Por Maite Nchama
Hace casi 4 años que dejé de escribir para esta página (lo cual no hace sino deprimirme aún más al notar cómo pasa el tiempo, ¡Jesús!)… En ese momento estábamos a punto de conocer qué ciudad se llevaba el premio, o la penitencia, de organizar los Juegos Olímpicos de 2016…
Maite Nchama
Corresponsal del Pollo Urbano en Madrid
Madrid (y España) lo intentaba de nuevo por segunda vez, pero perdió su oportunidad a favor de la “Cidade Maravilhosa”.
Pues bien, cuatro años después, parece como si la imagen se hubiera congelado en ese mismo instante… Madrid de nuevo, pero ahora en 2020 y contra Tokio y Estambul. Nuevo fracaso, que en esta ocasión me atrevería a denominar “fiasco” completo, y un brusca vuelta a la realidad después de habernos tomado “a cup of coffee” en ese sitio madrileño que todos conocemos, que por cierto, como si salido del cuento de Cenicienta, a partir de medianoche se convierte en el hotel de los vagabundos y el parque de las ratas.
Los madrileños nos caímos de esa nube a la que nos habían elevado, entre otros, la alcaldesa Botella, el presidente de la Comunidad González, el presidente de esta nuestra querida España, Rajoy, Terence Burns, un personaje al que no conocíamos, pero que se llevó unos buenos miles de dólares por escribir uno de los peores discursos de candidatura de la historia, y otros muchos más, que se encontraban casi 300 personas que viajaron a Buenos Aires con el champán casi descorchado y calentando la voz para entonar nuestro querido “hit” “Que viva España” (Manolo, va por ti, allá donde estés). Despertamos para darnos de bruces con nuestra realidad: este es el país que tenemos, aunque no sea el que nos merezcamos. ¿Nos creíamos modernos?, pues no lo somos tanto; ¿nos creíamos influyentes? ¡Ja! Pensábamos merendarnos a los turcos (fíjate tú, esos que tienen cárceles como las de “El expreso de medianoche”), sin comparar la realidad económica, proyección de futuro e imagen de ambos países. La nuestra sigue siendo pésima, con la corrupción política asomando la patita cada día y la falta de apuesta por el futuro de nuestros jóvenes, que se van en busca de la ilusión, llevándose con ellos su energía…y la inversión en educación y becas hecha durante los últimos años con dinero de todos, que buenamente aprovecharán alemanes, chinos y americanos.
En estos momentos se impone una reflexión, y quizás deberíamos mirarnos al espejo para ver de dónde venimos antes de decidir a dónde vamos. A mi modo de ver, somos más Manolo Escobar que Bill Gates, y no deberíamos avergonzarnos de ello. Entiendo que muchos no compartan esta idea, quizás muchos otros sí, a tenor de algunas de las últimas exposiciones que he visto últimamente. Trabajo en el mundo de la cultura y me ha parecido curioso, que en los últimos meses han coincidido en varias ciudades españoles varias exposiciones de fotografía sobre la España de los años 50, 60 y 70. Seguramente es una casualidad, pero es como si de repente se hubiese decidido recuperar esa época en la vida de nuestro país, empujándonos a recordar nuestro origen, el de nuestros padres, el de nuestros abuelos. El pasado invierno, la Fundación Telefónica inauguró en su sede de la Gran Vía madrileña la exposición dedicada al fotógrafo gallego Virxilio Vietez
(http://espacio.fundaciontelefonica.com/exposiciones/virxilio-vieitez/ ). En julio la Academia de Bellas Artes de San Fernando acogió una muestra en honor de Rafael Sanz Lobato (http://www.realacademiabellasartessanfernando.com/es/actividades/exposiciones/rafael-sanz-lobato-fotografias-1960-2008 ) en una reproducción documental excepcional de nuestro país en tiempos que parecen remotos pero que no lo son tanto. En agosto me apasioné con las fotografías de carácter social de Ricard Terré en La Lonja de Zaragoza (http://www.redaragon.com/agenda/fichaEvento.asp?id=62100) y, justo ahora hace un mes que se inauguró la magnífica exposición “España contemporánea: fotografia, pintura y moda” en la sala del Paseo de Recoletos de la Fundación Mapfre ( http://www.
Madrid is “fun” y España también; pero no somos solo eso. Pensemos … una vez que sepamos quiénes somos, pongámonos en marcha hacia nuestro futuro. El de verdad. El que nos merecemos. ¡Salud!
