la abstracción, pero sin perder, en ningún momento, su carácter figurativo.

     La abstracción será también el denominador común de los lienzos de Antonio Cásedas y Gregorio Villarig, quienes, como Laborda, se inclinan por panorámicas rurales en las que la arquitectura se reduce a volúmenes cuadrados y rectangulares que se funden con un entorno natural de apariencia fortificada. Aunque dentro de la abstracción, radicalmente distinta es la personal propuesta de Joaquín Ferrer Millán que, con una fuerte influencia de Op Art, recrea en sus lienzos sutiles dunas construidas mediante una superposición de líneas, con las que teje una red sin fin que rebasa los límites establecidos por el lienzo.

     A través de esta muestra, el espectador podrá disfrutar de muy diferentes modos de entender el paisaje, con diferentes iconografías, lenguajes y lecturas simbólicas, ofreciendo una variada selección con la que, además, se subraya la idiosincrasia artística de cada uno de los autores aquí representados.

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