Por Feli Benitez
La Ribagorza, comarca de exigua población, tiene dos habitantes menos. El día 24 de octubre recibieron sepultura Gerardo y Trulli. El primero en Graus, la segunda en La Puebla de Castro.
Feli Benitez
Corresponsal del Pollo Urbano en la Ribagorza
www.eltallerdefeli.blogspot.com
Gerardo llegó por estas tierras hace más de seis décadas. Hacía carbón junto a su padre y conoció todas las penurias de aquella España de charanga y pandereta. Supo de la dureza del choque entre quien llega y quien está en un lugar.
Un par de semanas antes de irse hablé con su hermana Leo para interesarme por él. Quién te iba a decir Gerardo, con lo que tú has pasado, que ibas a vivir en una casa con calefacción y tantas comodidades, me decía Leo que le decía a él. No me acuerdo de nada, respondía él, sólo de una cosa: llevábamos varios días por el monte, hacía frío y teníamos mucha hambre. Fuimos a una casa, pedimos de comer. Nos dijeron que no tenían nada. Mi padre señaló unas mondas de patata y les dijo que nos apañábamos con eso. No, eran para los animales. Nos fuimos. A la caída de la tarde le dije a mi padre que había descubierto dónde tenían guardadas las patatas y que iba a coger unas cuantas. Ni se te ocurra tocarlas, me dijo. ¡Esas patatas! ¡Eso no he conseguido olvidarlo!
De espíritu burlón y alma inquieta
, Gerardo era la alegría del barrio donde decidí, hace tres años, abrir mi taller. Ha sido el mejor vecino, el conversador más cordial, la persona más atenta…echo de menos su silueta a través de los cristales del taller yendo o viniendo de buscar a sus nietas.
Trulli era mi hija no humana. No tengo palabras para describir todo lo que me ha dado en los dieciséis años durante los que me ha regalado su compañía.
El dolor, el dolor inmenso. He buscado consuelo junto al agua, allí donde los ciclos de vida y muerte se suceden sin sobresaltos, en silencio.
Gracias a Gerardo y a gracias a Trulli. Gracias por acompañarme durante este trozo de camino. La Ribagorza es más grande sin vosotros, os echo de menos.
He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas,
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.
(…)
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan adònde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos
descansan bajo la tierra.
(Antonio Machado)
