Mariano Viejo en el ECAD


Por Eugenio Mateo

Mariano Viejo es un pintor muy querido en Zaragoza y no podía ser menos que muchos amigos y seguidores se dieran cita en la inauguración de su exposición «Sueños del pintor» que tuvo lugar el pasado 3 de julio en el Espacio Cultural Adolfo Dominguez.


Mariano, junto con su esposa y mejor colaboradora, Amparo, tenían los nervios del estreno y eso que ambos están curtidos en decenas de exposiciones. En un goteo permanente la sala volvió a tener el aspecto festivo de otras celebraciones y los nuevos trabajos de Mariano Viejo fueron los protagonistas absolutos. Se adivina la mano decidida que define un estilo sobrio pero onírico porque son los sueños del pintor los que asoman en una gama austera de colores, ocre, negro y marrón. Persisten los símbolos en forma de dólmenes de otras series anteriores y de la aparente sencillez emerge todo un universo de reflexión y oficio.


Pudimos saludar al profesor Manuel Medrano y su esposa, la abogada y arqueóloga Marian Diaz, a Mariela Garcia Vives y Arturo Gomez, vicepresidenta y presidente de la Asociación de Artistas Plásticos Goya Aragón, miembros de la misma como Cristina Beltrán, Horacio J Gulias Vidal, Julia y Fefi Reig, José de las Muelas, Jesús Guallar, Blas Laborda, Francisco J Marco, Ángel Laín, Arrudi, Pedro J Sanz, Paco Rallo, Pilar Moré, Edrix Cruzado, Débora Quelle, Berta Lombán, al ilustrador reconocido internacionalmente David Vela, al Presidente de Erial Ediciones, Fernando Morlanes y al Secretario Victor Herráiz, a la actriz Teresa Abril, la prestigiosa pintora y artista digital Pilar Catalán, los poetas Carmen Molinero, Mariano Ibeas, Pedro Alonso Cordel y Salvador Dastís, al fotógrafo y profesor Teo Félix, al coleccionista Ángel Jordana, al relaciones públicas Gaby Villuendas, la crítica de arte Desiré Orús, al Presidente de la Asociación de Criticos de Arte, Manuel Perez Lizano y a tantos amigos y amigas que vinieron a acompañarnos.


Mariano Viejo cuelga  en el ECAD su exposición «Sueños de Pintor» desde el día 3 al 28 de Julio. Mariano camina a caballo entre la razón y la síntesis, así nos hablan sus obras y quizá en su mirada se atisben las ganas de destilar sus propias conclusiones más aún, desnudas de todo lo superfluo, en la esencia abstracta del mensaje, austero en cromatismos y rico en reflexiones.


El ser humano Mariano parece flotar en una apariencia de sabio despistado pero sólo es una ilusión óptica porque sus ojos esconden el brillo de una innata sabiduría de lo que le rodea. El artista Mariano Viejo mantiene contra viento y marea su irrenunciable manera de entender la pintura que usa como pancarta inequívoca de una postura de fidelidad a sus conceptos más allá de los estilos o tendencias. Su carrera empezó como un vibrante paisajista para después pintar los recovecos urbanos de pueblos y ciudades. En ambas disciplinas fue merecedor de premios y distinciones, pero su activa participación en el Colectivo Plástico de Zaragoza, junto a artistas como Abraín, Larroy, Cano o Salavera, entre otros, define en Mariano Viejo una actitud militante de acercamiento del arte a las clases populares dentro de la total independencia de partidos o consignas y se convierte en uno de los protagonistas del arte conceptual, demostrando que su evolución es realmente un complejo proceso en el que la simplificación estética pretende la sobriedad de discurso y cromatismo para lograr el equilibrio de una sencillez que sin embargo nos inquieta al ponernos frente a frente a sus incógnitas.

Las obras que podemos ver en esta exposición «Sueños del Pintor», esquematizan vibraciones en pinceladas de color que él mismo prepara en su alquimia secreta de la existencia como actor/espectador privilegiado. Mariano Viejo en estado puro.

Mariano Viejo trabaja a la sombra de la Iglesia de San Pablo, en el corazón del barrio del Gancho. Habíamos quedado esa mañana en vernos en su estudio para ver las obras que presentará a principios de Julio en el ECAD y tras cruzar un patio soleado adiviné a la primera que aquel era un reducto inexpugnable en el que el tiempo se refugia entre la abigarrada presencia de la bohemia.


Cuadros amontonados, paredes llenas de memoria, mesas de trabajo, el aire caminando de puntillas en el brillo de una botella de vino, calma en el caótico desorden de su universo ordenado. Mariano camina a caballo entre la razón y la síntesis, así nos hablan sus obras y quizá en su mirada se atisben las ganas de destilar sus propias conclusiones más aún, desnudas de todo lo superfluo, en la esencia abstracta del mensaje, austero en cromatismos y rico en reflexiones. El ser humano Mariano parece flotar en una apariencia de sabio despistado pero sólo es una ilusión óptica porque sus ojos esconden el brillo de una innata sabiduría de lo que le rodea.


El artista Mariano Viejo mantiene contra viento y marea su irrenunciable manera de entender la pintura que usa como pancarta inequívoca de una postura de fidelidad a sus conceptos más allá de los estilos o tendencias. Su carrera empezó como un vibrante paisajista para después pintar los recovecos urbanos de pueblos y ciudades.


En ambas disciplinas fue merecedor de premios y distinciones pero su activa participación en el Colectivo Plástico de Zaragoza, junto a artistas como Abraín, Larroy, Cano o Salavera, entre otros, define en Mariano Viejo una actitud militante de acercamiento del arte a las clases populares dentro de la total independencia de partidos o consignas y se convierte en uno de los protagonistas del arte conceptual, demostrando que su evolución es realmente un complejo proceso en el que la simplificación estética pretende la sobriedad de discurso y cromatismo para lograr el equilibrio de una sencillez que sin embargo nos inquieta al ponernos frente a frente a sus incógnitas.

Las obras que podremos ver en breve esquematizan vibraciones en pinceladas de color que él mismo prepara en su alquimia secreta de la existencia como actor/espectador privilegiado. Mariano Viejo en estado puro.

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