México: Pedro Vargas, muy agradecido…


Por Emilio Mendoza

     Queridos amigos, esta vez les propongo recordar a uno de nuestros mas admirados cantantes: Pedro Vargas, el legendario baladista mexicano quien produjo algunas de las canciones más famosas de la historia de la música latinoamericana.


Emilio Mendoza
Corresponsal del Pollo en México
www.emimendoza.com

 

Nace una estrella

      Pedro Vargas nació en 1906 en la ciudad de San Miguel Allende, Guanajuato de una familia muy pobre. Desde niño empezó a cantar en el coro de la iglesia de su ciudad natal. A la edad de 14 años se fue a vivir a la ciudad de México donde empezó a cantar en varias iglesias y a dar a conocer su gran voz. Su fuerte voz de tenor le permitió acceder rápidamente al Conservatorio Nacional de Música. En 1928, recibió su primera gran oportunidad para actuar en la ópera: Nobleza Rústica (Cavalleria Rusticana), que incluía una gira por Estados Unidos. A pesar de su preparación para la ópera, en los años siguientes se dedicó al canto popular con el cual ganó un gran reconocimiento internacional.

Título de Ruiseñor de las Américas

     Pedro Vargas fue uno de los mejores intérpretes del compositor Agustín Lara, así como de muchos otros compositores de América Latina. Tuvo un gran éxito como intérprete en muchos países del continente, principalmente Argentina, Colombia y Venezuela. Grabó más de 20 álbumes con canciones de los más variados compositores. Contaba con un repertorio muy extenso de canciones en sus conciertos que incluía canciones de ópera, rancheras, boleros y baladas románticas y nostálgicas. Pedro Vargas recibió del público el merecido título del Ruiseñor de las Américas. Sus cualidades como intérprete y su larga permanencia en los escenarios del mundo hacen de nuestro tenor una de las figuras más importantes dentro de la música popular.

Actor y presentador de televisión

    En los más de sesenta años de carrera profesional, Don Pedro trabajó también como actor y presentador de televisión.  Como actor formó parte de la edad de oro del cine mexicano y participó en más de 70 películas a lo largo de su vida, en algunas de ellas al lado de grandes personajes como Pedro Infante, entre otros. Como conductor televisivo, dirigió durante unos 10 años un programa de televisión que se llamaba: “El estudio de Don Pedro Vargas”. Una de sus últimas participaciones como intérprete fue con: “Cantaré Cantarás”, cantada junto con otros importantes artistas latinoamericanos unidos con el nombre de «Proyecto Hermanos» para contribuir a aliviar el hambre en el mundo.

   Fallecimiento

    En 1989, Pedro Vargas falleció a los 83 años de edad en la Ciudad de México. Murió por una insuficiencia cardíaca después de haber sufrido durante varios años de diabetes y problemas al corazón. Don Pedro merece el reconocimiento de un inmenso público que, ya sea por la radio, el cine, la televisión o por sus múltiples conciertos, sigue siendo recordado por esa inigualable voz y manera de interpretar.

Homenaje musical

     He preparado un pequeño homenaje musical para recordar algunas de las canciones de nuestro querido Tenor Continental. De decenas de temas, he seleccionado sólo algunos para cantarlos con todos ustedes. La selección de canciones no se refiere a la popularidad de éstas, sino a las que son de mi preferencia. En la canción de “Aquel Amor”, Pedro canta a dúo con el autor de la misma, Agustín Lara. La voz de Lara en esta interpretación es ampliamente opacada por la de Vargas, pues el poeta no era un verdadero cantante. Sin embargo, el sentimiento con el que ambos la cantan hace que esta canción sea mi preferida, sin ninguna duda.

La del estribo

   Para despedir este pequeño homenaje a nuestro Ruiseñor de las Américas utilizaré la misma frase con la que Don Pedro Vargas solía despedirse de sus programas y sus conciertos:

«muy agradecido, muy agradecido y… muy agradecido».

 ¿A quién?

   A quién le voy a hablar que esté a mi lado, después de que te vayas de mi vida, en varias ocasiones he notado que vienes insinuando tu partida. A quién de mi tristeza iré a contarle si llegas a quitarme tu presencia a nadie, porque a nadie ha de importarle la pena que me dejes como herencia.

  A quién le contaré mis alegrías, a quién voy a querer si es que te vas, a quién le voy a dar mis buenos días, a quién, dime a quién si tú no estás. A quién voy a tener que me comprenda si piensas realizar tus intenciones, inútil ha de ser que yo pretenda con ruegos evitar que me abandones.

