Italia: Calles distópicas

Por José Joaquín Beeme

      Gabriele me explica que las distribuidoras están dando a su Filmstudio otra ventana temporal para el Ligabue que les habían licenciado, un archivo digital …

Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia

…con la película que viaja (protegido por kilométrica contraseña) dentro de un disco duro, porque el extraño decamerón que estamos viviendo en Lombardía rompe el calendario y las aguantaderas de la industria cultural. Empapados en un clima de contagio (aprensión, miedo, superstición, mentira, estupidez y virus) que a algunos evoca la peste de Milán de 1630, aprendida por cualquier escolar italiano a través de Manzoni (Los novios, XXXII), o el untore del sanatorio antituberculoso de Bufalino, nadie conoce a nadie en esta feria de la desconfianza y la confusión. Camus recreó en Orán la resistencia contra el absurdo bubónico que repta por las calles y entra por las ventanas, mientras el poder cincha las libertades en aras de la salud pública, y un poco de esa cordura civil, ni siquiera heroica, debería imperar en estos días fantasmales, de vacaciones forzadas en las escuelas (repentina alegría entre petardos de carnaval) y estímulo de las empresas al aséptico e imponderable smart working, de cines con candado y teatros de la ópera completamente mudos, de supermercados acaparados y toque de queda en los bares, de veto al viajero italiano y de caza, ay, al oriental por serlo. Vivir la distopía a la puerta de casa o enganchados, sin salir de ella, a los medios que describen la progresión invasiva, copia barata del Mercury Theatre de Welles en vísperas de la segunda gran guerra, nos está pareciendo a muchos una broma pesada, malévola, demasiado prolongada. Cuando los infectivólogos van asumiendo que el monstruo circulaba hace tiempo y en sordina, como todos los males que nos asuelan. Como esa ceguera blanca de Saramago (sí, nueva lectura: cultura contro paura!) que todos sufren y ninguno quiere ver.

 

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