Montenegro: una olla a presión


Por Agustín Gavín

     Montenegro, Crne Gore en idioma local, es un país de reciente emancipación cuyo activo político y económico es el turismo. Por un lado la parte final de la costa dálmata que llega desde Croacia  y por otro sus  tupidas montañas paraíso de amantes del senderismo.  En el siglo pasado fue una de las  seis repúblicas…

….que conformaban la Federación Yugoslava junto con Croacia, Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Eslovenia, Serbia y dos provincias sin status de república, Voivodina y Kosovo.

     Montenegro es la más pequeña de todas con un tamaño parecido a la provincia de Huesca. Después de las guerras balcánicas de los 90, se quedó sólo de socio con Serbia como Federación y después de un tortuoso recorrido político se independizó en el 2006, en un plebiscito  en que la independencia ganó con el 55,5 por ciento. Tiene poco más de 600.000 habitantes y todavía quedan bolsas de refugiados de guerra, kosovares, bosnios, romanis ect.

    En Serbia viven muchos montenegrinos de origen que el devenir de los acontecimientos no los hace favorables a la independencia y que prefieren la antigua  federación. Serbia se quedó sin salida al mar y la cuestión religiosa, de la que luego hablaremos, ha generado una desconfianza  mutua  muy profunda y  muy peligrosa.

   Podgorica, capital política de Montenegro, la otra es la histórica Cetiña, fue ocupada durante la segunda guerra mundial por las tropas fascistas italianas y fue bombardeada y prácticamente destruida por el ejército aliado. Fue reconstruida por Tito y durante la Federación se llamó Titogrado hasta que recuperó su nombre después de su muerte. Curiosamente el segundo bombardeo de su reciente historia fue por parte de la OTAN, en el asunto de Kosovo, esta vez los objetivos fueron el aeropuerto, las líneas férreas, puertos comerciales y la marina montenegrina. Entonces los medios las llamaron bombas por la paz, un eufemismo que aún colea en ámbitos pacifistas.

   George Balic, nombre figurado, fue el traductor y apoyo local durante el tiempo que ARAPAZ, entonces MPDL ARAGÓN, estuvo trabajando en proyectos de Ayuda Humanitaria y creación de campos de refugiados en las partes en conflicto hasta el último de Kosovo en 1999.

   Hijo de croata y venezolana, la biografía de Bulic daría para escribir un denso libro de aventuras con tragedias bélicas, situaciones cómicas, rocambolescas etc, se le quedó el apodo de chupito porque así lo llamábamos, como en España a los pequeños recipientes con rakia, bebida destilada de cerezas o uva o naranja de casi cincuenta grados y de sabor parecida al orujo, que se trajina en casi todos los Balcanes desde primeras horas de la mañana.

    Montenegro, país montañoso por excelencia, quizá debe el nombre al color de sus montes plagados de vegetación y de árboles visto desde el mar, ellos dicen que planchado sería el país más grande del mundo. Tenía el privilegio de tener parte de la Marina de la Federación Yugoslavia.

   El asedio a Dubrovnic vino tanto del mar como de las montañas costeras controladas por los serbobosnios desde Trebinje y allí participó Bulic movilizado por las circustancias de su matrimonio en Montenegro  ocultando su origen croata. Las tropas montenegrinas asaltaron propiedades en la ciudad y sus alrededores pero pronto se retiraron dejando en manos de los serbobosnios el asedio hasta que Dubrovnic recibió ayuda de Zagreb.

    El tener cuatro pasaportes, croata, venezolano, serbio y montenegrino además de un salvoconducto de ong nos permitió trabajar con Bulic como referente logístico en ayuda humanitaria durante el tiempo que duró la guerra en esa esquina de Europa, prácticamente una década.

     Lo que le preocupa como a muchos montenegrinos es la desconfianza respecto a serbia, nos cuenta que les tranquiliza un poco el que hayan entrado en la OTAN y estén a la espera de entrar en la Unión Europea.

    Hace tres semanas un sector de la población se echó a la calle para protestar por una ley recientemente aprobada, indudablemente con propósitos electoralistas, en la que se intenta limitar la autoridad de la Iglesia ortodoxa serbia, mayoritaria sobre todo en el norte, para beneficiar a la minoritaria y no reconocida iglesia ortodoxa montenegrina.

    La ley lo que pretende es quitar propiedades a la primera ante la imposibilidad de demostrarlas documentalmente. Se quedarían en manos del Estado y luego se supone que irían a parar a la iglesia montenegrina. Esto ha disparado a los partidos proserbios a acciones en la calle y ha reactivado viejas aspiraciones para volver a la unificación. La independencia salió muy ajustada y en estos momentos hay miedo a que se repitan graves enfrentamientos sociales.

   La comisión de Venecia, del Consejo de Europa que vela por los derechos humanos ha pedido tanto al gobierno de Montenegro como a la iglesia ortodoxa que resuelvan el problema con diálogo, se supone que ambos entes actuarán priorizando la posible entrada en Europa, aunque la mezcla de religión y nacionalismo excluyente es una bomba de relojería. Lo saben muy bien en la región, esperemos que la recomendación funcione.

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