   A quién le contaré mis alegrías a quién voy a querer si es que te vas, a quién le voy a dar mis, buenos días, a quién, dime a quién si tú no estás. A quién voy a tener que me comprenda si piensas realizar tus intenciones, inútil ha de ser que yo pretenda con ruegos evitar que me abandones con ruegos evitar que me abandones.

Allá en el rancho grande

    Allá en el rancho grande, allá donde vivía, había una rancherita que alegre me decía, que alegre me decía: Te voy a hacer tus calzones, como la que usa un ranchero, te los comienzo de lana, y te los acabo de cuero.
    Allá en el rancho grande, allá donde vivía, había una rancherita que alegre me decía, que alegre me decía: Nunca te fíes de promesas, ni mucho menos de amores que, si te dan calabazas, verás lo que son ardores.

   Allá en el rancho grande, allá donde vivía, había una rancherita que alegre me decía, que alegre me decía: Pon muy atento el oído cuando rechine la puerta, hay muertos que no hacen ruido, y son muy gordas sus penas.

   Allá en el rancho grande, allá donde vivía, había una rancherita que alegre me decía, que alegre me decía: cuando te pidan cigarro, no des cigarro y cerillo
porque si das las dos cosas te tantearán de zorrillo.
Allá en el rancho grande, allá donde vivía, había una rancherita que alegre me decía,
que alegre me decía…

Aquel amor (Con Agustín Lara)

    Aquel amor, que marchitó mi vida, aquel amor que fue mi perdición.
Donde andará la prenda mas querida, donde andará, aquel, aquel amor.
Quiera la Virgen que el recuerdo de mis besos con amor bendiga…
Que me consagre tan siquiera un pedacito de su corazón…

  Aquel amor, que marchitó mi vida, aquel amor que fue mi perdición.
Donde andará la prenda mas querida, donde andará, aquel, aquel amor.
Quiera la Virgen que el recuerdo de mis besos con amor bendiga…
Que me consagre tan siquiera un pedacito de su corazón…

  Aquel amor, que marchitó mi vida, donde andará, aquel, aquel amor…

 Reloj

   Reloj no marques las horas, porque voy a enloquecer, ella se irá para siempre cuando amanezca otra vez. Nomás nos queda esta noche para vivir nuestro amor y tu tic-tac me recuerda mi irremediable dolor.

   Reloj detén tu camino porque, porque mi vida se apaga ella, ella es la estrella que alumbra mi ser yo, yo sin su amor no soy nada. Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perpetua para que nunca se vaya de mi para que nunca amanezca.

   Reloj detén tu camino porque mi vida se apaga ella es la estrella, que alumbra mi ser yo, yo sin su amor no soy nada. Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perpetua, para que nunca se vaya de mi, para que nunca amanezca, para que nunca amanezca…para que nunca, nunca amanezca…

María Bonita

   Acuérdate de Acapulco, de aquellas noches, María bonita, María del alma; acuérdate que en la playa, con tus manitas las estrellitas las enjuagabas. Tu cuerpo del mar juguete nave al garete venían las olas lo columpiaban y mientras yo te miraba, lo digo con sentimiento, mi pensamiento me traicionaba.

    Te dije muchas palabras de esas bonitas, con que se arrullan los corazones, pidiendo que me quisieras, que convirtieras en realidades, mis ilusiones. La Luna que nos miraba ya hacía ratito se hizo un poquito desentendida, y cuando la vi escondida, me arrodillé para besarte y así entregarte toda mi vida.

    Amores habrás tenido muchos amores, María bonita, María del alma; pero ninguno tan bueno, ni tan honrado como el que hiciste que en mi brotara. Lo traigo lleno de flores, como una ofrenda para dejarlo bajo tus plantas, recíbelo emocionada y júrame que no mientes porque te sientes idolatrada.

La Negra Noche

    La negra noche, tendió su manto, surgió la niebla, murió la luz y en las tinieblas de mi alma triste como una estrella brotaste tú. Ven ilumina la herida senda por donde vaga loca ilusión. Dame tan sola una esperanza que por ti vive mi corazón. Cuando en las noches nace el rocío y en los jardines nace la flor. Así en mi alma niña adorada, nació mi amor.

