Por Gloria Cohen
Corresponsal del Pollo Urbano en Argentina
El anuncio que España otorgará la nacionalidad a los sefardíes -descendientes de los judíos expulsados por Fernando e Isabel dando fin a la España de las tres religiones- hizo eco en la Argentina.
La noticia se esperaba en 1992 -al cumplirse el quinto centenario de la expulsión y del descubrimiento de América- y llegó 20 años después.
Según señalan algunos medios, el anuncio se hizo calculadamente para amortiguar el enojo israelí ante el voto español positivo al reconocimiento de Palestina como estado en la ONU y otros señalan que se omitió incluir a la otra etnia expulsada: los moriscos.
La historia de los judíos españoles es muy rica, a mi me apasiona por ser descendiente de ellos. Después de haber vivido en España me hubiera gustado saber de cuál ciudad eran mis antepasados y, por haber vivido en Zaragoza, me gustaría que hubieran salido de allí. Uno puede proyectar su futuro y también puede imaginar el pasado de sus ancestros, más cuando ha transcurrido tanto tiempo…
Existen teorías que señalan que no fue casual que en 1492 coincidieran ambos hechos: la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América.
Antes de la expulsión, la comunidad judía de España parece haber sido la mayor del mundo; según se estima, constituía entre el 30 y el 40 % de la población judía mundial de la época y contaba con muchas riquezas. Al destruirla y expulsarla, la Corona española se quedó con gran parte de esas riquezas que luego se destinaron a financiar los viajes del descubrimiento.
Esta información fue tomada del libro “COLÓN y la contribución judía a los viajes del descubrimiento”, publicado con motivo de una exposición realizada en Zaragoza en 1995 en el Palacio de los Huarte.
En dicha exposición se señaló además que existen más pruebas que Colón ha debido ser de origen judío que pruebas en contrario. Existe la hipótesis que Colón habría sido un “marrano”, es decir uno de aquellos judíos que ocultaron su fe originaria y se hicieron pasar por buenos católicos para escapar de la Inquisición. No sólo por el posible origen judío de Colón, sino también por la intervención de muchos otros personajes, existe la teoría que los viajes del Descubrimiento fueron más una empresa judía que no judía.
Luego que comenzó la conquista, muchos “marranos” se dirigieron a América para escapar de la Inquisición; pero para muchos no fue tan fácil.
Un libro que narra un caso real novelado es “La gesta del marrano” del escritor argentino Marcos Aguinis, su protagonista nace en Ibatín -la primera fundación de la actual ciudad de Tucumán-, de padre “marrano” y es víctima del Tribunal de la Inquisición que funcionaba en Lima.
También Hernando de Lerma -el fundador de Salta- terminó sus días en una cárcel en Madrid, existiendo la versión que fue por “marrano” y hereje, entre otros casos de personajes prominentes de la época colonial.
Quizás por ello muchos “marranos” se afincaron en Buenos Aires por su lejanía geográfica a la Inquisición.
Una investigación del especialista argentino Mario Saban en el libro “Judíos conversos” señala a varios de nuestros políticos, (como Bernardino Rivadavia, Juan Manuel de Rozas, Justo José de Urquiza, Domingo Faustino Sarmiento, entre otros), escritores (como José Hernández y Jorge Luis Borges) y al Premio Nóbel de Química –Federico Leloir-, como descendientes de aquellos “marranos”. Saban ha convulsionado a la aristocracia católica argentina con sus atrevidas y sólidas demostraciones acerca del origen judío de patricias familias cristianas.
Esto en cuanto a quienes ocultaron su origen judío y adoptaron la fe católica, quizás manteniendo en un principio su fe originaria, que se perdió en las generaciones posteriores. Estos casos no están incluidos en el reciente anuncio español pero, con estas líneas se pretende señalar el importante aporte que estos “marranos” hicieron al descubrimiento, conquista y población de América y del territorio argentino.
¿Qué pasó con aquellos otros que decidieron seguir manteniendo la religión judía y tuvieron que irse de España en 1492?
Muchos de éstos fueron a Portugal, donde unos años después se implantó la Inquisición. Desde Portugal algunos marcharon a América (el origen portugués en colonias españolas era relacionado con elementos judeizantes) y se convirtieron en “marranos”.
Otros continuaron su peregrinaje por Europa, recalando en Inglaterra, en Holanda, en Bélgica, en Italia, siempre escapando del fantasma de la Inquisición.
Las aventuras y desventuras de estos peregrinajes se relatan en otra novela histórica “La Senhora”, de la autora francesa Catherine Clément cuyos personajes Gracia Nasí y Josef Nasí -nacidos en Portugal- fueron también reales. Los sefardíes conducidos por Gracia y Josef encuentran cobijo al arribar al Imperio Otomano, donde son recibidos por el sultán y se les permite practicar su religión y convivir pacíficamente con la población musulmana y se encuentran con otros grupos sefardíes ya establecidos. Así han podido mantener su religión, lengua y costumbres hasta la actualidad.
El mantenimiento del idioma -el ladino o español antiguo-, es realmente importante y una prueba irrefutable de sus orígenes. Quien haya viajado a Turquía, en alguna fábrica de alfombras quizás, hayan llamado a alguien que hable español: sin duda era un sefardí, todos ellos han seguido manteniendo la lengua.
O como mi abuela paterna, que al emigrar a la Argentina desde Esmirna –Turquía- creía que aquí todos eran judíos pues todos aquí hablaban español.
Muchos sefardíes emigraron durante la Primera Guerra Mundial y luego de concluida ésta, mientras se disolvía el Imperio Otomano y se creaba la República Turca Moderna, por la intensa convulsión que se vivía en la región; esto fue entre 1914 y hasta 1923 aproximadamente (sin desconocer que durante aquellos años ocurrió la masacre del pueblo armenio, una prueba que -cerca de su disolución- el Imperio Otomano quería deshacerse de sus minorías étnicas y religiosas).
Y, en esa emigración muchos sefaradíes eligieron venir a la Argentina -entre otros países latinoamericanos- para probar suerte en países donde tenían la ventaja del idioma. Vinieron no sólo desde Turquía, sino también de Siria (como mi abuelo paterno que vino de Alepo), de Grecia, de Bulgaria, de Marruecos, entre otros.
A muchos se los solía llamar “turcos” pues entraban con pasaporte otomano, al igual que los inmigrantes musulmanes que llegaron durante la misma época a estas tierras.
Ya había en Argentina otros inmigrantes judíos del norte de Europa y llegaron más después, escapando de la Segunda Guerra Mundial; a éstos se los suele llamar “rusos”, y tuvieron cierto aire de superioridad respecto a sus correligionarios “turcos”.
Sin duda, muchos sefardíes argentinos estarán en condiciones de acogerse al beneficio español de otorgamiento de la ciudadanía, aunque habrá que esperar más detalles sobre cómo se instrumentarán los trámites.
Luego de 520 años de peregrinajes España reconoce por fin a los sefardíes: después de recorrer enormes distancias, los ecos de esta reivindicación se hacen sentir desde Argentina.