Italia: Off Off Venecia

p-beeme1

Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia
http://latorredegliarabeschi.googlepages.com

        Un lanchón colmado de ataúdes surca el canal Grande, enormes pedruscos coronan los quioscos, mesas de pimpón acogen partiesen los parques nocturnos, galeristas en crisis y artistas de “media carrera” —eufemismo que nombra a quien todavía no ha entrado en el mercado de valores pero muestra ya la cresta al sistema— toman los hoteles en torno a la gran kermés de la contemporaneidad artística, en medio del desconcierto sobre qué, quién, cuándo, dónde juega “eso-que-llaman-arte”. 
     Sí, porque mientras el Arsenal abruma por su inabarcable eclosión de vídeos e instalaciones, el palacio Enciclopédico desafía en su visionariedad antimoderna, en su paradoja arte-noarte. Porque España insiste en pasar apolillados conceptualismos por audacessite-specific (montañas de detrito que, supuestamente, entonan la poética de las escombreras) cuando a otros les basta con presentar un árbol gigante y herido, en vivisección rembrandtiana, para llegar al alma del espectador. Las fronteras hace tiempo han caído, se ha disparado el arte por explosión / implosión, y el babel veneciano prueba cada dos años ese estado permanente de cacofonía, de búsqueda en la niebla, en que ya nada revoluciona ni sorprende a menos que, como en esta edición, se eche el freno y se rinda cuentas con el pasado, rescatando propuestas ocultas o marginales como las de Dubuffet, convenientemente puestas al día. Locos, desesperados, antiartistas que, muchas veces, tienen más que decir que el artista canónico: rico, performativo, mediático, chirle. Pienso en aquella reclusa, Emma Kuntz, que garabateaba cuadernos a lápiz para su fantasmal esposo (los gemelos Quai le han dedicado un film agobiante, genial pieza de siquiatría fílmica), o en las minuciosas catedrales en abismo de Wölfli. La manía, la serialidad compulsiva, la cámara maravillosa que muchas veces era su estancia, celda, oscuro apartamento; los vislumbres que rasgaban el negro de sus vidas. Pero ¿qué, sino obsesión, rabia, delirio, prodigiosa multiplicación de fantasmas, es el arte de los grandes? Más retornos de lo vivo pasado, me temo. Será por eso que la Venecia de las elecciones arriesgadas, a contracorriente, habita el parque de las Remembranzas.

Artículos relacionados :