    Ya veo que asoma, tras la ventana, tu rostro de ángel, encantador. Siento la dicha dentro de mi alma no hay tinieblas, ya no hay tinieblas, ya salió el sol. Cuando en las noches, nace el rocío y en los jardines nace la flor. Así en mi alma niña adorada nació mi amor.

     Ya veo que asoma tras la ventana tu rostro de ángel, encantador. Siento la dicha dentro de mi alma no hay tinieblas ya no hay tinieblas, ya salió el sol.

Un viejo amor

   Por unos ojazos negros, igual que penas de amores, hace tiempo tuve anhelos, alegrías y sin sabores; y al dejarlos algún día, me decían así llorando: no te olvides vida mía de lo que te estoy cantando.

   Ha pasado mucho tiempo y otra vez vi aquellos ojos; me miraron con despego, fríamente y sin enojos, y al notar ese desprecio, de ojos que a mi me lloraron, pregunté si con el tiempo sus recuerdos se olvidaron.

    Porque un viejo amor, ni se olvida ni se deja; un viejo amor, de nuestra alma si se aleja, pero nunca dice adiós, un viejo amor… de nuestra alma si se aleja, pero nunca dice adiós…

La feria de las flores

   Aquí vine porque vine a la feria de las flores…

   Me gusta cantarle al viento por que vuelan mis cantares y digo lo que yo siento en toditos los lugares. Aquí vine por que vine a la feria de las flores; no hay cerro que se me empine, ni cuaco que se me atore.
En mi caballo retinto he venido de muy lejos y traigo pistola al cinto y con ella doy consejos. Atravesé la montaña pa’ venir a ver las flores, aquí hay una rosa huraña que es la flor de mis amores. Y aunque otro quiera cortarla yo la “devisé” primero, y juro que he de arrancarla, aunque tenga jardinero. Yo la he de ver trasplantada en el huerto de mi casa y si sale el jardinero pos a ver, a ver qué pasa…

Mujer

    Mujer, mujer divina, tienes el veneno que fascina en tu mirar. Mujer alabastrina, eres vibración de sonatina pasional. Tienes el perfume de un naranjo en flor. El altivo porte de toda una majestad. Sabes de los filtros que hay en el amor. Tienes el hechizo de la liviandad, la divina magia de un atardecer y la maravilla de la inspiración. Tienes en el ritmo de tu ser todo el palpitar de una canción. Eres la razón de mi existir… Mujer…

La divina magia de un atardecer, la maravilla de la inspiración. Tienes en el ritmo de tu ser todo el palpitar de una canción. Eres la razón de mi existir… Mujer…

Corazón (Con Pedro Infante)

    Es inútil dejar de quererte, ya no puedo vivir sin tu amor. No me digas que voy a perderte, no me quieras matar corazón. Yo que diera por no recordarte, yo que diera por no ser de ti, pero el día que te dije te quiero, te di mi cariño y no supe de mi.

    Corazón (corazón), corazón (corazón), no me quieras matar, corazón.

   Si has pensado dejar mi cariño, recuerda el camino donde te encontré. Si has pensado cambiar tu destino, recuerda un poquito quien te hizo mujer. Si después de sentir tu pasado me miras de frente y me dices adiós, te diré con el alma en la mano que puedes quedarte porque yo me voy.

   Corazón (corazón), corazón (corazón), no me quieras matar, corazón.

Jinetes en el cielo

   En una noche oscura, de terrible tempestad, cruzando por el valle iba un vaquero en su corcel. De pronto vio en el cielo con radiante claridad, rebaño de mil vacas, fantasmas en tropel…

    Arre-a-e, arre-a-o, el lúgubre clamor…

    Los ojos de esas bestias eran brasas al mirar, los cascos de sus patas centelleaban al pisar… Sus trágicos bramidos tenían algo de infernal, sus cuernos eran negros con brillo de metal.

   Arre-a-e, arre-a-o, el lúgubre clamor…

   Detrás de la manada cabalgando sin cesar, jinetes celestiales la trataban de alcanzar… Y entonces el vaquero solitario oyó una voz, la voz de su conciencia, como una maldición:

   Arre-a-e, arre-a-o, el lúgubre clamor…

    Si quieres salvar tu alma y saber lo que es la paz, tú debes apartarte por tu bien de la maldad… Si no, tendrás por fuerza que venir siempre detrás, arreando este rebaño toda una eternidad…

  Arre-a-e, arre-a-o, el lúgubre clamor…

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